Catalejo

El arte y la discusión sobre dónde debe estar

La subasta de una máscara maya de jade en Londres despierta la discusión sobre dónde deben estar las obras de arte.

La reciente venta de una muy valiosa máscara maya en la casa de subastas inglesa Sotheby’s, puso de pronto en el tapete nacional la necesaria reflexión sobre la validez de la adquisición de obras artísticas originadas en las culturas antiguas. El asunto abarca a los museos y a las colecciones privadas anónimas, diferenciadas por un hecho: en los primeros, existe la posibilidad al gran público para ir a verlas, ya sea con fines de experiencia personal o con el fin de estudiarlas y explicarlas por medio de libros de Historia del Arte. Esas posibilidades se eliminan en el caso de las obras llevadas para su admiración por un grupo muy exclusivo de personas familiares o amigas de quien las ha adquirido. Es un asunto no sólo importante, sino propicio para la discusión.

La subasta de una máscara maya de jade en Londres despierta la discusión sobre dónde deben estar las obras de arte.

El principal motivo es una pregunta fácil de responder: ¿fueron esas obras realizadas con el fin de convertirse en objeto de interés museográfico o de un “hobby” muy exclusivo? La obvia respuesta es no. Entonces surge otra: ante la realidad del robo de obras de arte incluso desde los museos, ¿no es mejor mantenerlas en sus salones, protegidas, en vez de trasladarlas a alguna lujosa sala de una mansión, muchas veces situada a miles de kilómetros de donde fueron inspiradas? Esta disyuntiva es el elemento de obras literarias y cinematográficas, de las cuales creo necesario señalar algunas: Topkapi, El Tren, Museo y una reciente sobre los miles de obras de arte robadas por los nazis y de su destino al final de la Segunda Guerra Mundial.

Topkapi es un bellísimo e histórico palacio turco donde se guarda una daga de oro y rodeada de piedras preciosas. La película narra las peripecias de los ladrones y su fracaso cuando ya la tienen, porque un pajarito entra por la ventana, se posa en un marco y suenan las alarmas. El Tren señala la diversa interpretación sobre el arte de un militar aliado y una integrante de la resistencia francesa. Él no entiende por qué arriesgar la vida de sus hombres para salvar cuadros antiguos y ella ve a esas vidas como un precio para salvar esa cultura universal. Museo, relata el robo real de una valiosísima pieza precolombina del Museo Nacional de Antropología e Historia de México, imposibilitada de venderse por ser demasiado notoria, ya se sabe en todo el mundo. El ladrón decide devolverla.

Sotheby’s es en sí una institución del arte mundial. Adquiere legalmente obras de arte para su subasta. La máscara maya mencionada, de jade, obsidiana y concha, proviene de las partes bajas del Petén. Guatemala repudia la venta, realizada a pesar de la convención de Unesco acerca de la permanencia de la propiedad nacional de las obras, en este caso una pieza probablemente robada en los años sesenta o setenta. Nuestro país califica de ilegal la subasta, por haberse ya iniciado las gestiones para devolverla a Guatemala. Obviamente no es la única. Destacan sobre todo los códices, calendarios mayas importantísimos, ahora llamados de Dresde, de Madrid, de París y de México. En países como Egipto y Grecia, el interés del tema tiene mayor notoriedad.

Al pedir la custodia de piezas históricas precolombinas o de otra época, se adquiere la responsabilidad de cuidarlas. En Guatemala, eso no se cumple. Hace algunos años fue robada del Calvario de La Antigua Guatemala una majestuosa e  histórica obra de Thomas de Merlo, desaparecida de la noche a la mañana. Este lamentable hecho desnuda la realidad nacional y hace preguntarse si hubiera sido mejor llevarla a un museo, porque de hecho se perdió para toda la humanidad. Este complicado asunto necesita pensar en los efectos, al tomar una posición al respecto, de dónde debe estar el arte. Sí es absurdo señalar una ausencia de conocedores, restauradores o expertos porque los hay, y de excelente calidad, pero están ocultos por envidias, sobre todo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.