RINCÓN DE PETUL
Solidaridad total
Lleno, repleto, hinchado, atestado y abarrotado, completo y rebosante de honra y pundonor; orgullo del bueno, dignidad que se ve. Honestidad que ilumina. De eso iba lleno el carro de policías donde apresaron —infundadamente— a los ahora secuestrados políticos del caso inventado de la USAC.
' Los mártires inspiran a generaciones. Pero nadie vive queriendo serlo. Nadie debiera serlo.
Pedro Pablo Solares
Es increíble cómo una misma situación transmite mensajes tan contrastantes. El desfile de quienes salen de la Torre de Tribunales hacia prisión preventiva logra eso. Vergüenza u orgullo. La pena porque se revela un pecado; porque un delito se cometió. Ese que caminaron ya corruptos y mentirosos en la cruzada contra la corrupción que se dio en la década pasada. O, por el contrario, ese mismo desfile puede ser un pabellón solemne. Uno caminado por aquellos que en sus pasos realizan —de pronto— conocerse ya parte de ese grupo distinguido que con su libertad ha pagado un precio, el precio que en la historia pagaron quienes han impulsado hacia adelante la antorcha de justicia. La liberación de la opresión ha llevado inevitablemente ese sacrificio.
Los casos sobran pues la historia se repite. La oprobiosa represión del Apartheid en Sudáfrica nos dio uno de los más insignes casos de la prisión política, en su intento de silenciar con tortura. Sus impulsores tallaron sus nombres en la más infame lista de vergüenza. No callaron la demanda entonces, y no la callarán jamás. Son demasiado poderosos los ideales de los movimientos de cambio social. Más, mucho más, que la minúscula mezquindad que motiva a quienes no tienen más que su fuerza temporal para obstaculizar la evolución humana. Al inmenso Mandela se le recuerda por decir: “En mi país, primero vamos a prisión y luego nos convertimos en presidente. Similar lo de Mujica y tantos otros en Latinoamérica, cuyas voces no callan.
Lo vivido esta semana en la Torre de Tribunales acuchilló el corazón de nuestro pueblo. Una acusación, que insulta la inteligencia, llevó a la cárcel a gente que simplemente no pertenece ahí. Las solicitudes de retiro de antejuicio contra candidatos triunfadores solo confirman que los operadores que gobiernan no buscan ningún tipo de justicia. Y no reparan ya siquiera en ser discretos. Actúan a la sombra de sus antecesores de décadas atrás; aquellos que intentaron callar apretando gatillos. Persiguen botar la elección. Tirar al traste con la democracia lograda tras décadas de esmero. Impedir la toma de posesión de quien por Derecho corresponde. Algunos sectores negaron esto en su afán de silenciar las protestas del mes de octubre. Esperaría uno que nadie se atreva a negarlo ahora.
Los mártires inspiran a generaciones. Pero nadie vive queriendo serlo. Nadie debiera serlo. Menos los más justos, los que promueven valores para que nuestra sociedad sea mejor. Es injusto. Enfurece. Y pegaron donde indigna y duele. Un dolor valiente, empero, combustible ardiente para no claudicar. La emisión del pensamiento jamás pasará como materia de delito. La acusación contra el gobierno por el ejercicio de sus actuaciones, menos. El pueblo despertó y esta escalada anticipa semanas venideras de nueva inestabilidad. El pueblo honesto tiene solidaridad total hacia los prisioneros políticos, que con sus justas causas llevan en alto y con estoicismo la noble antorcha de la justicia y libertad.
Esta columna defiende el legítimo resultado electoral del 20 de agosto y cerrará con este mensaje independiente al tema de cada artículo, hasta que suceda la debida e imperiosa toma de posesión del presidente y vicepresidenta electos Bernardo Arévalo y Karin Herrera, el 14 de enero de 2024.