REVISTA D

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: Una desmemoria en rebalse

Vivir del arte en Guatemala significa asumir retos económicos, históricos y colaborativos. ¿Qué implica insistir en la obra de artistas de larga carrera en un país con poca memoria?

'El fin del mundo', obra hecha por el artista Francisco Tún en 1973. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

En el 2018, un año después de haber presentado en la capital de Grecia su Sinfonía desde el Tercer Mundo, Joaquín Orellana logró lo que muchos otros artistas guatemaltecos de gran trayectoria verían como uno de los máximos hitos de su vida personal y profesional: obtener, después de años de dedicación laboral y creativa, el reconocimiento público del Estado.

El decreto 22—2018, a través del reconocimiento a Orellana, establece que al compositor le era “difícil ubicarse económicamente” en el sector productivo del medio nacional. Por tal razón, 82 diputados votaron a favor de que se le diera una pensión vitalicia de Q7 mil mensuales, además del honor público por ser una de las mentes “más prodigiosas de la música”, como resultado de su arduo trabajo.

Cinco años más tarde, el artista sigue gozando del apoyo estatal a sus 93 años, según habría constatado su familia en una nota publicada por Prensa Libre en diciembre de 2023.

Sin duda, la trayectoria de Orellana es una de las más distinguidas en la historia del país, no solo por su extensa carrera experimental, sino también porque se convirtió en uno de los pocos artistas a quienes el Gobierno ha instituido de forma directa un apoyo económico.

Aunque para muchos ha sido motivo de celebración y de interés el apoyo al compositor, surgen dudas sobre quiénes son los artistas de larga carrera merecedores de este tipo de asistencia económica.

De acuerdo con Victoria Godoy Palala, diputada integrante de la Comisión de Cultura del Congreso, la junta directiva no ha discutido las posibilidades de otorgar pensiones vitalicias a otros artistas. La legisladora enfatiza que este tipo de asistencias son insostenibles a largo plazo. “Son muchísimas las personas que lo merecen, pero la situación en todo caso es cómo generamos ese respaldo y las condiciones dignas para el artista”, añade.

Godoy Palala señala que muchos profesionales del arte no tienen registros de contratación formales, ya que los convenios para varios de sus trabajos están orientados a eventos o proyectos en los que no hay una contrato. Por ende, no existe la figura de un patrono, persona individual o jurídica que figure como su empleador.

Esto ha llevado a que muchos no puedan acceder a beneficios como una pensión, seguro social o un crédito bancario. Aunque es cierto que esto no aplica a todos los artistas, es preciso saber cuáles son las opciones para quienes carecen de una protección social.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
Joaquín Orellana en abril del 2024. El compositor goza desde hace seis años de una pensión vitalicia otorgada por el Congreso. (Foto: Hemeroteca PL)

“El arte no se considera como un trabajo en Guatemala. Desde ahí ya hay un problema de origen”, expresa la parlamentaria. Según dice, algunas dependencias públicas han considerado que el pago es “la oportunidad de darse a conocer”, con lo cual evaden remunerar su trabajo. “Es una vergüenza”, comenta.

Otro reto que destaca la Comisión de Cultura es el concepto de “trabajo artístico” y la poca importancia que se le otorga. “Hay que buscar y verificar cómo, desde el Ministerio de Trabajo, se pueda formalizar esto para que luego los artistas puedan tener acceso a seguridad social”, hace ver Godoy Palala.

La Comisión de Cultura trabaja para reconocer la dignificación del trabajo artístico a través de discusiones y propuestas que abarcan, como incorporar a cerca de 200 artistas jubilados al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

“Las clases que tenían que ver con temas artísticos eran vistas como innecesarias y tomadas como de segunda categoría. ¿Qué le vamos a pedir a un país con esas carencias?”

-Magda Angélica García von Hoegen, cantautora e investigadora

Magda Angélica García von Hoegen, cantautora con más de 25 años de carrera e investigadora sobre diversidad sociocultural e interculturalidad, coincide que la inscripción de artistas independientes al IGSS es una asignatura pendiente en la dignificación del trabajo cultural.

Una posible solución sería la de afiliarse en el instituto a partir de una cuota fija, como ha ocurrido con las trabajadoras domésticas, quienes desde el 2021 pueden inscribirse al IGSS y gozar de sus servicios mediante un programa de cuotas trimestrales. En este caso, las trabajadoras pagan un porcentaje y sus empleadores el resto.

