Emulando a los espantapájaros
En medio de aquel ambiente de esperanza, de pronto apareció una turba, dentro de la cual iban algunos encapuchados, armados de palos, piedras y machetes que atacaron a los asistentes, los cuales estaban desarmados y sin ninguna protección. El saldo del ataque fue de varias personas heridas incluyendo mujeres y niños, destrucción de vehículos, mobiliario y equipo de computación.
El objetivo del evento era la contratación de unos 800 trabajadores para el proyecto San Gabriel y fue coordinada con las autoridades locales (los Cocode) y alcaldes auxiliares debido a la necesidad que tienen las personas de un ingreso honrado y estable por medio de un salario digno, lo cual es rechazado por grupos que se oponen al progreso y al desarrollo de la región. Lamentablemente, el intento terminó en desgracia gracias a ese grupo violento que constantemente se opone al desarrollo.
El señor Julio Camey Caxe, al enterarse de que el grupo se dirigía a Cruz Blanca, corrió para prevenir a su hijo Héctor Daniel Camey, colaborador de la empresa Altopino. Para detenerlo, le lanzaron una pesada piedra a la cabeza; minutos después, don Julio fallecía a consecuencia del tremendo golpe.
Lo que más preocupa es la indolencia de las autoridades que ya saben quiénes son los activistas y ecologistas que manipulan a estos grupos y siguen con toda impunidad teniendo ya en su haber varios asesinatos. Vamos a ver si aquí el Ministerio Público investiga y presenta pruebas no solo contra los autores materiales sino que también siga, como hace con los militares, a toda la cadena de mando, que alcanza hasta oenegés que mantienen su presencia apoyando estos hechos de violencia.
Lo más incierto es el futuro de los trabajadores que laboran y laborarán en el nuevo proyecto, los cuales continuamente son asediados por estas bandas criminales. Los trabajadores mantienen y mantendrán el riesgo de ser blanco de los ataques contra su integridad física y vida, debido al patrón de reacción que caracteriza y ha caracterizado a estos grupos extremistas y anarquistas de izquierda. Lamentablemente estas, con sus discursos demagógicos, han mantenido engañada a la comunidad internacional, de donde obtienen el financiamiento desde hace varias décadas.
Desde hacía semanas se había pedido la protección de fuerzas de tarea combinadas para resguardar la salud y la integridad física de los asistentes al evento, pero sencillamente se dejó pasar hasta que costó una vida.
El plan de organizaciones como Codeca, FNL, CUC y otras está a la vista, extendido por todo el país. Acciones similares hemos visto en hidroeléctricas, mineras, torres de alta tensión y todo lo que implique generación de empleo y desarrollo.
El proyecto San Gabriel, como muchos otros, son de gran envergadura, y por acciones como esta están en riesgo.
Realmente nos cuesta comprender la indolencia de las autoridades para detener a estos grupos de delincuentes y criminales que continúan burlándose de los encargados del orden público, cuya presencia emula a los espantapájaros.
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