¿Buscar justicia?
en la mina de El Estor, se presentaron —sin abogados— a dar sus declaraciones en abril del 2012. Los señores De León, Velázquez y Lara hicieron sus denuncias, pues sospechaban que sus hijos fueron asesinados. En la primera audiencia solicitaron que se investigara al biólogo de la compañía minera y al encargado del área ambiental de la mina. El Juzgado de Instancia Penal de Puerto Barrios ligó al biólogo de la minera al proceso, por homicidio culposo, pero no así a la Universidad del Valle (UVG), por lo que los padres apelaron, pues la creen parcialmente responsable. En junio del 2012, la Sala Mixta de Zacapa ligó al proceso a la Fundación de la Universidad del Valle (UVG).
La UVG —durante el período de duelo— citó a los compañeros de los estudiantes muertos para pedirles que no acusaran al biólogo de la mina (exalumno de la UVG) y que evitaran dar versiones diferentes sobre el “accidente”. Luego “desapareció” para los padres. Pero reaccionó cuando el juzgado ordenó el embargo de varios millones de quetzales de la minera y otros de la Fundación UVG. Los abogados de la universidad presentaron un amparo ante la Corte Suprema de Justicia, pidiendo que se desligara a la fundación del proceso, pues es una persona jurídica distinta a la universidad. La CSJ otorgó el amparo. Los padres apelaron ante la Corte de Constitucionalidad. La CC amparó a la universidad.
¿Pueden imaginarse el calvario de los adoloridos padres ante tanto subterfugio legal? El amparo que interpuso la universidad retrasó el proceso un año y medio. La interrupción hizo que se venciera el plazo para la investigación del Ministerio Público, e imposibilitó diligencias importantes para el caso. En medio del dolor, para estos padres resulta cada vez más incomprensible la actitud de la UVG. Cuando algún reportero interesado en el caso pregunta sobre la sospecha de asesinato, la posición de la UVG es que los estudiantes habían bebido licor; por eso el “accidente”.
Pero el biólogo de la minera dijo, en su primera declaración, que él no les sintió olor a alcohol, declaración que coincide con los hallazgos de las necropsias. ¿Qué puede perder la universidad —que sea más importante que la vida de tres de sus estudiantes— si se averigua lo que pasó? ¿Qué pudo sucederle a esos chicos, como para que la universidad donde estudiaban esparza rumores tan ruines? Abundan elementos y tiempo para la especulación. Los padres de Nahomy, Juan Carlos y Ángel tienen alguna esperanza, pues trasladaron el caso a una fiscalía en la ciudad capital, lo cual les facilita las cosas. Ellos esperan que, con la ayuda del Ministerio Público, se llegue pronto a la resolución del caso.