ALEPH
Los presos políticos y el pacto del asco
Jueves 16 de noviembre: 27 órdenes de captura, 31 allanamientos, 6 detenciones. El caso: no hay, pero el Ministerio Público (MP) lo llama “Toma de la Usac: Botín Político”. Los sindicados: Eduardo Antonio Velásquez Carrera, Alfredo Enrique Beber Aceituno, Rodolfo Chang Shum, Javier Alfonso de León Gómez, Martín Jorge Macario y Marcela Blanco. Entre los primeros cinco hay doctores, docentes, un alumno y un trabajador de la Usac; la última es estudiante de la URL.
' Por cierto, ¿ya se habrá abierto un caso en el MP contra Mazariegos o es solo contra los enemigos políticos?
Carolina Escobar Sarti
Los cargos: “Violencia, hostigamiento y desorden” (…) “Detrás de la toma de la Usac hubo una red criminal organizada con el modus operandi de no reconocer al rector electo”. La razón real: haberse opuesto al fraude electoral que llevó a Mazariegos a la Rectoría de la Usac y que sirvió para calibrar el fraude que venía cometiendo el pacto de corruptos en las elecciones. Como no lo lograron y se les coló el binomio del partido Movimiento Semilla, ahora fabrican un caso a la medida, para traerse abajo al presidente y a la vicepresidenta electos, con todo y partido. El MP asegura que distintos aspirantes a cargos públicos y diputados usaron la toma de la Usac como plataforma para los comicios 2023. ¿Se puede ser más perverso? ¿Por cierto, ya se habrá abierto un caso en el MP contra Mazariegos o es solo contra los enemigos políticos?
Según el fiscal del MP, “mientras unos tomaban la Usac, otros publicaban en internet y otros solicitaban comida para las personas que estaban adentro”. Y para probarlo, se sirve de publicaciones de X y TikTok. Sin embargo, informes del Ministerio de Cultura y de Inacif dicen que no hubo tales daños al patrimonio nacional, sino que fue el desgaste propio del paso del tiempo. Y mientras nos tienen entretenidos con este caso, el Congreso aprueba, a marchas forzadas, la elección de magistrados para las cortes y busca hacer lo mismo con un presupuesto que ahorcaría la gestión del primer año de gobierno de Semilla. El diablo no puede esconder la cola.
En la Guatemala del golpe, los presos políticos están hoy encerrados por oponerse al pacto del asco. Son castigados por creer en la democracia y denunciar la corrupción. Por intentar un cambio de régimen en este Estado capturado. Por sentir asco, como tantas y tantos de nosotros. Asco, porque el pacto de corruptos ha estirado a su máxima extensión los límites morales, jurídicos y sociales que esta sociedad puede aguantar. Son perversos.
Sin importar si pertenecen a un partido político, a un movimiento social o estudiantil, a un sindicato, a la academia o a un medio de comunicación, los presos políticos son siempre víctimas de una violación de su libertad de expresión y pensamiento. No son detenidos por un delito probado, sino por sus ideas políticas, y su detención busca ser ejemplarizante e intimidatoria para otros que piensan o actúan como ellos. Es un acto arbitrario.
Entre los seis rehenes del MP, conozco bien a Guayo Velásquez. Sé que es un hombre decente e íntegro en un país donde estas son condenas y no cualidades; un padre cercano a sus cuatro maravillosos hijos; un profesional de trayectoria intachable en la Usac, no solo como docente y decano de la Facultad de Ciencias Económicas, sino también como director del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Ceur). Sé de sus invaluables aportes cuando estuvo en la Comisión Multisectorial del Transporte Urbano y en la Junta Monetaria. Y nunca olvidaré que le abrió un espacio a mi querido tío Poncho, cuando los demás lo consideraron muy viejo.
Guayo, Alfredo, Rodolfo, Javier, Martín y Marcela son personas con vidas simples como las nuestras que lo entregan todo por el sueño de una Guatemala sin corrupción; que anhelan una democracia que nos permita disentir y vivir en libertad, en la cual la dignidad deje de ser una palabra y comience a ser una manera de vivir. No están solos.