CATALEJO

El necesario pensamiento en ética, filosofía y política

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Me llegó la versión electrónica de un libro muy llamativo porque tiene consideraciones aplicables a la situación política guatemalteca del momento. Se titula Ética y filosofía en tiempos violentos, de Gerardo Ávalos Tenorio, doctor en filosofía de la Universidad Metropolitana de Monterrey. De sus doce capítulos destacan tres: Ética y Política, un vínculo polivalente; respuestas antiguas a dilemas modernos; el gobierno de las pasiones; la mentira en la política; si la política es lucha, ¿cuál ética?; consideraciones morales de la democracia, y psicoanálisis, ética y política. Obviamente, es imposible resumirlos todos en una columna, pero su mención puede despertar en los lectores un pensamiento propio para decidir si en nuestro medio hay política o solo politiquería.

Abordaré brevemente el tema del gobierno de las pasiones. Ávalos Tenorio desarrolla a Baruch Espinosa (holandés, 1632-1677) para quien el ineludible apetito –impulso instintivo del ser humano y por ello lo domina y le hace realizar actos malos o peores ‘aun consciente de que lo son’. Conocer de lo bueno y de lo malo no es automático y se debe pensar en las consecuencias de ambos. El filósofo dice: “¿Por qué un pueblo es tan profundamente irracional? ¿Por qué se emociona de su esclavitud y lucha por esta como si fuera su libertad? ¿Por qué es tan difícil no conquistar, sino soportar la libertad?” Son temas candentes hoy pero como todos los relacionados con ética, política, libertad, por centurias han motivado meditación para forjar convencimientos personales.

Los tiempos actuales tienden, creo yo, a la exigencia por buscar el cumplimiento de la ley y condenar abusos en su nombre, lo cual inicia un nuevo renacimiento de la corrección en el actuar de todo político cuando se autodefine como participante en una sociedad democrática, cuyos necesarios cánones han definido cínicamente como los menos malos al compararlos con los regímenes totalitarios y dictatoriales, por ello anti- o a-democráticos, al atacarla o negarla. Es uno de los motivos de la correctamente calificada judicialización de la política, distinto al de señalarla como ajena a la Ley, con mayúscula, pensada como base de facilitar el beneficio de la colectividad, sin olvidar la utilidad para esta última del respeto a la libertad no ilimitada del individuo.

' Cuando los tiempos políticos son violentos es inevitable buscar defensa en ideas filosóficas, en especial éticas.

Mario Antonio Sandoval

Al ser la democracia una obra humana, tiene errores y se puede mejorar, como ha ocurrido. Alguna ley de una sociedad democrática puede no ser ética (como la discriminación racial estadounidense ilegalizada en los años sesenta pero aún presente). También existe el abuso de la ley o la búsqueda de artilugios legales para deshacerse de enemigos políticos, por lo cual esta elección ha causado especial rechazo, al existir más conciencia de las razones reales. Y la pregunta sobre cuál debe ser la ética en política si esta es una lucha, la respuesta es un poco, solo un poco, más sencilla: un código de reglas de conducta obligatorio, no voluntario, con castigos a los infractores, además de nuevas normas de limitación al motivo y número máximo de participaciones.

La mentira en la política debe ser castigable con algo más concreto a la pérdida de una elección. Significa afirmar algo sabiendo perfectamente de ser una mezcla de imposible, engañoso o de no haber propósito de cumplir. A las palabras ya no se las lleva el viento, al quedar impresas o grabadas gracias a la tecnología. Las consideraciones morales sobre la democracia constituyen un destacado tema de análisis, por la ineludible relación entre moralidad y conducta, o sea la forma de comportamiento humano y también político cuando es basado en falacias, es decir, conclusiones equivocadas a causa de racionamientos erróneos. La obra hoy comentada es completa pero compleja y para ampliar su divulgación a todo público sería muy útil una versión con sus ideas esenciales.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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