No cabe duda de que en los tiempos modernos loque impera es la moda, y de esa cuenta muchos portan ese tipo de aretes en loslabios, lengua y ombligo, por mencionar algunos lugares, para estar “in”(dentro).Pero lo que se conoce hoy como un rito urbanotiene sus raíces en las culturas indígenas. Nació hace miles de años y lafinalidad de colocarse materiales como pequeños trozos de huesos de animales ensu cuerpo era, según la creencia, para alejar a los malos espíritus o evitartragedias.
Aunque la historia puntualiza que prácticascomo tatuarse, perforarse la piel o marcarse con cicatrices han sido un pasodel individuo hacia la adultez también evidencia pertenencia a un grupodeterminado; el dolor y la determinación eran elementos primordiales enaquellos ritos ceremoniales.
En la actualidad, perforarse para luciraretes, barras o colgantes no tiene el prestigio de entonces, pero tampoco dejade ser un rito de inicio o permanencia. Según el Centro de Investigación Pew,de Estados Unidos, es la última generación de la cultura occidental a la quemás le ha gustado estas prácticas. Los datos recabados indican que en ese paísdel norte el 30 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 25 años tiene otrasperforaciones en el cuerpo, además de la más común, la del lóbulo de la oreja,mientras que en las personas de entre 40 y 64 años solo lo hace el 6 porciento.
Si bien esto marca una conducta individual, elasunto va un poco más allá. El sociólogoestadounidense Lauren Langman, en su libro The Evolution of Alienation: Trauma,Promise, and the Millennium, explica que la alteración del cuerpo a través detatuajes y perforaciones representa una forma de tomar distancia de las clasesdominantes, el estilo de vida moderno y las identidades que estos generan.
Langman afirma que el dolor se asume como elinicio de una identidad más estable ypermanente. Sin embargo, en el aspecto psicológico denota ciertascaracterísticas distintivas: “En algunas personas el dolor provoca un placersimilar al que se siente después de alcanzar un objetivo. Es comosentirse libres interiormente, aunque hayan restricciones exteriores como lasnormas sociales, lo que no lo aleja de ser un autoerotismo negativo”, explicala psicóloga Silvia Palma, de la clínicaÁlter Ego.
Demanda en el país
La nueva generación no ha sido indiferente aestos recursos como expresión. “La dinámica de nuestra sociedad ha producidojuventudes cada vez más confrontativas, por ello es evidente la popularizaciónde estas prácticas, y todavía no se entiende que muchos de los jóvenes quegustan de ellas no están relacionados con la delincuencia o la violenciasocial”, comenta Marco Antonio Garavito,de la Liga de Higiene Mental.
La principal objeción de los padres hacia esta manifestación, sin duda, es ladificultad de insertarse en el mundo laboral, a lo que Langman responde que en un mundo globalizado con poca permanencia en el empleo y relaciones amorosas noduraderas, la modificación del cuerpo ofrece un sentido de permanencia, laidentidad y el empoderamiento personal.
Luis Moreira el Guato tiene un estudio de tatuajes y piercing en Antigua Guatemala,es un artista del cuerpo que ha efectuado unas dos mil 500 perforaciones enel transcurso de ocho años. Asegura que la mayoría de sus clientes tiene entre16 y 25 años. En el caso de los menores deben llegar acompañados de sus padrespara que supervisen el procedimientohigiénico adecuado.
El Guato, quien también es enfermero,recomienda que quienes se perforen por primera vez utilicen joyería de aceroquirúrgico 316 sin color, y que se aseguren de que quien se la coloque tenga laexperiencia necesaria, pues una perforación mal hecha nunca sanará, o en elpeor de los casos, podría ser motivo de contagio de alguna infección. Además,todo el material debe ser esterilizado, desechable y de buena calidad.
Las perforaciones más solicitadas entremujeres son las de ombligo y nariz, mientras que en los hombres la de cejas ylóbulos. Entre los más exóticos están elseptum, smile, y los extremos son losque se colocan en los genitales.
Antes de decidir en qué parte del cuerpo se hará este procedimiento, es conveniente indagar si el estudio utiliza un esterilizador, material de calidad y si esusuario de una empresa de deshechos hospitalarios, para seguridad de los clientes y de laspersonas que manejan este tipo de basura.
Cuidados y peligros
Como cualquier procedimiento quirúrgico, laincrustación de estos aretes también requiere de cuidados.
El Guato asegura que el proceso de cicatrización dura de tres mesesa un año, lo cual depende del lugar que se perfore y la higiene diaria y continua del área. Losriesgos más serios son adquirir hepatitis C o VIH.
La dermatóloga Garbiñe Riley, del Instituto deDermatología y Cirugía de la Piel, que funciona en la capital, asevera que después de dos a seis semanas la herida debe verse sanay no dar molestias. Explica que si unaperforación no se practica correctamenteo en el lugar adecuado, puede causar sangrado en exceso y provocar que el cuerpo rechace el objeto extraño. Los principales síntomas son enrojecimiento del área, picazón, hormigueo,irritación, formación de costras y supuración serosa.
Entre los metales que se recomienda noemplear está el níquel, debido a que podría desencadenaruna respuesta alérgica durante lasprimeras 48 horas después de laperforación y en dos horas si se coloca en una perforación antigua.
No hay controles
Uno de los problemas vitales de esta práctica es que nadie las supervisa. “En Guatemala no existen regulaciones sanitarias para los artistas del cuerpo. Lasmedidas que se implementen en cada estudio son autoimpuestas y dependen delgrado de profesionalismo y responsabilidad de cada uno“, afirma el Guato.
En Suiza, en el 2007, funcionaban unos 350 estudios de tatuajes y piercing. Eseaño se reportó un elevado número deintervenciones quirúrgicas causado por complicaciones de tatuajes, perforaciones e intoxicaciones por el uso de pigmentos inadecuados. Estomotivó a la Oficina Federal de Salud Pública y algunos de los artistas másreconocidos de aquel país a elaborar normas de conducta higiénica para laatención de sus clientes. Esta oficina supervisa de cerca, durante dos años, a los estudios, para asegurarse que noinfrinjan las normas establecidas.
Los tatuajes, así como los piercings, no pueden ser colocados en menores deedad, diabéticos, embarazadas y enpersonas con algún tipo de dermatosis activa, como verrugas víricas, herpes einfecciones bacterianas, según los expertos.
Tampoco resultan aconsejables para los que padecende psoriasis y líquen plano, enfermedades que causan erupciones y picazónrecurrente en la piel o en la boca. Por otro lado, si se tiene tendencia asufrir cicatrices queloides –grandes cicatrices con aspecto abultado–, lasineludibles heridas causadas por el tatuaje o el piercing pueden dejar señalesque resultan poco estéticas.
Finalmente, ciertos medicamentos son incompatibles conestos adornos corporales. Este es el caso de la isotretinoína, que se recetapara el tratamiento del acné, y de los anticoagulantes, que reducen lacapacidad coagulante de la sangre, y por tanto, impiden la cicatrización de lasheridas causadas por la máquina detatuar o por la incisión del piercing. Así pues, para evitar problemas, lomejor es consultar con el médico antes de decidirse por dibujarse o perforarseel cuerpo.