Urbanismo y sociedad
La disyuntiva del “Centro Histórico”
A través de la historia el centroide de esta ciudad se ha movido siempre hacia el sur.
“En los centros históricos no se trata… solo de embellecer plazas públicas… ni de controlar las ventajas de las calles, ni de mejorar la fluidez de la circulación… sino de relacionarlas como causa-efecto, pues cada uno de estos objetivos tienen su significación en cuanto se trata al mismo tiempo lo que sucede en las periferias”. (Economista urbana Silvia Rosales).
Yo agregaría que, en Guatemala, además, deben tratarse los efectos del desbalance de las regiones territoriales y la concentración económica en el Área Metropolitana: los terremotos, conflicto armado interno y sus migraciones, desestructuración de las funciones de su formación original urbana y la violencia desbocada actual.
A través de la historia el centroide de esta ciudad se ha movido siempre hacia el sur, debido a los terremotos y sus inmigraciones, por decisiones de las autoridades centrales y, finalmente, en especial, por aspectos culturales de las élites.
Las inmigraciones anglosajonas que hubo en Guatemala a principios del siglo XX y su integración con las antiguas élites criollas influyeron en la conformación de una nueva forma urbana de ciudad jardín y en la estructuración de bulevares. El neoclasicismo anglosajón se manifiesta, en especial, en las iglesias en el barrio del centro, llamado hoy “Centro Histórico”.
Es a partir de la Revolución Liberal de 1871 cuando se empiezan a dar las expansiones en el sur, donde había más tierra virgen para desarrollar. En especial en los ejidos de Labor de Contreras, Labor de Arrazola, hoy zonas 9, 10, 13 y 15. Así se construyó esa nueva ciudad de los chalés, a veces palacetes, y los grandes jardines. El bulevar de la Reforma y a lo largo de esta se instalarán los monumentos a los más conspicuos hombres de la Revolución de 1871.
Diez años después del terremoto, más de 50 mil personas abandonaron el centro, debido a la desestructuración de las actividades del Gobierno.
Así, en las planicies de lo que era Santa Clara y Tívoli empiezan a moverse las élites de nuevo cuño. Este va a ser un fenómeno que se acentuará a partir de los años 20, después de los terremotos de Santa Marta, que destruyen parcialmente el centro, en especial sus edificios públicos y varias viviendas. A partir de aquí se empieza a formar un nuevo centro urbano en esos barrios enunciados, pero será después del terremoto de 1976 que se terminará de consolidar este centro, ya que se ubicaron 57 “asentamientos” informales provenientes de los departamentos y municipios vecinos. Los atractivos para esas invasiones era que el 67% de los comercios de la ciudad estaban en esta zona, sobresaliendo los de la sexta avenida, avenida histórica, tanto comercial como social y políticamente.
El Centro contenía también las principales oficinas del Gobierno, como ministerios y, sobre todo, el Palacio Nacional, que era un ícono histórico. El Mercado Central era un comercio de referencia aun para personas que ya estaban en los nuevos desarrollos periféricos. En la Ciudad de Guatemala se ubicaba el 50% del producto interno bruto.
La fuerte emigración hacia el sur que produjo el terremoto, más las diferentes acciones municipales y gubernamentales, llevó a que el Centro entrara en un decaimiento. Diez años después del terremoto, más de 50 mil personas abandonaron el centro, debido a la desestructuración de las actividades del Gobierno, cuando los ministerios se trasladaron al sur. Pero quizás el más dañino fue la desocupación del Palacio Nacional, que dejó un vacío en la génesis de la ciudad.
Disposiciones como las de conservación en casas casi en ruinas y abandonadas con un alto costo de restauración generaron un declive en la demanda ante el desplome de la plusvalía en los bienes inmuebles.