De acuerdo con el Programa Especial de Protección para Trabajadoras de Casa Particular, la cobertura ofrecida incluye protocolos de maternidad y cuota de servicios funerarios. Los esfuerzos por visibilizar la urgencia de protección social a los artistas no son algo nuevo.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
Vista de la fachada del Instituto Guatemalteco de Seguro Social, donde se extiende el mural en mosaico elaborado por Carlos Mérida. La obra alude a la protección social que allí se ofrece a los guatemaltecos. (Foto: Hemeroteca PL)

En mayo del 2021, el diputado Alberto Sánchez presentó la iniciativa 5788, fondo del apoyo cultural, con el fin de garantizarles el acceso al IGSS, sin necesidad de que los artistas estuvieran afiliados a una organización, la cual se diferencia con la Ley del Instituto de Previsión Social del Artista Guatemalteco, cuya normativa se restringe a garantizar el resguardo social a través de una institución.

No obstante, la entidad ha sido fiscalizada y puesta en duda durante los últimos años. Después de que Sánchez presentó la iniciativa, la entonces viceministra de Trabajo, Johana Salazar, estimó que la integración de los artistas al IGSS debía ser analizada de “mejor forma”, pero transcurridos tres años, las discusiones no han dado frutos.

La búsqueda en Google con el texto “Protección de artistas IGSS” no muestra ninguna información relacionada con el gremio. La única que aparece se relaciona con los murales del edificio central del Seguro Social, ubicado en el Centro Cívico capitalino, obra de Roberto González Goyri y Carlos Mérida, antes de 1960.

Acerca del mural de Mérida que lleva por nombre La Seguridad Social, el sitio web del IGSS indica que la obra alude a la función de la entidad y de sus beneficios a la familia y la comunidad. Agrega que la imagen busca mostrar “al hombre con sus atributos físicos y espirituales, bajo la protección y cuidado de la Seguridad Social”.

El arte no es visto como una profesión

En los tiempos actuales nuestras utilidades y valores se miden a partir de lo que logramos producir en términos económicos. En este aspecto, cabe destacar la oportunidad que ocupan las artes para la inversiones de la sociedad. Del 2013 y 2022 el Banco Interamericano de Desarrollo invirtió US$732 mil en operaciones vinculadas a la industria cultural y económica de Guatemala.

Aunque se trata de un antecedente notorio, lo cierto es que subsiste un limbo en cuanto a qué se puede denominar arte. A criterio de García von Hoegen, este desconocimiento tiene una estrecha relación con paradigmas y formas erróneas que hemos heredado del sistema educativo.

“Nunca se nos enseña qué significa la cultura o el arte. Las clases que tenían que ver con temas artísticos eran vistas como innecesarias y tomadas como de segunda categoría. ¿Qué le vamos a pedir a un país con esas carencias?”, cuestiona.

Asimismo, hace ver que el artista en Guatemala es considerado un foráneo o desconocido a quien se ubica, pero no como profesional, como sí se les considera a la Medicina, el Derecho, la Ingeniería o la Administración de empresas. “Es el contexto al que nos enfrentamos y no podemos obviarlo”, sostiene.

Memoria borrosa

Max Araujo, investigador cultural, abogado y exasesor del Ministerio de Cultura y Deportes, expresa que el arte tiene muchos sentidos. “Hay obras que han transformado cambios sociales, otras han sido utilizadas para crear denuncia y conciencia. Por ejemplo, El señor presidente es una crítica a la dictadura. Hay que reconocer que el arte es sanador”, subraya.

En Guatemala, apunta, el arte es excluyente desde su origen como país. La huella de la colonización ha conducido a los rezagos sociales que persisten en nuestros tiempos, como desestimar a diversos grupos; entre ellos, el de los artistas, remarca.

“Hay una idea de que los artistas no son productivos y esto ha llevado a que muchas veces se olvide al sector, y más cuando llegan a una edad avanzada”, agrega, y a ello se suma que los artistas no son reconocidos en vida, y muchos ni siquiera después de fallecidos.

Regina José Galindo, galardonada con el León de Oro como Mejor artista menor de 35 años en la Bienal de Venecia del 2005, coincide en que el olvido llega “con la muerte y la no valoración de las obras”, que en ocasiones incluye que el artista “muera en vida”.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
En el Día del Ejército celebrado en el 2000, Aníbal López esparció carbón por las calles donde iba a transcurrir el desfile de ese día. La metáfora consistía en evocar los territorios arrasados durante el conflicto armado interno. Las fotografías de la acción valieron a López el Premio a Artista Joven de la Bienal de Venecia en el 2001. (Foto: Hemeroteca PL)

La realizadora pone como ejemplo a Aníbal López —primer guatemalteco en ganar el León de Oro en Venecia—, quien este año es recordado a una década de su fallecimiento. “Este año cumple 10 años de muerto y no ha tenido el reconocimiento que merece. Su obra tendría que estar exhibiéndose en espacios internacionales”, puntualiza, al comentar que en su caso no ha necesitado del Estado para trabajar, pues su práctica es independiente.

