Imagen es percepción
El desafío de Maduro en la arena global
Mañana se llevarán a cabo manifestaciones globales, convocadas por Corina Machado, diseñadas para desafiar la victoria declarada de Maduro.
A pesar de su crisis actual, Venezuela sigue siendo un actor relevante en la escena internacional, debido a su estatus como el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Esta condición ha sido tanto una bendición como una maldición, atrayendo los intereses de potencias mundiales y convirtiendo al país en un campo de batalla geopolítico, donde convergen los intereses de las grandes potencias.
El gobierno de Nicolás Maduro ha enfrentado una erosión significativa de su legitimidad, dentro y fuera de sus fronteras. Las sanciones impuestas por EE. UU. y sus aliados han buscado aislar al régimen, presionándolo para que ceda a las demandas de la comunidad internacional. Sin embargo, Maduro ha demostrado una capacidad sorprendente para resistir, en gran parte gracias al apoyo de aliados estratégicos como Rusia y China.
Rusia, con intereses geopolíticos claros, le ha dado apoyo militar y financiero, buscando asegurar su influencia en la región y contrarrestar la hegemonía estadounidense en el hemisferio occidental. China ha mantenido una relación más pragmática, enfocada en garantizar el acceso a los recursos energéticos de Venezuela, a cambio de inversiones y préstamos cruciales para la supervivencia del régimen. EE. UU. ha adoptado una postura dura, intentando cercar diplomáticamente a Maduro y apoyar a la oposición.
Las grandes potencias tienen un marcado interés en Venezuela, debido a que posee las mayores reservas de petróleo del mundo.
En este contexto, la figura de María Corina Machado ha emergido como un faro de esperanza para la oposición venezolana. Su liderazgo decidido, su discurso claro contra el chavismo y su capacidad para movilizar a las masas han consolidado su posición como la líder más prominente de la oposición. Aun así, el desafío que enfrenta es monumental. No solo debe enfrentarse a un régimen experto en manipulación y represión, sino también a las divisiones internas en la oposición.
La presión internacional sobre Nicolás Maduro para que entregue el poder ha ido en aumento a medida que su régimen continúa desafiando las demandas de democratización. Maduro, quien asumió el poder en 2013 tras la muerte de Hugo Chávez, ha gobernado Venezuela con mano dura durante más de una década, consolidando su control a través de tácticas autoritarias, como la represión de la oposición, la manipulación de procesos electorales y el uso del aparato estatal para su beneficio personal. Su carácter inflexible y su capacidad para manejar crisis internas, respaldado por una maquinaria política bien engrasada, le han permitido mantenerse en el poder a pesar de la presión externa. Pero, esta misma rigidez podría ser su talón de Aquiles, ya que la comunidad internacional sigue explorando nuevas formas de forzar una transición política.
Las perspectivas a corto plazo para Venezuela son inciertas. Es probable que Maduro continúe utilizando sus alianzas estratégicas para resistir la presión internacional. No obstante, el apoyo externo tiene límites, y la crisis económica y humanitaria dentro del país sigue deteriorándose. A mediano plazo, el desenlace podría depender de la capacidad de la oposición para unificarse bajo un liderazgo sólido, como el que Machado está empezando a consolidar, y de la disposición de la comunidad internacional para aumentar la presión, sin provocar un colapso total.
El futuro de Venezuela, por tanto, se perfila como una lucha entre la resistencia del régimen de Maduro, y la capacidad de la oposición y sus aliados internacionales para impulsar un cambio. En un escenario tan complejo, la gestión de la imagen internacional por parte de ambos bandos seguirá siendo un factor crucial que determinará el curso de los acontecimientos en este país, clave en el tablero geopolítico global.