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Opinión: El turismo, si no es sostenible, no es turismo
La sostenibilidad implica que el modelo de gestión que permita dar mantenimiento a la infraestructura de atractivos turísticos y haga rentables los negocios turísticos.
El interés de los turistas en buscar ayudar al medioambiente en Guatemala, puede ser un gancho para atraer más visitantes a los lugares turísticos. (Foto Prensa Libre: Freepik)
Hemos escuchado y leído muchas veces sobre el turismo sostenible. Para comprender este concepto debemos partir de lo que significa sostenibilidad. Según la Organización de las Naciones Unidas el desarrollo sostenible “incluye procesos mediante los cuales se satisfacen las necesidades económicas, sociales, de diversidad cultural y de un medio ambiente sano de la actual generación, sin poner en riesgo la satisfacción de las generaciones futuras”.
Aplicado al turismo como a la actividad en la que las personas se movilizan con motivaciones diversas, ocio, recreación, trabajo, etc. implica que dicha actividad no solo debe ser una responsabilidad del visitante que ejerce su derecho al turismo, sino también de los entes que gestionan la actividad, servicios y productos vinculados.
Los turistas están cada vez más conscientes sobre su responsabilidad al viajar, por lo que promoverse como un destino o servicio sostenible sin serlo solo merma credibilidad y reputación.
Por ello, los retos que implican el turismo sostenible son amplios y de compleja gobernanza. Si bien el término sostenibilidad es ya algo bastante asimilado, aunque no en todo su alcance, hablar de turismo sostenible suena a redundancia. Hoy el turismo, si no es sostenible, no es turismo. Así lo han reflexionado expertos en los últimos años.
Entonces, para poder impulsar el turismo responsablemente, el primer paso es que se tome la decisión por parte del gobierno central y municipal, así como por los empresarios y comunidad local. Es un compromiso por la mejora continua y por contribuir en lo que cada uno compete. La planificación debe ser desde lo local, basado en un modelo definido por la política pública que dé lineamientos a las entidades centrales sobre lo que se espera desde sus carteras.
Por ejemplo, los administradores de atractivos turísticos como áreas protegidas, sitios arqueológicos y museos deben buscar contar con infraestructura de atención que considere el uso eficiente de energía y agua, así como la disposición de desechos sólidos y líquidos de manera sostenible.
Por su parte las comunidades anfitrionas su principal responsabilidad es proteger y resguardar su patrimonio natural y cultural, mostrar con respeto sus tradiciones y procurar que los turistas no solo participen de las actividades, sino que sean procesos de aprendizaje e intercambio cultural en el que ambas partes resulten beneficiadas mediante el enriquecimiento mutuo.
Los empresarios, pequeños y grandes no solo deben buscar dar un servicio de calidad, sino también buscar una gestión que respete los recursos de su entorno, realice compras en cadenas cortas de valor y sean una oportunidad para el crecimiento de los empresarios locales y generar empleos formales.
Pero la sostenibilidad va más allá de cuidar árboles, no botar basura y preservar tradiciones. La sostenibilidad implica que el modelo de gestión sea una fuente de ingresos para todos, que permita dar mantenimiento a la infraestructura de atractivos turísticos, haga rentables los negocios turísticos y genere bienestar económico para las familias que participan en la actividad.
Con todo esto pareciera que el término sostenible es abarcador, y lo es, pero no termina de clarificar la inclusión de otros conceptos y prácticas tal como el turismo solidario. Este término busca hacer del turismo no solo una actividad de desarrollo, sino también una que garantice el disfrute del ocio y recreación de todos. Así, el turismo solidario implica hacer accesible la infraestructura y servicios para personas con cualquier discapacidad, ofrecer oportunidades para grupos vulnerables que no tienen medios para disfrutar de unas vacaciones como las personas de tercera edad o familias que no pueden costearlas.
Finalmente, un nuevo término es el turismo regenerativo, muy de la mano de la economía circular, no solo motiva a la conservación del patrimonio y transferencia de conocimientos, sino además a que las actividades puedan utilizar y reutilizar los recursos, además que el turismo haga que el impacto se disminuya con prácticas de renovación y revitalización de recursos y espacios. Es hacer que el balance después de hacer turismo sea positivo y no solamente neutro.
Se podría decir que los retos parten de la definición política y decisión local de un turismo sostenible y continúan con la homologación del conocimiento sobre la gestión sostenible y la inversión en recursos humanos y materiales para implementar correcciones y mejoras. En este último punto es donde las empresas y entidades públicas responsables de los atractivos, encuentran más dificultades. El financiamiento desde el gobierno central para incluir mejoras y mantenimiento preventivo es limitado, así como para programas que fomenten e incentiven la adopción de prácticas sostenibles en las empresas. Por su parte, al ser estas en su mayoría mipymes, no califican para préstamos bancarios que les permitan hacer inversiones en equipos más eficientes y en implementar tecnologías de ahorro de energía y agua, así como de disposición de desechos.
A pesar de lo anterior, la cooperación internacional tiene líneas de crédito y de asistencia técnica no reembolsable para temas relacionados como la gestión del cambio climático, mejora de oportunidades para jóvenes y mujeres, algunos otros para la conservación de patrimonio cultural. También hay proyectos que buscan dar asistencia a las empresas promoviendo el intercambio de conocimientos, asesorías y pequeños fondos para capital semilla, pero no es suficiente para las verdaderas inversiones que requieren.
Un aporte desde las administraciones nacionales de turismo y otros entes regionales e internacionales es la propuesta de sistemas de gestión de calidad y sostenibilidad, algunos de estos gratuitos, que les permite a atractivos y empresas hacer una evaluación inicial sobre el cumplimiento de criterios e indicadores, les asesoran en cómo mejorar esa evaluación para poder alcanzar una certificación que les respalde ante clientes y proveedores y que sea una línea de base para la mejora continua.
Guatemala tiene una política y plan maestro de turismo sostenible que han servido de guía para la gestión en los últimos años. Es importante hacer una evaluación en su implementación y concluir la formulación de los nuevos instrumentos a partir de los aprendizajes ganados.
No importa desde qué posición vemos al turismo: como turistas, empresarios del sector, comunidades, autoridades públicas o cooperantes, todos tenemos responsabilidad en la gestión sostenible del turismo.
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