Desde el 2005, Galindo es representada por Prometeo Gallery, una plataforma italiana para artistas internacionales. “Yo no vivo del arte en Guatemala, es muy poco lo que puedo vender acá. Vivo de pagos y compras en otros países. He tenido mucha suerte y he trabajado mucho para circular mi obra en el exterior”, cuenta la realizadora, cuyas performances se han basado en temas como el olvido social y la memoria histórica en Guatemala, que se observan en la obra de López, también conocido como A—1 53167.

¿Qué hace que un artista sea recordado? ¿Por qué, a pesar de haber fallecido, tenemos presentes a unos y a otros no? El sociólogo, artista del movimiento e investigador de políticas culturales André de Paz opina que el olvido quizá obedece a que no tuvo el impacto esperado en las personas.

“Me atrevería a interpretarlo como esa posibilidad que queda en algo que no fue significativo, representativo o que no generó sinergia en una comunidad y que, por lo tanto, no es relevante”, matiza. También puede haber una ambivalencia en el recuerdo, ya que tal vez hay artistas que son recordados, pero a pequeña escala, en determinados círculos.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
En el 2020 se propuso una iniciativa de ley para otorgar una pensión vitalicia a la poeta Isabel de los Ángeles Ruano, ganadora del Premio Nacional de Literatura 2001. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

De Paz reflexiona sobre el lugar de los “grandes artistas” que son recordados en Guatemala. “Tenemos que admitir que los grandes genios del mundo del arte vienen del mecenazgo. Sin duda, fueron el producto de alguien que tenía recursos económicos y los llevaba a la visibilidad a través de la adquisición económica material. Y de eso, creo que seguimos heredando cosas. El mundo del arte sigue siendo de las élites, del poder adquisitivo y del capital simbólico que tienen un grupo de personas”, precisa.

A juicio de Araujo, en muchas ocasiones los artistas recordados también deben su fama a una lógica “perversa” construida en vida, ya que el mismo poder las creó. “Esto ocurre cuando el mercado decide crear una figura para tener más rédito. Luego vienen los medios de comunicación y van mitificando a los artistas”, se lamenta.

“Nosotros mismos contribuimos a perpetuar el olvido y eso podría ser una responsabilidad para los artistas. Deberíamos pensar en procesos organizativos que nos permitan transitar la vida dignamente”.

-André de Paz, sociólogo, artista del movimiento e investigador

El entrevistado valora que Ricardo Arjona podría calzar en este parámetro, ya que las condiciones físico-estéticas y las cualidades de su voz llamaron la atención, permitiendo que una industria —musical— se fijara en él. “Son situaciones excepcionales, porque el mismo sistema da la oportunidad”, añade.

De Paz señala que muchos artistas sortean el olvido por la insistencia de un circuito dentro de la sociedad. Esto puede ocurrir a través de homenajes, revisiones o dedicatorias póstumas por parte de determinados gremios, aunque no niega que otros son recordados por los alcances de la influencia que dejó su obra.

Otro aspecto que se debe tomar en cuenta es que por las condiciones en que se desarrollan las prácticas culturales en el país, los artistas se vuelvan susceptibles al olvido, puesto que son infravalorados. “Nosotros mismos contribuimos a perpetuar el olvido y eso podría ser una responsabilidad para los artistas. Deberíamos pensar en procesos organizativos que nos permitan transitar la vida con dignidad. El registro nos puede dar eso”, manifiesta.

El concepto de artista del MCD

Ante la pregunta sobre cuáles, de las trayectorias de largo aliento, deberían ser recuperadas, destacadas y apoyadas a través de subvenciones o pensiones económicas, el Ministerio de Cultura y Deportes (MCD) responde que “el perfil idóneo de un artista guatemalteco es aquel que no solo destaca por su talento y creatividad, sino también por su capacidad de trascender fronteras y dejar una huella imborrable en el corazón de nuestra cultura”.

