El evento fue la primera ceremonia de apertura olímpica de la historia en el río Sena que además incluyó un desfile de delegaciones deportivas en 85 barcos, numerosos cuadros artísticos y actuaciones de artistas internacionales como la canadiense Céline Dion y la estadounidense Lady Gaga.
El Vaticano no citó partes concretas de la ceremonia, pero la polémica se ha centrado en ese segmento, llamado “Festividad”.
En un momento de la ceremonia, un grupo de personas, incluidas varias drag queens, aparecía en una larga mesa que para muchos evocaba representaciones de la comida final que Jesús compartió con sus apóstoles antes de su crucifixión, plasmada en lienzo por el pintor Leonardo Da Vinci, algo que los directores del espectáculo niegan.
“La Santa Sede, entristecida por algunas escenas de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, no puede sino unirse a las voces que se han alzado en los últimos días para deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones”, indicó el pronunciamiento emitido por el Vaticano.
Tras la ceremonia transmitida a nivel global, muchos líderes de otras denominaciones religiosas expresaron su solidaridad con la iglesia católica francesa, según la Conferencia Episcopal Francesa.
“Pensamos en todos los cristianos del mundo que se han sentido heridos por los excesos y las provocaciones de ciertas escenas”, aseguraron los obispos franceses.
“En un acontecimiento prestigioso, en el que el mundo entero se une en torno a valores comunes“, continúa el comunicado del Vaticano, “no debe haber alusiones que ridiculicen las convicciones religiosas de muchas personas”, añade que “la libertad de expresión, que evidentemente no se cuestiona, encuentra su límite en el respeto a los demás”.
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Los organizadores aseguraron que pretendían representar una fiesta pagana dirigida por una de las divinidades griegas del Olimpo, Dionisio (o Baco), dios del vino y del teatro. El director artístico del espectáculo, Thomas Jolly, explicó que su intención era “enviar un mensaje de amor, un mensaje de inclusión”, pero las explicaciones no mitigaron las críticas.
El secretario general de la CEF, el padre Hugues de Woillemont, destacó en la red social X (Twitter) la contradicción entre la “inclusividad manifestada y la exclusión efectiva de ciertos creyentes. No es necesario herir las conciencias para promover la fraternidad y la sororidad”.
El sábado 27 de julio, el portavoz del Comité Organizador, Michaël Aloïsio, respondió a las solicitudes de explicaciones: “Mantenemos nuestra decisión de superar los límites”.
Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, perteneciente a un partido de raíz islámica, anunció esta semana su intención de llamar al Papa Francisco para denunciar la “inmoralidad” de ese evento.
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La escena fue criticada igualmente por el guía supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, y por el expresidente estadounidense y candidato republicano Donald Trump, que la tachó de “vergonzosa”.