IDEAS
El experimento de las antípodas
El domingo ganó las elecciones presidenciales de Argentina Javier Milei, economista que se autodenomina liberal libertario y anarcocapitalista. La victoria fue contundente, lo que le da un mandato claro de la ciudadanía para hacer los cambios que propuso en campaña. Ahora tiene la oportunidad de poner en práctica los principios liberales en una sociedad que los necesita desesperadamente. ¿Lo logrará? No lo podemos saber, pero le deseo todo lo mejor, a él y a todos los argentinos. Algunos han querido igualar la victoria de Milei con la de Bernardo Arévalo en Guatemala. Si bien tienen algunas similitudes, son muchas más las diferencias. Considero que se nos concede una oportunidad de esas que se dan una vez en la vida —y quizá menos— de ser testigos de un gran experimento que se desarrollará frente a nuestros ojos durante los próximos cuatro años: la implementación en dos países, en simultáneo, de dos visiones casi opuestas en muchos aspectos. Yo lo denomino: “El experimento de las antípodas”.
' El experimento: la implementación en dos países, en simultáneo, de dos visiones prácticamente opuestas en muchos aspectos. ¿Cuál funcionará mejor?
Jorge Jacobs
La similitud principal entre ambos es que se presentaron como la opción frente a sistemas completamente corruptos, uno mercantilista y el otro “socialista del siglo XXI”. Ambos ofrecieron acabar con ese sistema. Otra similitud que tienen es que ninguno de los dos tiene mayoría en el Congreso, lo que les dificultará, a ambos, hacer los cambios que ofrecieron. Pero donde se separan, como el agua del aceite, es en las soluciones que plantean para los problemas de su país, las que, para todos los efectos, son diametralmente opuestas. Milei ofreció que detendrá todos los gastos públicos innecesarios —incluyendo la construcción de obra pública—, que va a vender todas las compañías gubernamentales que puedan operar en el sector privado, que va a reducir los impuestos, que va a eliminar regulaciones, que va a dolarizar la economía y cerrar el banco central, que va a respetar y proteger la propiedad privada, y ofreció que el 2024 terminará con un presupuesto balanceado, sin déficit fiscal, para lo que, además, amenazó con despedir a cualquiera de sus ministros que gaste más de lo que ingresa a las arcas estatales.
Arévalo y el Movimiento Semilla ofrecen hacer más grande al gobierno, lo que quedó claro con la insistencia de su equipo de incrementar el ya abultado presupuesto para el año entrante. Dicen que no van a subir impuestos, pero tampoco a bajarlos. Hablan mucho sobre la participación del gobierno en la economía, incluso han hablado de crear compañías estatales y tienen un discurso ambiguo con relación a las empresas y a las inversiones. En resumen, Milei aboga por una sociedad liberal, donde el gobierno cada vez se meta menos en la vida de las personas, para llegar al ideal de respetar irrestrictamente el proyecto de vida de todos, o lo que es lo mismo, un sistema capitalista; mientras que Arévalo propone un sistema colectivista en donde el gobierno supuestamente busque resolver los problemas de las personas, a cambio de disponer cada vez más de sus vidas y propiedades.
Y la oportunidad única que tendremos es ver cómo estos dos modelos opuestos, y con presidentes con personalidades también bastante distintas, se desarrollan en paralelo, con apenas un mes de diferencia en su inicio. Hay que tomar en cuenta que el punto de partida es muy distinto. Después de 70 años de colectivismo casi ininterrumpido, los peronistas han dejado completamente devastada a la Argentina, con inflación de tres dígitos, endeudada hasta el copete y con reservas negativas. Por mucho que algunos se quejen, Guatemala está a años luz de la debacle argentina. El único problema para los guatemaltecos y los argentinos es que todos formaremos parte de este experimento y sufriremos —o celebraremos— las consecuencias. ¡Amárrese el cinturón y prepárese para la salida!