MIRADOR

El descubrimiento de las izquierdas

Después de 30 días con una autopista semicerrada, serán esos dos actores, vilipendiados por quienes ahora los utilizan, los que solucionen un problema nacional.

En España, a mediados de los años 80, el partido socialista obrero español (PSOE), junto con sus aliados de izquierda —partido comunista y otros— tuvieron en mente la disolución de la Guardia Civil y de la Legión española. Ambas instituciones fueron tachadas de franquistas y su desaparición parecía ser la hoja de ruta de aquellos partidos políticos. Sin embargo, a principios de los años 90, las operaciones de paz y el conflicto en la antigua Yugoslavia demandaban fuerzas militares y policiales para participar en aquellos lugares. Súbitamente, la izquierda política española “descubrió” a la Legión, como fuente inagotable de participación en dichas misiones, y a la Guardia Civil, como una de las tres policías que la OTAN empleó en operaciones, junto con los Carabineros (italianos) y la Gendarmería (francesa). La izquierda acababa de establecer dos pilares fundamentales de acción exterior, todavía hoy vigentes.


Aquí la historia se repite. De una crítica tóxica al Ejército nacional y un desprecio más que evidente al empresariado, de pronto —cuando la necesidad aprieta, como ocurrió en el viejo continente— se sublima a los militares y se les ordena actuar, y junto con el sector empresarial, al que se le solicita colaboración, les encomiendan aquello en lo que el gobierno no puede, no sabe, no quiere, o carece de capacidad para resolver. Después de 30 días con una autopista semicerrada y otros contratiempos, serán esos dos actores, vilipendiados por quienes ahora los utilizan, los que definitivamente solucionen un problema nacional ¡Cómo es la política y cuántos inescrupulosos!
Igual que en el viejo continente, ha sido un gobierno de izquierdas el que ha advertido el daño que se hace a determinadas instituciones al abrir la boca de más cuando se está en la oposición, o por proponer campañas populistas y de desprestigio, con discursos polarizadores y agresivos, de los que ahora no les queda de otra que desdecirse. También hay grupos de hinchas de esos políticos, de quienes toman las consigna o les hacen la campaña de multiplicársela con hasthtag contra el sector empresarial, sobradamente conocidos, y aquellos otros que rechazan lo que denominan fútilmente “intervencionismo militar”.

Ha sido un gobierno de izquierdas el que ha advertido el daño que se hace a determinadas instituciones al abrir la boca de más cuando se está en la oposición.


El rechazo militar y empresarial es sin duda político-ideológico, y aunque nada es perfecto, sería de esperar que este cambio de dirección sea el punto de partida de unas nuevas relaciones civiles-militares, así como el giro en la percepción sobre el sector empresarial, generador de riqueza y poseedor de capacidades que pueden ser utilizadas en momentos de necesidad, en la que la voluntad y el empleo de maquinaria pesada para trabajos complejos no son las únicas. Ambas instituciones han dado un paso al frente y/o aportado recursos cuando ha sido necesario: covid-19, erupción del volcán de Fuego, apoyo helitransportado durante inundaciones, búsqueda de desaparecidos en excursiones y otros eventos que abarcan plantación de árboles o limpieza de cursos de agua.


Una sociedad madura debe aprovechar esos espacios de reducción de brechas entre sectores y ser ecuánime y racional. Tenemos instituciones útiles y capaces, otra cosa es que no estén suficientemente consolidadas, pero justamente estos momentos históricos permiten cambiar el rumbo de desprecio y rechazo por otro de aceptación e inclusión. En el caso nacional estamos en ese momento en el que debemos situarnos por encima del odio ideologizado que algunos destilan. La razón se impone con el tiempo; el crédito hay que otórgaselo a quien corresponde, y al igual que ocurriera en la España de los 90, la Guatemala de los veinte del presente siglo debe reconocer la voluntad de servicio de sus empresarios y de su Ejército.

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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