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¿Pueden las vacunas reducir el riesgo de covid persistente? Esto dice un estudio
En los dos primeros años de la pandemia, la tasa de coronavirus persistente fue notablemente inferior entre las personas que estaban vacunadas, informaron los investigadores.
Un salubrista prepara una dosis de la vacuna Pfizer covid en una clínica de San Juan, Puerto Rico. (Foto Prensa Libre: Erika P. Rodriguez/The New York Times)
Un nuevo estudio a gran escala aporta algunas de las evidencias más sólidas hasta la fecha de que las vacunas reducen el riesgo de desarrollar covid persistente o prolongada.
Los científicos analizaron a las personas infectadas en Estados Unidos durante los dos primeros años de la pandemia y descubrieron que el porcentaje de personas vacunadas que desarrollaron covid persistente era mucho menor que el porcentaje de personas no vacunadas que sí lo hicieron.
Los expertos médicos han afirmado anteriormente que las vacunas pueden reducir el riesgo de covid persistente, en gran parte porque ayudan a prevenir enfermedades graves durante el periodo de infección y las personas con infecciones graves tienen más probabilidades de presentar síntomas a largo plazo.
Pero muchos individuos con infecciones leves también desarrollan covid persistente, y el estudio, publicado el miércoles en The New England Journal of Medicine, descubrió que la vacunación no eliminaba todo el riesgo de desarrollar la enfermedad, que sigue afectando a millones de personas en Estados Unidos.
“Existía un riesgo residual de covid persistente entre las personas vacunadas”, escribió en un editorial adjunto Clifford Rosen, científico principal del Instituto de Investigación MaineHealth, quien no participó en el estudio. Por ello, añadió Rosen, los nuevos casos de covid persistente “pueden seguir sin disminuir”.
El estudio evaluó los historiales médicos de millones de pacientes del sistema de salud del Departamento de Asuntos de los Veteranos. Involucró a casi 450 mil personas que tuvieron covid entre el 1 de marzo de 2020 y el 31 de enero de 2022, y alrededor de 4.7 millones de personas que no se infectaron durante ese tiempo.
La población del estudio de veteranos era significativamente menos diversa que la población general estadounidense. Casi tres cuartas partes de los participantes eran blancos, alrededor del 91 por ciento eran varones y su edad media era de 64 años.
Los investigadores analizaron los historiales médicos para calcular el porcentaje de pacientes de covid que tenían covid persistente un año después de infectarse. La tasa más baja de covid persistente en el estudio, el 3.5 por ciento, se produjo entre las personas vacunadas que se infectaron durante el último período del estudio, entre mediados de diciembre de 2021 y enero de 2022.
Eso se compara con una tasa del 7.8 por ciento para los pacientes no vacunados en el estudio que fueron infectados durante el mismo período.
“Encontramos que gran parte de la disminución es atribuible a la vacunación”, dijo el autor principal del estudio, Ziyad Al-Aly, el jefe de investigación y desarrollo en el Sistema de Atención a la Salud de Asuntos de los Veteranos de St. Louis y epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en St. Louis.
Aun así, dijo, “la eficacia de las vacunas disminuye considerablemente con el tiempo, y la gente no está al día con las vacunas anuales”.
Y añadió: “No podemos tenerlo todo. No podemos decir que la covid a largo plazo ha bajado gracias a las vacunas y luego abandonar la vacunación. Esto hará que vuelvan a aumentar los casos”.
Para descartar otras posibles causas, los investigadores tuvieron en cuenta comparaciones entre personas no infectadas que desarrollaron síntomas similares, dijo Al-Aly.
Por ejemplo, los principales síntomas de covid persistente, como la fatiga y la niebla cerebral, también pueden afectar a pacientes con cáncer y otras afecciones, por lo que los autores restaron la tasa de esos síntomas en la población no infectada de la tasa en las personas infectadas para calcular el porcentaje atribuible a covid persistente, dijo.
El estudio abarcó el periodo comprendido entre la aparición inicial del coronavirus y la llegada de dos variantes cada vez más contagiosas —delta y ómicron— tras el despliegue de las vacunas. Los autores compararon los resultados entre pacientes vacunados y no vacunados, pero no calcularon una tasa para ambos grupos juntos.
Los investigadores descubrieron que entre las personas no vacunadas infectadas entre el 19 de junio y el 18 de diciembre de 2021, cuando delta era la variante dominante, la tasa de covid persistente un año después disminuyó ligeramente al 9,5 por ciento desde el 10.4 por ciento entre los infectados en los primeros 15 meses de la pandemia.
La tasa disminuyó aún más —hasta el 7.8 por ciento— entre las personas no vacunadas infectadas entre el 19 de diciembre de 2021 y el 31 de enero de 2022, durante la oleada de ómicron.
Entre las personas vacunadas que se habían infectado, las tasas de covid persistente fueron notablemente inferiores. Las diferencias en las variantes y otros aspectos de los periodos de las variantes delta y ómicron desempeñaron un papel, dijeron los autores, pero atribuyeron alrededor del 72 por ciento de la disminución a las vacunas.
Alrededor del 5.3 por ciento de los infectados durante el periodo de la variante delta tenían covid persistente un año después, y el 3.5 por ciento de los infectados durante el periodo de la variante ómicron lo tenían.
“Esto es más bajo que en fases anteriores, pero no es bajo”, dijo Al-Aly. “Multiplicado por el enorme número de personas que siguen infectándose y reinfectándose, el 3.5 por ciento por cada cien adultos infectados se traducirá en millones de casos adicionales de covid persistente”.
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Los investigadores no analizaron periodos de tiempo posteriores, pero una encuesta reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informó de que alrededor del 5.3 por ciento de los adultos de Estados Unidos —unos 13.7 millones de personas— padecen actualmente covid persistente.
Los autores señalaron que los síntomas de covid persistente en la mayoría de las categorías, incluidos los problemas cardiovasculares y renales, disminuyeron durante los dos primeros años de la pandemia, pero los problemas gastrointestinales, metabólicos y musculoesqueléticos aumentaron durante la era de la variante ómicron en las personas no vacunadas, probablemente como reflejo de cambios en el virus y otros factores.