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Crisis migratoria en la frontera con México debilita al gobierno de Joe Biden

La llegada constante de migrantes procedentes de México es considerada como una crisis que expone a Joe Biden a diversos ataques de sus adversarios republicanos.

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Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (Foto Prensa Libre: EFE)

La llegada de miles de migrantes procedentes de México cada día coloca bajo presión a los estados y a la policía federal de fronteras de Estados Unidos, una crisis que expone a la administración del demócrata Joe Biden a fuertes ataques de sus adversarios republicanos.

En las últimas semanas, la policía fronteriza dio cuenta de unos 10 mil cruces por día, un ritmo más intenso que en los meses previos.

Más de 2.4 millones de migrantes fueron interceptados por vía terrestre entre octubre de 2022 y septiembre de 2023, un flujo también superior respecto a años anteriores.

Desde el martes 19 de diciembre las vías del ferrocarril en los puentes Eagle Pass y El Paso, en Texas, están cerradas debido a un “resurgimiento” de ingresos ilegales de migrantes en trenes de carga.

En Eagle Pass, los cruces de vehículos han sido nuevamente suspendidos desde principios de mes, igual que en un punto de cruce en Arizona y otro en California. La policía fronteriza asegura que está teniendo que redistribuir su personal para concentrarlo en la interceptación y el registro de migrantes.

Tras acusar al presidente Biden de “inacción deliberada” frente a la situación, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, firmó el lunes 18 una controvertida ley que penaliza los ingresos clandestinos en su estado.

Este declarado partidario de Donald Trump firmó simbólicamente esta ley en Brownsville, frente a un tramo del muro fronterizo, un proyecto emblemático del expresidente republicano.

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La ley crea un “delito penal de ingresar ilegalmente a Texas desde un país extranjero”, punible con entre seis meses y 20 años de prisión en caso de reincidencia.

El texto, que podría entrar en vigor en marzo, otorga a las autoridades estatales el poder de arrestar a inmigrantes y deportarlos a México, prerrogativas que en principio recaen en las autoridades federales.

Al día siguiente, varias organizaciones de derechos humanos, incluida la influyente Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), presentaron una demanda para impugnarlo por inconstitucional.

La gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, a pesar de ser demócrata, también acusó a la administración Biden de “negarse a hacer su trabajo”, responsabilizándola en particular del cierre de un paso fronterizo en su estado. Hobbs anunció el 15 de diciembre el envío de fuerzas de la Guardia Nacional a la frontera.

“Un sistema que no funciona”

Las razones de esta reciente afluencia no son tan claras.

La policía fronteriza culpa a la “desinformación destilada por los traficantes de personas hacia gente vulnerable”.

Varios inmigrantes entrevistados por la AFP el jueves 21 de diciembre en Texas hablaron de rumores sobre un cierre inminente de la frontera. “Corrían rumores de que a partir del día 20 ya no dejarían entrar a nadie”, explicó Yurianlis Alexmar Camacho, de 32 años, quien llegó desde Venezuela junto a su marido y sus cuatro hijos.

Biden enviará a México en los próximos días a su secretario de Estado, Antony Blinken, y a su ministro de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, para analizar junto al presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, formas de frenar este flujo masivo, dijo el jueves la Casa Blanca.

“El presidente comprende la necesidad de reparar el sistema de inmigración, que no funciona desde hace décadas”, insistió el jueves su portavoz Karine Jean-Pierre.

El 6 de diciembre, Biden dijo que estaba dispuesto a hacer “compromisos importantes” con los republicanos, que exigen un fuerte endurecimiento de la política de inmigración a cambio de levantar su bloqueo en el Congreso a la ayuda a Ucrania frente a Rusia.

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La situación del presidente demócrata también es delicada ante su electorado progresista, que espera que Biden rompa con la política de Donald Trump hacia los inmigrantes, principalmente aquellos procedentes de América Latina que llegan huyendo de la pobreza y la violencia.

En cualquier caso, el flujo no parece estar cerca de revertirse.

Panamá señaló el 6 de diciembre que desde principios de año, medio millón de personas habían cruzado la peligrosa selva del Darién, que separa a este país de Colombia, para llegar a Estados Unidos, el doble que en 2022.