Imagen es percepción
Cómo cambia la guerra, tras el ataque de Irán a Israel
Irán pretendió mostrar, con el ataque del sábado, su músculo militar y exhibición balística.
Respecto del ataque de Irán lanzado contra Israel, en el cual se utilizaron decenas de drones y misiles que afortunadamente no causaron daños ni víctimas pero si abren una nueva fase de esta guerra, donde, por supuesto, el nivel de riesgo aumenta y, además, los costos, no únicamente para Irán, Israel y Estados Unidos, sino también para los clásicos aliados de Irán: Irak, Siria, Líbano y Yemen.
Con este ataque desde el suelo iraní a Israel, en el que los iraníes aducen que se vieron “obligados” a devolver un golpe directamente, salieron de su ambigüedad estratégica por la que habían optado hasta hoy, con su guerra proxi. La respuesta de Irán fue muy meditada, con el fin de evitar daños mayores. Sin embargo, aunque Israel pudo repeler el 99% del ataque, demostrando su supremacía para la defensa, quedarse de brazos cruzados en este momento, ante un ataque “simbólico”, tampoco sería una buena estrategia y un muy buen mensaje adecuado para sus agresores y aliados hostiles.
Esto es más profundo de lo que se percibe, pues China y Rusia, a través de Irán, acaban de medir el poder actual de Estados Unidos. Ya que, en otro tiempo, ante una represalia de esta magnitud contra su aliado más íntimo, Israel, los gringos hubieran generado una respuesta infernal inmediata. Lejos de esto, Biden llamó a Netanyahu para advertir de que no participará en ninguna ofensiva. Aunque Israel dice estar “preparado para cualquier escenario” y en este momento las cosas se están volviendo impredecibles.
La posibilidad de una guerra directa entre Israel e Irán parecía bastante remota, a pesar de su participación indirecta en el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, pues era evidente que Hamás solo había podido desencadenar esta masacre gracias al apoyo de su gran mecenas, el régimen de los ayatolás. Y ahora, considerando que su estatus internacional se ha fortalecido en los últimos años, debido a los lazos cada vez más estrechos con China y Rusia (a las que Teherán suministra armas), seguramente se sintieron más fortalecidos para dar la cara abiertamente.
Este es un conflicto local, que puede convertirse en regional y luego en un conflicto geopolítico mundial.
Todos están acostumbrados a ver a Israel como una superpotencia regional, con una superioridad abrumadora sobre los palestinos. Sin embargo, ahora, con Irán mostrando su músculo, la cosa cambia. Irán ha expandido su influencia política y militar en Irak, Siria, Líbano y Yemen. A través de Hezbolá, Hamás, los hutíes y otras milicias, incluso con alianzas gubernamentales (tanto en Damasco como en Bagdad). Además de tener el apoyo, abiertamente, de Rusia y, solapado, de China.
Este es un conflicto local que puede convertirse en regional y luego en un conflicto geopolítico mundial. La posición de Rusia y Estados Unidos es muy determinante para ver la evolución de este problema. Y supuestamente los movimientos regionales que se están haciendo son en consulta con sus grandes aliados.
El arco de fuerzas apoyado y maniobrado por Teherán, además de Israel, constituye también un cerco contra Arabia Saudita, que son los dos objetivos del expansionismo iraní. Para nadie es un secreto que la destrucción del Estado de Israel es uno de los objetivos oficiales de la República Islámica de Irán y forma parte de su ADN desde 1979. Igualmente está la guerra religiosa contra la monarquía saudí, para quitarle su papel de custodio de los dos lugares sagrados, La Meca y Medina. El ayatolá Jomeini señaló explícitamente esto como uno de sus objetivos.
El mundo teme que el Medio Oriente pueda transformarse en el mismo infierno y la onda expansiva llegue a todas partes, siendo la amenaza nuclear la más temida.