Rincón de Petul

Frente a nuevas ideologías

La preservación de la república democrática recae sobre quienes hoy gobiernan inspirados en los principios centenarios. 

En julio leí un titular que reaccionaba a la elección general del Reino Unido, etiquetando los resultados como: “Un giro a la izquierda”. Hacía referencia a la amplia victoria del nuevo primer ministro laborista Keir Starmer frente al Partido Conservador que mantuvo el poder por casi tres lustros. Pero ese titular, se podría decir, estaba inspirado en prototipos que aún quedan en el imaginario público sobre eras pretéritas de la política occidental, y no tanto en lo que inequívocamente sucede en las cambiantes dinámicas partidarias de aquel país.

“Un giro a la izquierda” es quizás reminiscente de luchas pasadas, férreas, dicotómicas y convencidamente polarizadas. Las de Thatcher, contra todo lo que pareciera fabricado con la marca Cortina de Hierro. También reminiscente, luego, a lo de Blair y el respiro de aquel pueblo tras un conservadurismo opresor. Una evocación al pasado. La pretensión de un símil, más bien, del pasado. Pero uno que desatiende los giros y cambios que sufren los partidos tradicionales actuales, que buscan posicionarse ante nuevos electorados, jóvenes, diferentes.


Tal pareciera que insistir en simples izquierdas versus derechas aún se apetece como tentador. Pero ponerle más lupa al asunto puede resultar más interesante. La línea de Starmer insistentemente atiende a lo que él identifica como un disgusto del público británico hacia los extremos ideológicos. Eso lo refrendó con ofertas centristas en temas donde antes su partido fue más radical: en la política impositiva, en seguridad; en el gasto público e, incluso, eliminando discursos otrora calificables como posiciones antipatrióticas. Su opción más abierta inspiró confianza al electorado neutro, que, por lo contrario, pudo ser seducido por partidos emergentes que navegan sobre olas del populismo. Esas mismas que amenazan al orden democrático en el mundo.

Las ideologías hoy no son más las izquierdas y derechas de antes. 


Sucede, empero, que el orden democrático actual exige de pueblos informados para lograr sobrevivir. Un episodio del podcast de Ezra Klein (New York Times) se refiere precisamente a esto: que la más grande división política de la actualidad no es ya entre derechas e izquierdas, sino entre los ciudadanos que siguen de cerca la política y quienes no. (The Biggest Political Divide Is Not Left vs. Right). Así vemos que cosa parecida es lo que se debaten los partidos Demócrata y Republicano, que abandonaron en buena medida sus discusiones tradicionales, los del siglo XX, saturados de las ideologías impregnadas por la Guerra Fría, y recurren a nuevas temáticas de atracción: la del orden mundial (demócrata) y la del interés inmediato del hombre común (republicano).


Guatemala misma, en nuestra propia dimensión, no es ajena al advenimiento de los nuevos ejes sobre los que forcejean las ideologías. Pueblos disgustados abandonan las banderas del pasado mientras buscan respuestas contundentes. Muchos son atraídos por quien manda todo al carajo y oferta agendas simplistas: como expulsar al inmigrante, en los países desarrollados, o encarcelar al pandillero, en lugares como el nuestro. La preservación de la república democrática recae sobre quienes hoy gobiernan inspirados en los principios centenarios.

Pero abunda la confusión; no todos siguen de cerca la política. Cuando Semilla ganó la elección, las redes se llenaron de mensajes: “Viene la izquierda al estilo Venezuela”. Estupideces, sí. Pero estupideces importantes, pues se permean en la ciudadanía, que luego es electorado. Las ideologías hoy no son más las izquierdas y derechas de antes. El reto de gobernantes como Arévalo, Starmer, o quien se enfrenta al trumpismo en EE.UU, es entregar los resultados en el marco constitucional. Cuando ellos triunfan, es mucho más que solo la izquierda la que gana.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.