EDITORIAL
Decencia debe primar en voto de abogados
¿Qué es lo que va a decidir, abogado, abogada?
El gremio del Derecho se encuentra ante la más importante decisión en tres lustros. En realidad no es complicada: solo tiene que decidir entre la integridad y los conflictos de interés, entre la decencia y la labilidad, entre Guatemala y grupúsculos oscuros que intentan copar la institucionalidad de la justicia. ¿Qué es lo que va a decidir, abogado, abogada? Y vale decir que buena parte de la confianza que guardan las figuras negras de este ajedrez se basa en el abstencionismo que ha dominado recientes procesos de votación en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala.
Hace una década que Guatemala vivió un vergonzoso contubernio politiquero, escenificado en el Congreso, dominado por las bancadas Patriota y Líder, mediante el cual se pactaron, con nocturnidad y hermetismo, nóminas completas de integrantes de la Corte Suprema de Justicia y salas de Apelaciones. Tan abyectos partidos ya están extintos a causa de sus mismos desmanes, pero aquella CSJ se extendió por casi diez años, debido a la amañada dilación en la designación de sus sucesores y gracias al oficialismo legislativo del período 2020-2023. El tardío nombramiento, bajo presión de la Corte de Constitucionalidad, llevó a recientes despropósitos como tratar de legalizar lo ilegalizable; es decir, intentar que se prolongara a cinco años el período de los magistrados actuales. Fracasaron, pero las intenciones están cantadas.
Y así como se canta una lotería de pueblo, con más posibilidad de premio para quien juega con más cartones, hay sintomáticas apuestas sobre algunas de las 10 planillas en contienda. Dinero para supuestas capacitaciones, para publicidad pagada y eventualmente para prebendas como viandas, puercos asados y edecanes repartiendo volantes en el centro de votación mañana.
La inmensa mayoría de agremiados del Colegio de Abogados y Notarios son profesionales de servicio a los guatemaltecos, plenamente comprometidos con el juramento que prestaron a la Patria —no a operadores ni a titiriteros ni a políticos mediocres—. En su desempeño diario están al tanto de las necesidades de eficiencia, competitividad, celeridad e imparcialidad del sistema de justicia guatemalteco. Por algo y estas elecciones ocurren el día del solsticio de verano, cuando la luz solar tiene su mayor duración en el año.
La sola coincidencia de fecha debería ser inspiración para que ese voto para postuladora de CSJ y de salas de Apelaciones constituya el aporte a un nuevo amanecer en el estado de Derecho guatemalteco a través de estas cruciales instancias. Los resultados de las interferencias y los tráficos de favores están a la vista. No se trata de posturas políticas, sino de criterios de calidad de desempeño, y como tal, ciertas prácticas de cortejo y casi “compra” del voto deberían ser rechazadas con cortesía, pero también firmeza. Alrededor de 36 mil colegiados están llamados a cumplir mañana con una decisión crucial.
Como en todo proceso democrático, pero sobre todo en un ente que reúne a los profesionales del Derecho, una alta participación sería una primera muestra de respeto a la ciudadanía a la cual se deben y con la cual trabajan a diario. Reza el viejo adagio que entre gitanos no se leen las manos, y a lo interno de este colectivo profesional se conocen nexos, entretelones y perfiles de aspirantes. En otras palabras, no se puede alegar desconocimiento o ignorancia del contexto en el cual se mueve la justicia, así como de los vasos comunicantes que algunas gavillas intentan copar. Abogados, la justicia de Guatemala está en sus manos y a esa patria juraron proteger y respetar.