Con otra mirada
Roberto González Goyri en su centenario
Rompió las ataduras académicas, afianzó la confianza en sí mismo y desarrolló identidad nacional.
Hablar de Roberto González Goyri (1924-2007) con ocasión del centenario de su nacimiento, hizo recordar mi ingreso a la Facultad de Arquitectura en 1968, con apenas 21 años de edad. Sabrosa etapa, cuando todos los poros del cuerpo estuvieron abiertos para absorber cuanto sucedía en mi pequeño mundo, que se abría al amplio mundo de los catedráticos, entre quienes estaba el maestro González Goyri y su espectacular universo del diseño y el color. Esbozaré una línea de tiempo que permita visualizar al hombre y su tiempo.
Formó parte de los grandes modernistas del siglo XX. Hombre congruente y consecuente con su tiempo.
La II Guerra Mundial pilló al joven Roberto con apenas 15 años de edad. Su temprana vocación artística fue estimulada por sus tíos Fernando y Óscar, quienes lo guiaron en sus primeros pasos e indujeron a la Academia Nacional de Artes Plásticas, en donde conoció a quienes serían sus colegas y amigos de por vida: Guillermo Grajeda Mena, Dagoberto Vásquez y Juan Antonio Franco. Con ellos compartió la experiencia del arte del vidrio en el taller de Julio Urruela Vásquez, a cargo de los vitrales del Palacio Nacional, magna obra del dictador Jorge Ubico, quien asumió la presidencia el 15 de febrero de 1931 y se entronizó en el poder hasta el 1 de julio de 1944, cuando renunció ante la presión popular y la de sus amigos más cercanos, contenida en la conocida Carta de los 311.
La Revolución del 20Oct1944 puso fin a ese oscuro período y llevó a Guatemala a la modernidad. Roberto, entonces de 20 años, recuerda: “Aquella madrugada del 20 de octubre se abrió una ventana al sol para dar paso a un aire fresco y renovador”. En 1948 obtuvo beca para estudiar en Nueva York, viaje que amplió su horizonte artístico, rompió las ataduras académicas, afianzó la confianza en sí mismo y desarrolló identidad nacional.
Su regreso en 1952 coincidió con el de otros jóvenes que estudiaron Arquitectura en México y EE. UU.: Roberto Aycinena, Carlos Haeussler y Jorge Montes, quienes ocuparon cargos, junto a otros profesionales, en las oficinas públicas más importantes que requerían de diseño urbano y arquitectónico: la municipalidad capitalina y la Dirección General de Obras Públicas.
El brutal golpe de Estado que abortó la Primavera Democrática 1944-1954 no impidió que su influjo en proyectos, ideas de progreso y desarrollo se prolongara en el tiempo. Entre estos, la demolición de la colina de El Calvario, frente a la 18 calle, que abrió la perspectiva de la 6ª avenida hacia la zona 4, intervenciones urbanas con calles y puente en las zonas 4 y 5, y la creación del Centro Cívico.
El Centro Cívico es un conjunto urbano, arquitectónico y artístico inspirado en las ciudades mayas. Conjuga plazas y plataformas sobre las que se asientan edificios y calzadas. La integración de las artes plásticas fue resultado de concursos de diseño entre los más connotados artistas: Roberto González Goyri, Guillermo Grajeda Mena, Carlos Mérida, Efraín Recinos y Dagoberto Vásquez. Maestros que diseminaron por toda la ciudad el más rico legado artístico a escala urbana existente en todo el país.
Así, la obra de Roberto González Goyri está presente en el IGSS, con su talud-tablero sobre la 7ª avenida. En el Banco de Guatemala, al exterior, en la abstracción de gigantes estelas mayas de la fachada poniente, y en el Crédito Hipotecario Nacional, en la fachada oriente.
González Goyri formó parte de los grandes modernistas del S. XX en Guatemala; generación que tuvo como común denominador: talento, habilidad, conocimiento, elegancia, disposición de trabajo en equipo y honradez absoluta. Es decir, hombre congruente y consecuente con su tiempo.