Al respecto, como ente rector de la promoción del arte y la cultura nacional, la cartera ha establecido algunas distinciones para reconocer a los más relevantes. El más conocido es el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, que otorga Q50 mil y la publicación de una obra escrita por la persona galardonada. A este se suman los concedidos por Trayectoria y Aportes al Desarrollo en Marimba, Teatro, Danza, Música —cada uno de Q10 mil— y Artes Plásticas —Q50 mil—.

Los acuerdos que instituyeron estos premios y fueron avalados en la gestión de José Luis Chea Urruela establecen que los artistas premiados son elegidos por un comité convocado por el MCD.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
En septiembre del 2020, un grupo de artistas convocados por la Central de Artivismo e Innovación protagonizaron una acción de protesta frente al Ministerio de Cultura y Deportes, para manifestar el hartazgo ante el “desprecio e indiferencia” del Estado por las artes. (Foto Prensa Libre: Cortesía Central de Artivismo e Innovación)

Si los artistas en Guatemala quieren aplicar a un apoyo económico devengado por la cartera, existen opciones como el programa Espacios, cuya iniciativa brinda un fondo económico, por medio de convocatoria, para que los interesados desarrollen una producción que después será compartida durante varias temporadas a nivel nacional.

Artistas en las ramas de teatro, circo, danza, cine, artes plásticas, música y canto pueden aplicar a esta plataforma, la cual, en su tercera edición, ha seleccionado 65 propuestas de más de 300 aplicaciones.

En el 2023, el colectivo de teatro Artistas Trabajando fue una de las aplicaciones escogidas. Sus integrantes postularon la obra de títeres El extraordinario viaje de Juanita, que después de las presentaciones fue ganadora en la categoría Adolescentes en el Premio Hispanoamericano de Dramaturgia para las Nuevas Infancias con sede en Argentina.

Margarita López, actriz e investigadora social desde hace 21 años y también integrante del citado colectivo, comparte que el fondo de Espacios permitió una parte de la producción de la obra, aunque no cubrió todo lo proyectado.

OLVIDO DE GÉNERO

Promover la memoria de los artistas y sus obras va más allá del recurso económico. El Ministerio de Cultura y Deportes (MCD) manifestó que intenta perpetuar el legado de grandes personalidades culturales al nombrar edificios e instituciones artísticas en su honor, “asegurando que su influencia perdure para la posteridad”.

Entre los artistas que el MCD reivindica en inmuebles destacan nombres como Miguel Ángel Asturias, Hugo Carrillo, Germán Alcántara, Rafael Rodríguez Padilla, Rafael Álvarez Ovalle o Manuel Herrarte, entre otros. De una lista compartida a “Prensa Libre” por la citada cartera, de 27 instituciones artísticas solo dos tienen nombres de mujeres: la Escuela Nacional de Canto Gloria Marina y el Ballet Nacional de Guatemala Christa Mertins.

Ante el panorama, Magda Angélica García von Hoegen expresó: “Ponerle nombre a un gran porcentaje de hombres refleja imaginarios instalados. Hay cosas que reflejan que estamos a años luz de tener una paridad de género y el imaginario artístico no se escapará de esto”.

Del total de Q50 mil otorgados por el MCD, las integrantes recibieron Q47 mil, porque se descontaron impuestos. Con esta suma pudieron cubrir un 40 por ciento del espectáculo, que implicó diseño de producción, composición y producción de música original, derechos de dramaturgia, materiales y mano de obra para la elaboración de escenografía, vestuario, utilería, títeres e iluminación específica.

“El 60 por ciento restante fue subvencionado por fondos de otros trabajos efectuados por nuestro grupo y por el aporte de cada integrante. El fondo no alcanzó para pagarnos los meses de ensayo”, enfatiza.

Estos procesos llevan a pensar de qué manera los artistas se están garantizando una remuneración justa por el proceso de investigación y ejecución de piezas para el público. En muchas ocasiones, los fondos otorgados por entidades o instituciones están destinados a la elaboración de proyectos, pero pocas veces se establecen rubros como una remuneración.

“Es necesario reconocer la actividad artística como una laboral, al considerar los servicios artísticos como un bien público y a partir de ahí poder gozar de beneficios básicos como la salud, la previsión social o un salario”, plantea López.

Articulaciones propias

Manu Tzoc es escritor y poeta con 20 años de trayectoria. Su obra, compuesta de publicaciones, performances y “libros—objeto”, como denomina a los artefactos intervenidos con propósitos de consumo poético, ha sido reconocida tanto en Guatemala como en Estados Unidos.

