EDITORIAL

Ley de Tránsito requiere actualización, no bacheo

Se propone bajar a 18 la edad para tener licencia A y que el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad forme a los aprendices.

El problema de ciertos diputados que buscan constante protagonismo mediático es que rara vez aparecen a la hora de los grandes debates trascendentales de Estado en el pleno. Las redes sociales les dan proyección, pero esto no necesariamente genera resultados legislativos. Otros resultan ser representantes oficiosos de sectores; por lo cual, a la hora de plantear cambios, tienden a abordarlos de manera parcializada, y no integral. Sí, hay normas que quizás requieren de la modificación de algún artículo, término o inciso; hay otras que, tras sucesivos parches, se han convertido en yuxtaposiciones de criterios y épocas, en contextos muy distintos, por lo cual están al borde de la obsolescencia.

La Ley de Tránsito es una de esas normativas que, de tanta reforma, ya parece la calle Martí, con repetidos bacheos y fundición de pedazos sueltos, en vez de una reconstrucción. Curiosamente, si alcanza la analogía, ambas tienen intenso uso, son de importancia capital para el desplazamiento automotor y sus deficiencias tienen impactos sociales, logísticos y humanos. En la arteria capitalina, el ancho de vía es limitante, pero en el caso de la ley citada, existen abundantes referentes, latentes necesidades y evidentes realidades para confeccionar una norma moderna, funcional, con posibilidades de innovar en la función, prevención y sanción.

Surge este llamado a la integralidad, a causa de una propuesta para rebajar la edad requerida para que se pueda otorgar la licencia profesional tipo A, a fin de paliar la actual crisis de pilotos de transporte de carga y pasajeros en el país. El artículo 25 de la referida norma estipula actualmente: “Para las licencias de tipo A se requiere, además, ser de 23 años de edad y haber tenido vigente por lo menos en los tres años anteriores a la solicitud una licencia de tipo B o C. Para la licencia B se requiere tener mínimo 21 años”.

Se propone bajar a 18 la edad para tener licencia A y que el Instituto Técnico de Capacitación y Productividad forme a los aprendices. La debilidad del planteamiento radica en que se requiere cierta madurez emocional, pericia y conocimiento carretero para asumir la alta responsabilidad de conducir un tráiler o un autobús. Es obvio que existen ciertos pilotos mayores de 23 que igual carecen de sentido común, pero esperar tal compromiso y madurez de un conductor imberbe suena a un remedio que puede salir peor que el problema.

La migración de guatemaltecos a Estados Unidos es la mayor causa de pérdida de talento al volante. De hecho, con cierta sorna se suele decir que un piloto de camión o tráiler que puede conducir en Guatemala no tendrá ningún problema para desplazarse por rutas estadounidenses, con todo y las exigentes normas de velocidad, tiempo de trabajo y combate a la ingesta de sustancias. Esta deserción se ha agravado en el último lustro, y en algunas regiones ha llevado a abrir campo a mujeres pilotos que cumplan con los requisitos de edad. Aun así hay exclusiones, como ciertas comunas donde no se da autorización a féminas mayores de 50, pese a su madurez y largos años de conducción.

En la iniciativa de marras no se evalúa cambiar el régimen de sanciones o la implementación de puntos en la licencia, a fin de descontarlos por infracciones e incidentes. El metamensaje de la propuesta es que no importa tanto la seguridad ni la experiencia. La competitividad y la mejora logística son prioridades nacionales, por supuesto, y se deben explorar otras vías de solución. Si ya con la ley actual se localiza a conductores sin licencia y quedan sin sanción tantas imprudencias, agregarle laxitud solo podría ser contraproducente para todos.

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