La convocatoria de los 48 Cantones de Totonicapán para el Paro Nacional Indefinido marca una diferencia entre lo que fue, es y será Guatemala. Hecho histórico que nadie esperaba, muchos reconocen y a algunos irrita.

En términos generales, la conquista española fue una ocupación del “nuevo mundo” e implantación de su cultura que no llegó a eliminar las culturas preexistentes, aun cuando su población fue diezmada por la fuerza militar y las enfermedades. Tan es así, que Guatemala es reconocida por su riqueza multicultural y variedad de idiomas ancestrales.

Dando saltos abismales en esa tortuosa historia destaca el primer pacto de corruptos firmado en el Real Palacio de la Nueva Guatemala de la Asunción, el 15Sept1821, cuando la élite económica, política y eclesiástica compró al presidente de la Real Audiencia, Gabino Gainza, para declarar la independencia ante las temibles consecuencias que tendría si el pueblo la proclamara. El precio, ser el primer presidente de la República que se crearía. El pacto tuvo sus altibajos, acuerdos y desacuerdos hasta la formal creación de la República, el 21Mzo1847, con inmensa pérdida territorial en el ínterin.

La Reforma Liberal de 1871 marcó el fin del colonialismo y el afianzamiento de la élite que fue favorecida con el repartimiento de tierras comunales pertenecientes a los pueblos originarios, marginando a estos a la servidumbre de los nuevos patrones, a los que se sumó a extranjeros invitados a invertir y producir en función de nuevos productos agrícolas, como el café. Esa nueva clase generó alianzas de poder que dieron lugar a tiranías explotadoras.

La revolución del 20Oct1944 rompió con el esquema neocolonial. Fueron creadas instituciones públicas para alcanzar el bien común, modernizar el Estado, pasar a formar parte del mundo capitalista y entrar al siglo XX con educación, salud, infraestructura y recursos que permitieran el desarrollo. Incluyó la recuperación de la tierra ociosa para entregar a campesinos que la trabajaran. Acción que, en el contexto de la II Guerra Mundial, provocó que el gobierno estadounidense señalara de “comunista” al presidente Árbenz e incitara el golpe de Estado en defensa de la compañía frutera afectada por la Reforma Agraria de 1954.

Eso causó estancamiento y la llegada de gobiernos corruptos que hicieron retroceder al país. Se fortaleció la discriminación, racismo y ninguneo de la diversidad cultural, como no sea para la tarjeta postal con que oficialmente se presenta al país en las ferias internacionales de turismo, cual si se tratara de un “Parque Temático de la Cultura Light”. Ante ese estado de cosas, el 13 de noviembre de 1960, jóvenes militares se levantaron en contra del gobierno; alzamiento que generó 36 años de guerra interna. En los años 70-80, gobiernos militares hundieron al país en el período más oscuro de nuestra historia. Noche tenebrosa en la que fueron asesinados los más connotados intelectuales, políticos, líderes sindicales y estudiantiles con el objeto de hacer prevalecer la kakistocracia, es decir, el gobierno de los peores. Etapa signada por el genocidio de los pueblos originarios, en los que se sacrificó a más de 200,000 ciudadanos indígenas, arrasando aldeas enteras, de manera, hasta hoy, impune.

Pueblos lastimados entre los que sobrevivió y destaca la organización de los 48 Cantones de Totonicapán, a la que se sumaron otras organizaciones indígenas, mestizas y ladinas que hoy hacen la diferencia. Acción con la que Guatemala no volverá a ser la misma que fue antes del 30 de septiembre de 2023 y permite prever un futuro mejor.