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La fascinante historia de una niña que encontró el fósil de un inmenso réptil oceánico

Ruby Reynolds y su padre llevan 12 años buscando fósiles cerca de su casa en Braunton, Inglaterra.

Los fragmentos de una mandíbula de ictiosaurio de la Formación Westbury Mudstone en Somerset, Inglaterra, sugieren que el Ichthyotitan severnensis pudo haber medido 25 metros de largo, o dos veces la longitud de un autobús urbano. (Sergey Krasovskiy via The New York Times)

Los fragmentos de una mandíbula de ictiosaurio de la Formación Westbury Mudstone en Somerset, Inglaterra, sugieren que el Ichthyotitan severnensis pudo haber medido 25 metros de largo, o dos veces la longitud de un autobús urbano. (Sergey Krasovskiy via The New York Times)

Cuando Ruby Reynolds y su padre encontraron un fósil en una playa inglesa, no sabían que pertenecía a un ictiosaurio de unos 25 metros que nadó en la época de los dinosaurios.

En 1811, una niña de 12 años llamada Mary Anning descubrió un fósil en la playa cerca de su casa, en el suroeste de Inglaterra: era el primer espécimen científicamente identificado de un ictiosaurio, un reptil oceánico de la época de los dinosaurios parecido a un delfín. Dos siglos después, a menos de 80 kilómetros de distancia, una niña de 11 años llamada Ruby Reynolds encontró un fósil de otro ictiosaurio. Parece ser el reptil marino más grande conocido por la ciencia.

Reynolds, quien ahora tiene 15 años, y su padre, Justin Reynolds, llevan 12 años buscando fósiles cerca de su casa en Braunton, Inglaterra. En una excursión familiar en mayo de 2020 al pueblo de Blue Anchor, junto al estuario del río Severn, se encontraron con un trozo de hueso fosilizado sobre una roca.

“Los dos estábamos entusiasmados porque nunca habíamos encontrado un trozo de hueso fosilizado tan grande”, dijo Reynolds. Su hija siguió buscando en la playa, añadió, “y no tardó en encontrar otro trozo de hueso mucho más grande”.

Se llevaron a casa los fragmentos de hueso, el más grande de los cuales medía unos 20 centímetros, y comenzaron su investigación. Un artículo de 2018 les dio una pista de lo que habían encontrado: en la cercana localidad de Lilstock, unos buscadores de fósiles habían descubierto fragmentos de hueso similares, la hipótesis era que formaban parte de la mandíbula de un enorme ictiosaurio que vivió hace aproximadamente 202 millones de años. Sin embargo, los científicos que habían trabajado en el fósil de Lilstock habían considerado que ese espécimen estaba demasiado incompleto para designar una nueva especie.

Reynolds se puso en contacto con esos investigadores: Dean Lomax, de la Universidad de Bristol, y Paul de la Salle, coleccionista aficionado de fósiles. Se unieron a la familia Reynolds en viajes de recolección a Blue Anchor, excavando en el barro con palas. Al final, encontraron aproximadamente la mitad de un hueso que, según sus cálculos, habría medido más de dos metros cuando estaba completo.

Varias características de la forma del hueso indican que procede de la mandíbula de un ictiosaurio. Para confirmar su identidad, los investigadores colaboraron con Marcello Perillo, paleontólogo de la Universidad de Bonn, en Alemania. Bajo el microscopio, encontró fibras de colágeno entrecruzadas, un rasgo propio de los ictiosaurios. También vio que, a pesar del gigantesco tamaño del hueso de la mandíbula, el reptil no había terminado de crecer cuando murió.

En conjunto, los fósiles de Blue Anchor y Lilstock ofrecían pruebas de algo especial.

“Tener dos ejemplos del mismo hueso que conservan todas las mismas características únicas, de la misma era geológica, apoyó la identificación con la que habíamos jugado antes, que es que tiene que ser algo nuevo”, dijo Lomax. “Fue entonces cuando se puso realmente emocionante”.

Él y sus coautores, que describen al fósil en un artículo publicado en la revista PLOS One el miércoles, lo llamaron Ichthyotitan severnensis, el gigantesco pez lagarto del Severn.

Sus estimaciones sugieren que el Ichthyotitan podría haber medido hasta 25 metros de largo, contendiendo incluso con el tamaño de una ballena azul y convirtiéndose en el reptil marino más grande conocido por la ciencia. Vivió justo antes de una extinción masiva que puso fin al Periodo Triásico.

“Inevitablemente, en los grandes eventos de extinción, por supuesto, las cosas grandes son las primeras en desaparecer, y en este caso, literalmente las cosas más grandes del océano, fueron aniquiladas, y toda esta familia desapareció”, dijo Lomax.

Erin Maxwell, paleontóloga del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart en Alemania, quien no participó en el estudio, afirmó que el hallazgo arroja luz sobre la evolución de los ictiosaurios. “Antes había indicios de que existían estos ictiosaurios gigantes cerca del límite entre el periodo Triásico y el Jurásico, pero la cantidad de pruebas se está volviendo incontrovertible en este momento”, dijo.

Lomax dijo que este descubrimiento también resalta la importancia de los coleccionistas aficionados de fósiles. “Si tienes buen ojo, si te apasiona algo así, puedes hacer descubrimientos como éste”, afirmó.

Ruby Reynolds dijo: “Cuando encontré por primera vez el trozo de hueso de ictiosaurio no me di cuenta de lo importante que era y de lo que iba a suceder. Creo que el papel que pueden desempeñar los jóvenes en la ciencia es disfrutar del viaje de exploración, ya que nunca sabes a dónde te puede llevar un descubrimiento”.

De izquierda a derecha, Dean Lomax, Ruby Reynolds, Justin Reynolds y Paul de la Salle con fragmentos de la mandíbula del Ichthyotitan severnensis en 2020. (Lomax et al., PLoS ONE 2024 via The New York Times)

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