Desarrollo de país
Brasil: Lula da Silva vs. el agronegocio
El agronegocio brasileño contribuye con 28% del producto interno bruto.
La semana pasada, por asuntos de trabajo, estuve en el estado de Minas Gerais, Brasil. Allí, aparte de ver mucho de la evolución en la pecuaria, pude asistir a un Congreso donde obtuve información del agronegocio brasileño y la amenaza que presenta el gobierno actual que encabeza Luiz Inácio Lula da Silva, cofundador del Foro de Sao Paulo en 1990 y expresidente del país del 2003 al 2007 y del 2007 al 2011.
Existe el riesgo de que ciertas políticas públicas del gobierno central pueden afectar.
Brasil tiene 215 millones de habitantes donde el 15% son productores de bovinos. Tiene 850 millones de hectáreas que es 21% del continente y 48% de América del Sur. Tiene 240 millones de bovinos. Es el mayor productor y exportador de carne del mundo. Es el mayor productor de leche del continente.
También son los mayores productores y exportadores mundiales de soya, café, jugo de naranja, azúcar y carne de pollo, entre otros productos. El agronegocio brasileño contribuye con 28% del Producto Interno Bruto. Por donde uno vea, el campo brasileño y la infraestructura que lo acompañan en estados como Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais y otros más, se puede concluir que hay condiciones necesarias para inversión a gran escala para así seguir desarrollando el país.
Es muy importante entender que el tiempo ha demostrado que el camino de la inversión privada ha resultado ser más eficiente que la inversión pública, y que los gobiernos deben ser facilitadores para que lo privado obtenga los servicios que constitucionalmente deben provenir de lo público, utilizando los recursos que los privados pagamos. En Brasil el sector privado ya ha tenido confrontación con Lula durante sus primeros dos gobiernos, pero no al extremo actual en contra del sector privado, principalmente contra el agronegocio. Eso es muy peligroso, porque Brasil, con lo eficiente que es en los giros agroindustria, agropecuaria y agroexportador, lo eficiente que es la industria y el nivel de desarrollo que ya tiene en varios estados, existe el riesgo de que ciertas políticas públicas del gobierno central pueden afectar de manera importante su funcionamiento.
Marcando las diferencias de tamaño de país y de población, Guatemala tiene también ejemplos que dar en la agroindustria, la agropecuaria y la agroexportación, como son la productividad por hectárea en palma de aceite, banano, plátano, caña de azúcar y otros que lo único que se le pide al gobierno central es que haga lo que su compromiso constitucional le indica y que en su rol sea un facilitador a la inversión y al progreso y no que se vuelvan un problema contra el desarrollo del país.
Guatemala tiene la oportunidad de que si las políticas publicas del gobierno son atinadas para que el país llame a más inversión con reglas claras, los políticos ubiquen en dónde deben ubicarse y los servidores públicos dónde deben servir. Todo esto se resuelve con tener el apropiado diálogo de autoridades con el sector empresarial, el sector académico y otros más que sirvan para que, independientemente de una frontal lucha contra la corrupción, se pongan de acuerdo en cómo hacer el bien común y no se convierta en una lucha innecesaria de poder.
Hay que tomar nota del resultado de ideologizar las economías. Se comprende muy bien al ver los resultados de Chávez y Maduro en Venezuela, de los Kirshner en Argentina, de Morales y Arce en Bolivia, López Obrador en México y de otros más. La vida pone todo en su lugar: a cada rey en su trono y a cada payaso en su circo, pero por esos intereses personales o grupales de lideres nacionales como los anotados usando la mentira del bienestar del pueblo como la perfecta excusa, hacen retroceder a los países. Brasil está viviendo una polarización tan fuerte que no solo divide a los pobladores, sino que se marca en los números del último año el impacto en la economía.