La PNC reconoce el problema y ha recibido denuncias de agentes involucrados en estas redes criminales, por lo que ya han abierto las investigaciones respectivas.
Jorge Aguilar, portavoz del Ministerio de Gobernación, dijo que tienen conocimiento del problema en las fronteras, y con denuncias de las víctimas han capturado a varios agentes por cometer abusos sexuales y otros ilícitos, aunque no mencionó el número de detenidos.
“Hemos tenido denuncias de los abusos que cometen los malos agentes de la PNC en las fronteras y varios de ellos ya enfrentan procesos. Las investigaciones continúan para encontrar más responsables”, agregó.
Organizaciones no gubernamentales que trabajan con migrantes en Guatemala y Centroamérica sostienen que existen redes de extorsión y en el país este tipo de crímenes son más frecuentes.
Un reportaje del diario El País, de España, también recoge testimonios de mujeres que fueron objeto de abusos sexuales por supuestos agentes de la PNC durante su trayecto por Guatemala.
Por su parte, algunos migrantes señalan que prefieren atravesar dos veces la selva del Darién, en Panamá, que cruzar este país, al cual califican como un “infierno”, por ser uno de los peores para el tránsito.
En el último año fiscal, entre octubre del 2022 y septiembre del 2023, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos registró 2 millones 255 mil encuentros de migrantes irregulares centroamericanos y de otras nacionalidades en su frontera sur, lo que lleva a suponer a oenegés que trabajan con estas personas que la mayoría habrían cruzado Guatemala para llegar hasta allí.
Investigación
Rosario Martínez, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), expresa que este problema es constante en la frontera con Honduras, aunque no existen denuncias en el Ministerio Público, debido a que las mujeres prefieren continuar su ruta hacia Estados Unidos o porque las víctimas desconocen el lugar exacto donde ocurrieron los hechos y por la oscuridad de la noche no observaron bien el rostro de los agresores, que se lo cubren con gorros pasamontañas, de acuerdo con los testimonios.
“En la frontera de Aguas Calientes, el centroamericano pasa facilidad aunque no siempre hace su trámite migratorio y prefiere pagar a la autoridades para que no quede registrado su ingreso”, indica Martínez.
Honduras, El Salvador y Guatemala mantienen un convenio de libre movilidad que permite el paso por Guatemala, siempre y cuando presenten los documentos correspondientes. No obstante, los centroamericanos prefieren pagar en las estaciones de Migración porque no cuentan con boletas de ingreso, añade.
“Van con menores de edad y tendrían que presentar toda la documentación que se les exige, pero si están huyendo por cuestiones de pandillas o violencia, lo que menos quieren es que los detecten a donde van”, apunta Martínez.
Los pagos en Migración para poder continuar su ruta oscilan entre los US$30 y los US$100. El negocio, según Martínez, comienza en Esquipulas, Chiquimula, cuando los taxistas ofrecen traslados a las estaciones de buses por US$20 o US$30 —entre Q200 y Q250— con la advertencia que de lo contrario deberán caminar varios kilómetros, pero luego los migrantes se percatan que no son ni 15 minutos a pie.
Para quienes no alcanzan cupo en Casa del Migrante y que en ese momento todavía tienen recursos optan por pagar hoteles, que de igual forma cobran tarifas excesivas, también en dólares.
Mediante una investigación de campo, Martínez precisa que el 90 por ciento de los buses que parten de Esquipulas van ocupados por migrantes.
Según los testimonios de los propios migrantes, 5 km después de salir de dicha terminal se ubica el primer retén, en el cual les piden documentos y allí es donde se cometen los abusos.
Una barrera
Martínez refiere que organizaciones internacionales han querido iniciar estudios sobre las violaciones sexuales y otros vejámenes que se dan en la ruta de paso por Guatemala. Sin embargo, una de las principales “barreras” es la negativa de las víctimas para interponer la denuncia.
“Por los golpes y tipo de ultraje, las mujeres son trasladadas al puesto de salud más cercano. Cuando las revisan los médicos detectan que hubo una violacion sexual. El problema es que no denuncian porque a veces van acompañadas de su agresor, tienen miedo porque fue un agente de la PNC el que abusó de ellas o porque su meta, a pesar de la agresión, es llegar a Estados Unidos y piensan que uno de los costos es ese”, hizo ver.
Entrevistas en centros de salud les permitió establecer que también hay hombres que llegan con golpes y se determina que fueron sometidos a agresiones físicas, pero de todas maneras prefieren continuar su camino.
“Es una industria de la migración que funciona en las fronteras y que incluye a autoridades policiales, los traficantes de personas y ciertas empresas”, manifiesta.
“Hace 20 o 30 años el coyotaje lo hacía un vecino de confianza, pero ahora, para poder pasar tienen que hacer alianza con estructuras criminales y por eso el costo ha subido, puesto que hay que pagar una serie de pasos”.