Imagen es percepción

En época de Semana Santa, religión vs. fe

Es un tiempo para reflexionar sobre la vida y la muerte de Jesús, para recordar el poder del amor de Dios y para renovar la fe.

La Semana Santa es sin duda uno de los eventos religiosos más sentidos y seguidos. Desde el Domingo de Ramos hasta la Resurrección de Cristo, en muchas ciudades del mundo hay procesiones de estatuas y centenarios tradicionales que combinan lo sagrado y lo profano, en un rito único y multifacético.

No soy teóloga, ni experta en todas las respuestas, pero les ofrezco mi reflexión personal sobre este importante tema.

En este tiempo es necesario reflexionar sobre lo que realmente conmemoramos en estas fechas, aunque para muchos no tiene una connotación espiritual, es muy importante conocer el contexto y significado de esta celebración.

Para los judíos es la Pascua, que significa la liberación del pueblo hebreo, de su cautiverio en Egipto. Para los cristianos es la vida, pasión y resurrección de Cristo.

Sin embargo, si nos enfocamos en el mundo cristiano, existen diferentes denominaciones, vertientes y rituales. Se calcula que hay 2.200 millones de creyentes que se denominan cristianos, constituyéndose en la religión con mayores adeptos globalmente. Entre sus distintas ramas, podemos encontrar el catolicismo apostólico romano, el cristianismo ortodoxo, el protestantismo, los testigos de Jehová y las diferentes variantes del evangelismo (pentecostal, metodista, bautista, etc.).

Pero sin duda, estos días todo este grupo recuerda a Jesús y el gran sacrificio de amor que Él hizo, por la salvación de toda la humanidad. Lamentablemente muchos de los que profesan esta vertiente, están enfrascados en los ritos religiosos, dejando de lado la fe, y una relación personal con nuestro Salvador. En estos tiempos de confusión para muchos, es más importante cumplir con los ritos y tradiciones, que comunicarse directa y personalmente con Nuestro Señor Jesucristo.

Por lo que no hay que confundir la religión con la fe. Entonces, entendemos que la fe es la aceptación que el hombre da al amor de Dios, que es para todos. La fe, pues, como indica la misma palabra escrita en la Santa Biblia, es un acto de confianza que ponemos en Dios, un hecho de entrega a Él, y a su amor por nosotros.

Mientras la religión, por el contrario, es ese conjunto de prácticas, de actitudes que el hombre debe tener hacia Dios para sentirse bien aceptado. Prácticas, cultos, deberes que en conjunto se convierten en leyes que deben ser respetadas de otra manera. Exactamente lo contrario de lo que predicó Jesús donde hablaba de comportamientos hipócritas, como el de los fariseos, que esconden un corazón desprovisto de amor.

De ahí la necesidad de contar con mediadores entre Dios y los hombres. que guíen y aseguren que las acciones estén en consonancia con las exigencias de la divinidad. De hecho, ya vimos que existen muchas religiones y habrá cada vez más, basta con que alguien declare que sabe lo que quiere la divinidad, invente leyes y los que quieran unirse deben adaptarse. Se estima que en el mundo hay 4.200 religiones.

Pero hay que tener mucho cuidado porque “ninguna religión salva”. Por esa razón es muy importante no confundir, ser una persona que tiene su fe y sus ojos puestos en Dios, a alguien que asiste a un templo religioso, de cualquier denominación los domingos, pero que su corazón esta lleno de odio hacia los demás, y está más preocupado por cumplir con los ritos, servicios, etcétera, que tener una relación personal y directa con Dios.

La Pascua es también una oportunidad para recordar que la vida eterna está disponible para todos los que creen en Jesús. Para los cristianos, la resurrección de Jesús representa la promesa de la vida eterna en su presencia. Por tanto, un acontecimiento de gran importancia para los cristianos, con un significado profundo que encierra en sí, la esperanza, la redención y la vida eterna.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.

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