Alta Verapaz
San Antonio Secortez, la aldea de Jakelin Caal donde pobladores migran por falta de desarrollo
Solo hay una escuela, no hay servicio de energía eléctrica ni agua entubada, y la mayoría de las familias dependen de lo poco que cultivan en el campo. Así es San Antonio Secortez, la remota aldea de Raxruhá, Alta Verapaz, de donde la pequeña Jakelin Caal partió junto a su padre hacia Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida.
En San Antonio Secortez, Raxruhá, Alta Verapaz, los vecinos carecen de servicios básico y para obtener algunos artículos deben caminar largas distancias. (Foto Prensa Libre: Eduardo Sam Chun)
Jakelin Caal, de 7 años, quien falleció en un hospital de El Paso, Texas, mientras estaba bajo resguardo de la Patrulla Fronteriza, se convirtió en el rostro de la migración, pues su caso refleja como la falta de desarrollo en comunidades rurales de Guatemala empuja a decenas de personas a migrar.
En San Antonio Secortez viven 427 personas, unas 83 familias. Casi nadie habla español, pues predomina el q’eqchi’. Para los vecinos de esa aldea hablar de desarrollo es algo complicado, ya que no hay inversión estatal, el empleo es escaso y las opciones para continuar en la escuela son inexistentes.
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Un ejemplo de estos es que solo hay una escuela de primaria y quien quiera continuar sus estudios debe viajar 38 kilómetros hasta el poblado más cercano. El costo del pasaje es de Q20 y solo sale un autobús al día, aseguran pobladores, quienes viven en casas de madera con techo de palma.
Además, en la comunidad no hay trabajo y los pocos jornales que se consiguen no son bien remunerados, pues con suerte una persona puede ganar Q40 al día, según el vecino Rolando Icó Caal, quien exige al Gobierno que los tome en cuenta en sus planes de desarrollo y se promueva la generación de empleo.
La mayoría de gente depende del poco maíz y achiote que cultivan en sus pequeñas parcelas. Esas condiciones de pobreza obligan a muchas personas a emprender el viaje en busca del sueño americano. Los últimos registros dan cuenta que en de la aldea en las últimas semanas unas 14 parejas -esposo- se han ido para Estados Unidos, aunque, según el poblador Óscar Putul Xol, con lo ocurrido a Jakelin ahora las personas lo piensan dos veces antes de emprender el viaje.
Algunos vecinos aseguran que en la comunidad la unida forma de acceder a la energía eléctrica es por medio de paneles solares; sin embargo, ese es un lujo que no todos pueden darse. En esas condiciones estar comunicado también es complicado, pues ante la inexistencia de ese servicio es complicada tener un radio receptor o un teléfono celular.
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Desesperados
Con la llegada de los restos de Jakelin, la consternación en el pueblo es evidente, aunque para los parientes de la pequeña el pesar es doble, pues están conscientes de que deben cancelar el dinero que prestaron para pagar a los coyotes que llevaron la niña y a su padre, Nery Caal, pues de lo contrario perderán el terreno que hipotecaron para obtener el efectivo.
Gloría Isabel Caal, tía de Jakelin y hermana de Nery, hizo un llamado al gobierno de Estados Unidos para que deje trabajar a su pariente en aquel país, pues deben pagar las deudas que adquirieron para el viaje y en la comunidad no hay suficiente trabajo para saldar ese compromiso.
Problema a gran escala
De acuerdo con autoridades ediles de Raxruhá, la migración es un problema generalizado, pues se sabe que en los últimos días unas 200 familias de todo el municipio se han ido en busca del sueño americano.
El alcalde del lugar, César Castro, confirmó que muchas familias parten hacia ese país del norte. Agregó que en el caso de la familia de Jakelin, la comuna con apoyo del Gobierno construirá una casa formal y gestionará la instalación de un panel solar para que tengan acceso a la energía eléctrica.
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Por una vida mejor
Con mensajes de “te amamos” y “te extrañamos” escritos en globos y carteles, familiares, amigos y vecinos dan el último adiós a Jakelin en la vivienda de sus abuelos, que funciona como una capilla improvisada. La menor será sepultada en el cementerio de Raxruhá el día de Navidad.
“Casi todo el mundo siente el dolor que sentimos nosotros”, agregó Carlos Caal en la casa, que al igual que la mayoría de las viviendas del lugar, está construida con paredes de madera y techo de hojas de palma.
El pasado 30 de noviembre Nery Caal, 29, salió junto con su hija Jakelin rumbo a Estados Unidos en busca de trabajo, según relató en idioma q'eqchi' su esposa y madre de la niña, Claudia Maquín.
“Ellos -Nery y Jakelin- se fueron porque aquí no alcanza el dinero, se fueron a buscar trabajo, lástima que la niña se murió”, agregó Fernando Cas, poblador de la aldea vecina de San Isidro durante el funeral de la menor.
De acuerdo con una encuesta oficial, publicada en 2015, el 59.3% de los 16.1 millones de guatemaltecos vive en condiciones de pobreza, que alcanza a casi 80% de las comunidades indígenas.
Con información de AFP
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