A finales de mayo Tzoc visitó Nueva York para presentar varias de sus piezas. Universidades estadounidenses como la North Carolina Chapel Hill, en Carolina del Norte, o la de Northridge, en California, han exhibido la obra del autor maya k’iche’ en sus bibliotecas y otros eventos.

Gran parte de estos logros son atribuidos al mismo trabajo del autor, quien ha utilizado sus propios recursos para subsistir como artista a lo largo de dos décadas. “La constancia, la pasión y el compromiso son mi base para crear. A lo largo de estos años se presentaron muchos desafíos y momentos en que quiero tirar la toalla, pero esto es algo que me sostiene. El arte es mi columna vertebral”, afirma.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
En el 2023, el colectivo de teatro Artistas Trabajando comenzó la gira de presentaciones de “El extraordinario viaje de Juanita”. La obra fue desarrollada con un 40 por ciento de fondos obtenidos a través del Ministerio de Cultura y Deportes. (Foto: Edoardo López, cortesía Artistas Trabajando)

Para Tzoc, como ocurre con la mayoría de artistas, las opciones para acceder al Seguro Social también son limitadas. No obstante, desde hace un par de años, junto a sus hermanos es beneficiario de un patrimonio familiar que le permite ir ahorrando. “Es un dinero simbólico que me va a servir para mi vejez, a mediano plazo, y me quita la angustia de que mi único sustento sea la venta de mis creaciones. Si no lo tuviera, creo que me generaría mucha ansiedad”, admite.

Tzoc asegura que de no ser por ese patrimonio, su panorama económico sería de inestabilidad. En cuanto a qué piensa del escaso apoyo institucional para los artistas, dice que se “debería empezar por debatir con personas a cargo de la gestión de gobierno y sobre los fondos que se entregan a los artistas”, como el MCD o las galerías de arte.

Una de las iniciativas que acompaña los procesos de creación, promueve el apoyo al colectivo de artistas y que además se ajusta a esta postura es la Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores (Agayc), con 73 años de existencia. El proyecto cuenta con la única marimba declarada Patrimonio Cultural de la Nación por parte del MCD, de tecomates y construida en 1951 por el marimbista Filiberto López, y que a su vez resguarda centenares de composiciones.

“Buscamos el fortalecimiento del patrimonio cultural y artístico de nuestro país apoyando al gremio de autores y compositores de Guatemala creando espacios”, expone Walter Renato Izzepi, director de la junta directiva de la Agayc. En los últimos años ha desarrollado iniciativas para que los guatemaltecos no olviden a sus compositores ni a la marimba.

Los integrantes de la junta directiva gestionan conciertos cada mes, reciben a estudiantes de escuelas y divulgan libros con información sobre compositores nacionales. El problema es que la Agayc no cuenta con fondos asignados y se sostiene de una cuota común que aportan 75 agremiados, de Q15 al mes cada uno.

Ser artista de larga trayectoria en Guatemala: una desmemoria en rebalse
Luego de haber logrado un reconocimiento considerable en el gremio artístico de Guatemala en los setenta, Francisco Tun desapareció. No se sabe qué fue de su paradero después de una vida de alcoholismo, drogadicción y soledad. (Foto Prensa Libre: Hermeroteca PL)

La cuota incluye la prestación de auxilio póstumo para la familia del compositor fallecido, cuota de aniversario, Día del Compositor y una pequeña parte para sostener los servicios de la asociación. Lo demás se recibe a través de donaciones.

“Es muy poco como para poder mantener una institución como la nuestra. La gente que llega a la asociación sale muy contenta de este tipo de actividades. Por eso creo que es importante que nos apoyemos”, sostiene Izzepi.

García von Hoegen menciona que los desafíos para los artistas suponen ver más allá de las dependencia de gobierno, puesto que los propios colectivos pueden constituirse en un apoyo entre sí. Agrega que gremios como la música o el cine pueden ser referentes en la manera de operar entre pares, puesto que ambos implican a técnicos en distintas áreas, quienes deben coordinarse para sacar adelante un producto.

No obstante, queda mucho por aprender, reconoce. Asimismo, considera que si ocurren complicaciones en la implementación de políticas culturales, también las hay en la articulación de los propios artistas.

“No todo es el Estado, hay que unirse. Es un reto, porque dentro del arte subyace la descalificación del otro y es difícil trabajar por objetivos comunes con tantos egos enfrentados. Por otra parte, los espacios son reducidos. Cada quien asume una lucha y competencia feroz, pero ya se ha demostrado que cuando hay unión articulada, los resultados son buenos. Esa articulación y agencia son fundamentales como urgentes”, concluye.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.