Si me permite
Piensa bien antes de hablar y reduces disculpas
Las disculpas deben ser parte de la vida diaria, pero no por ello se deben justificar.
“Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”. William Shakespeare
La práctica de pensar en voz alta puede llegar a ser de lo más perjudicial, tanto para los que están escuchando como para uno mismo, porque la gente registra lo que uno está diciendo, porque no importa cuántas disculpas o correcciones presentemos, lo que fue dicho está en la mente de los que nos escucharon.
Estructurar lo que se quiere decir es parte de la disciplina formativa para una buena relación.
Por esta razón, si somos personas formales y responsables habremos de pensar primero lo que queremos decir, y luego, evaluando a quién se lo debemos decir, posiblemente nos disculpemos y no digamos nada o bien cambiemos el enfoque o la tonalidad de lo que estamos queriendo comunicar. Es sorprendente que cada una de las relaciones que tenemos y las que hemos cultivado con el tiempo son producto de lo que comunicamos y cómo lo decimos.
Nuestra mente tiene la capacidad de elaborar una diversidad de estructuras con nuestras ideas, las cuales, mientras se conservan allí, nos pertenecen y lógicamente nos crean problemas en nuestras relaciones. Pero tan pronto expresamos las ideas, las consecuencias, sean estas favorables o desfavorables, no podemos tener dominio sobre ellas. Por esta razón, si nuestra meta es vivir en paz y armonía, lo primero que debemos aprender es que lo que decimos es el elemento determinante para que logremos nuestro objetivo de convivencia sana y de mucho tiempo.
Nuestra mente tiene la capacidad de estructurar nuestras ideas, dependiendo de a quién se le habrá de decir. Esta realidad se desarrolla en nuestros años de niñez y adolescencia, en nuestro hogar, con nuestros seres queridos, los cuales se toman el debido tiempo para corregirnos y orientarnos para que desarrollemos un correcto modo de hablar.
Posiblemente algunos de nosotros, en nuestros años formativos, fuimos corregidos y además castigados por el modo en que nos dirigimos a nuestros mayores, pero si lo aprendimos, este ha llegado a ser un valor agregado, el cual nos ha abierto muchas puertas para alcanzar nuestras metas y nuestros sueños.
Hay personas que fácilmente se disculpan cuando por alguna razón han dicho algo que no fue apropiado, pero, aunque nos disculpemos, no significa que se olvidó lo que dijimos. En algún momento lo recuerdan y con el tiempo nuestra identidad se describe fácilmente por el modo que tenemos de decir las cosas.
Posiblemente hay personas que conocemos, las cuales, cuando están en alguna reunión o actividad, se nota porque no dicen mayor cosa. Eso no implica que no están participando de la reunión; por el contrario, están atentas y están prestando atención, pero no son las que habrán de interrumpir para dar su punto de vista. Usualmente, alguien toma la iniciativa de preguntarles de su opinión o su parecer, y por complacer la solicitud presentan su punto de vista con mucha discreción y de una manera más que pausada, pero tienen la atención del grupo al máximo porque valoran lo que ellas comparten.
En esta sociedad en la que vivimos, donde mucha gente está conectada a un dispositivo y vive en su mundo, y además todos están apurados y todos quieren de alguna manera que se les tome en cuenta cuando algo es de su interés, será bueno que seamos de aquellos a quienes se les pide que aporten su opinión, simplemente porque es valorada.