Liberal sin neo
La coronación de Kamala
No ha realizado una sola entrevista a profundidad con la prensa.
Esta semana se celebra la convención nacional del Partido Demócrata en Chicago, que culmina con la aparente formalización de la candidatura de Kamala Harris en las elecciones presidenciales en EE. UU. el próximo 5 de noviembre. Es una fiesta política en la que no se realiza votación alguna para elegir a la candidata; desde la primera semana de agosto se pasó lista entre los delegados del partido de manera virtual y el martes 6 fue oficialmente confirmada su candidatura. En un sistema electoral en el que los candidatos de ambos partidos son nominados por electores ganados de acuerdo con los votos obtenidos en elecciones primarias en cada estado, Kamala Harris obtuvo cero votos.
Es increíble la falta de transparencia y honestidad.
El actual presidente, Joe Biden, sin mayor oposición, obtuvo más de 14 millones de votos en las elecciones primarias, consiguiendo amplia mayoría de electores para la nominación como candidato del partido. Al retirarse Biden de la contienda, los electores dieron su voto a Kamala Harris; el detalle es que no fueron elegidos para eso en las elecciones primarias. La candidatura de Kamala es realmente una coronación y no el resultado de un proceso democrático. Su candidatura fue decidida por las élites del partido, que no podían correr el riesgo de una elección democrática improvisada y abreviada que fuera a elegir a otro candidato.
El pasado 27 de junio se realizó el primer debate presidencial entre Biden y Trump, organizado por CNN en la ciudad de Atlanta; un evento cerrado sin público. El resultado fue desastroso para Biden; demostró no estar en pleno uso de sus facultades y claramente incapaz de ser presidente por cuatro años más. Desde hace tiempo y especialmente en meses pasados, la condición del presidente era evidente. Se supo que llevaba meses de no presidir una sola reunión con su gabinete. Al concluir la cumbre de la OTAN en Washington, Biden realizó una conferencia de prensa y de nuevo puso su estado en evidencia.
Es increíble la falta de transparencia y honestidad de sus colaboradores cercanos y especialmente de los medios de comunicación, cómplices en el encubrimiento de la verdad. Semanas y días antes del debate, líderes del partido, periodistas de renombre y la propia Kamala Harris, insistían en adular la agudeza mental, vigor y liderazgo del presidente.
Durante un mitin en Pennsylvania, el 13 de julio, en presencia de miles de personas y transmitido en vivo, Trump sufre un intento de asesinato en el que un disparo le rasga la oreja, con saldo de un muerto y dos heridos del público y el atacante eliminado por el servicio secreto. Dos días después inicia la convención nacional del Partido Republicano y los electores que ganó Trump en las elecciones primarias lo nombran candidato a la presidencia. Trump estaba en la cúspide de su popularidad y las encuestas lo favorecían.
Tras perder el apoyo de líderes de su partido y mostrarse poco favorecido en encuestas, el 21 de agosto Biden renunció a su candidatura y Kamala Harris anunció la suya. La revista Time colocó en su portada una foto de Kamala, con mirada visionaria, épica y la leyenda “Su momento”, a pesar de que se negó a darles una entrevista. Es más, desde que anunció su candidatura hace un mes, Kamala no ha realizado una sola entrevista con la prensa, que igualmente la protege, adula y promociona; todo se vale para salvar a la humanidad del peligro de Trump. Una entrevista en profundidad, sin guion, pantalla o papel del cual leer, podría ser fatal para Kamala.
Un debate entre Trump y Harris está programado para el 10 de septiembre; ya están entrenándola para no salirse del guion.