Meta humanos

Cuando el río suena, basura lleva

La basura no aparece mágicamente, hay responsables y somos nosotros.

Donde un político prometa de todo menos el cuidado del medio ambiente, “allí no es”. Donde se hable de solidaridad, seguridad, economía y desarrollo sin tomar de base las necesidades del territorio y su entorno, “allí no es”. Donde los alcaldes hablen de estructuras, calles, carreteras, pero no de la infraestructura verde como árboles, ríos, lagos y otros… allí, no es.

La basura no aparece mágicamente, hay responsables y somos nosotros.

En términos generales, somos una sociedad que bien podría ser objeto de estudio; tenemos ciudades que prefieren ocultar sus desechos para tener una imagen visual “estética” antes que mantener sus fuentes hídricas con calidad. Los barrancos han sido castigados durante años por parte de las autoridades municipales, son para sus ojos miopes espacios para depositar desechos y, en construcción, espacios obsoletos a los cuales se les puede, en términos coloquiales, “sacar poca raja”, pues no son urbanizables.

Ese criterio obsoleto ha socavado la integridad de la infraestructura verde, la cual se requiere para asegurar la calidad de vida de la población.

Con las primeras lluvias es noticia, los tragantes tapados, las calles inundadas y, claro, el desastre natural de la basura que será arrastrada por el río de Las Vacas hasta llegar a las costas de Honduras, contaminando municipios, departamentos y al menos dos países (Guatemala y Honduras). Contaminación que, a su paso, deja registro de la mala cultura de desecho que tenemos y de la ausencia de gestión ambiental.

Claramente no es solo un tema de delegar la responsabilidad y culpar a las instituciones. Estos son problemas estructurales que, como sociedad, deberíamos priorizar. La basura no aparece mágicamente, hay responsables y somos nosotros. Hemos botado y votado por ese sistema donde nos importa poco qué consumimos y cómo lo hacemos, pues el individualismo ha socavado la integridad colectiva de pensar en nosotros y ha hecho olvidar que el medio ambiente es un patrimonio de todos.

Sin embargo, sí hay una clara responsabilidad política y social por parte de quienes hoy ostentan el poder territorial. Los alcaldes, que en muchos casos repiten, una, dos y hasta cuatro veces período, y que, a pesar de las consecuencias de sus años en los cargos públicos, siguen sin atender la urgencia de plantas de tratamiento, parques que absorban el agua de la lluvia, la regulación del suelo y otras acciones, que sí son su responsabilidad y que en muchos casos es eludida, pues “no es una prioridad”. No es y no será casualidad que en los siguientes años se hagan noticia los desastres naturales  consecuencia de la tala indiscriminada de árboles, la ausencia de planes de resiliencia ante el cambio climático y la falta de plantas de tratamiento que permitan sanear nuestras aguas, las cuales hoy están llenas de basura y heces.

Cuando el río suena, piedras lleva; en este caso, cuando los argumentos y comentarios de los gobiernos locales sean excusas y no soluciones ni propuestas ante los temibles sucesos que acontecen con los efectos climáticos, tenga por seguro que ese río ya no lleva piedras, solo basura. Basura que será una consecuencia para la comunidad, el territorio y el futuro de sus hijos.

No hace falta decir soluciones, pues las hay, de mil formas y muchas maneras, pero hace falta voluntad política, una que debe ir de la mano con una profunda responsabilidad con el futuro del país y no solo con los votantes que quieren ver obras.

Exhorto a los alcaldes, asociaciones, empresas y, por qué no, al ciudadano común a que cada acción que hagamos nos aseguremos de que sea positiva, próspera y que no termine sumergida en los ríos de este hermoso país.

ESCRITO POR:

Kevin Segura Carrillo

Arquitecto, egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con estudios de posgrado en desarrollo urbano y territorio, doctorando en políticas públicas y docente de vocación