Migrantes

Las barreras naturales y artificiales que hacen de la frontera México-EE. UU. uno de los sitios más duros para el paso de migrantes

Oficiales fronterizos lidian con el tránsito irregular de migrantes, pero también con bandas del crimen organizado que intentan trasegar narcóticos y otros ilícitos a EE. UU.

Una patrulla de la Border Patrol vigila la zona de Granjeno, Texas, al fondo el muro del cual el Gobierno de Joe Biden construirá 323 kilómetros más. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)

Una patrulla de la Border Patrol vigila la zona de Granjeno, Texas, al fondo el muro del cual el Gobierno de Joe Biden construirá 323 kilómetros más. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)

Más de 3.2 millones de migrantes de todo el continente americano y de otras partes del mundo llegaron a la frontera sur de EE. UU. durante el año fiscal 2023, que finalizó el pasado 30 de septiembre.

Recorrieron cientos, quizás miles de kilómetros huyendo de la violencia, pobreza y falta de oportunidades. Pasaron dificultades y riesgos durante el trayecto que no finalizan con la llegada al destino final: EE. UU.

De hecho, la frontera que divide al país más próspero del mundo con México es considerada una de las más peligrosas. De 2014 a la fecha, la Organización Internacional para las Migraciones registra la muerte o desaparición en esa área de cuatro mil 825 personas.

Los sueños de los migrantes encuentran acá los últimos obstáculos por sortear, muchas veces se estrellan en contra del muro fronterizo, se pierden en el desierto o áreas semidesérticas o boscosas, o se ahogan en el río Grande, un enorme afluente de tres mil kilómetros que serpentea en buena parte de la línea limítrofe entre ambos países, desde las montañas de Colorado hasta desembocar en el Golfo de México.

Prensa Libre visitó la frontera sureste de EE. UU. y constató las hostiles condiciones a las que se enfrentan los migrantes. La gira, el pasado martes, comenzó temprano. El lugar visitado fue un área semiárida en las afueras de Granjeno, ciudad del condado de Hidalgo.

Los días previos habían sido muy lluviosos y hacía frío, el terreno estaba muy lodoso. Quienes llegan hasta este punto han dejado dos o tres millas atrás —dependiendo del área que se cruce— el río; pero, por las condiciones del terreno, atravesarlo es muy difícil.

Ingresar a EE. UU. no es como antes. Desde años atrás el Gobierno ha construido un enorme muro que recién el presidente Joe Biden anunció que se levantarán 32 kilómetro más. Esta barda, que en las partes más altas mide hasta 10 metros, se constituye en un obstáculo imposible de cruzar para alguien que antes cruzó el río y caminó varios kilómetros.

Así, sucumben al cansancio y desisten de huir. “Mucha gente tiene la impresión de que este muro es para detener a las personas, —pero— está diseñado como un sistema de filtración para apoyar a la gente y llegar rápido al migrante si necesita ayuda”, apunta el oficial de la Patrulla Fronteriza, Andrés García, quien remarca que la barda ya esté dentro de territorio estadounidense.

“En lugar de tener muchos accesos de entrada, el muro cuenta solo con algunos para que siempre esté un agente listo para actuar”, aseveró.

Esta parte es extremadamente vigilada. En el lugar, las autoridades han colocado sensores sísmicos que detectan el momento de un cruce y de inmediato se dirigen al lugar donde saben que llegarán personas. Aparte, el muro está iluminado para minimizar la posibilidad de cruces nocturnos, hay cámaras, vigilancia aérea y muchos oficiales fronterizos que tienen a su cargo el patrullaje de la frontera sureste.

Cristina Smallwood, una oficial que lleva 15 años de hacer patrullajes, llamó a las personas a no cruzar la frontera sin autorización y buscar las opciones para hacerlo de manera legal. Dijo que en el tiempo que tiene de servicio ha visto “de todo”. “Cada día es diferente, he visto familias enteras, menores de edad, niños de brazos. Como para todo ser humano, ha sido difícil y muy triste”, subrayó.

Una barrera natural

A la par del muro, el río Grande hace gala de su imponencia. En esa parte del sur de EE. UU. es un ancho afluente que por momentos parece lago. Según cálculos, mide unos 10 metros en su parte más profunda. Del total del río, 443 kilómetros pasan por el valle del río Grande.

Las personas suelen cruzarlo en balsas inflables sobrecargadas. Muchos han muerto ahogados, otros son atacados por los caimanes que abundan en sus aguas, si sobreviven y logran cruzarlo también pueden sufrir ataques de enjambres de abejas y otros insectos, serpientes, alacranes y escorpiones.

En la gira, los guardias fronterizos localizaron un paso de migrantes. En el lugar se pudo ver muchos objetos que fueron abandonados, desde mochilas, prendas de vestir o juguetes. También llamó la atención muchos brazaletes de diversos colores que, evidentemente, quienes cruzaron el río se lo cortaban al pasar.

Los oficiales no saben explicar el porqué de los brazaletes, pero hacen conjeturas. Puede ser que cada color identifique a una banda delictiva o que identifique el número de intentos que un coyote ofrece a cambio del pago, comentan.

Criminales

Los guardias fronterizos también deben hacer frente a otras amenazas. Esto hace que adopten posturas a veces enérgicas cuando hallan a algún grupo de migrantes ya que deben estar seguros de que no se han topado con narcotraficantes, por ejemplo.

“Estamos entre la espada y la pared”, comenta Rafael Terellas, oficial de la Patrulla Fronteriza. “Eso es lo que a veces las personas no entienden que no sabemos con quién tratamos y no podemos ir y darte la mano sin antes controlar la situación”, añade.

Guardias fronterizos del sector del Valle del río Grande, hacen un patrullaje en lancha en el las 277 millas que les corresponde vigilar. (Foto Prensa Libre: Embajada USA/El Salvador)

“Primero tengo que ser un agente y luego puedo ser yo”, remarca.

Otro oficial fronterizo quien se identificó solo con su apellido, Valderrama, añade que les ha tocado rescatar a muchos niños “de todas las edades” de las aguas del río Grande, algunos sin vida. “Nosotros hacemos lo que podemos. Uno siempre quiere ayudar, pero a veces no es tan fácil”, reflexiona.

“Es muy triste ver a personas en el agua tratando de nadar peleando por sus vidas. Eso duele verlo, nosotros hacemos lo posible por ayudarlos, sin importar si se trata de hombre, mujer o niños, es una vida”, dijo.

  • GALERÍA: La Patrulla Fronteriza vigila las fronteras de EE. UU. 
Una oficial vigila el río Grande, en la frontera entre México y EE. UU. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
Una mochila que probablemente llevaba una niña fue dejada a orillas del río Grande. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
Guardias costeros localizan diversos artículos durante sus patrullajes. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
Más de 4 mil muertos se cuentan desde 2014 a la fecha en la frontera sur de EE. UU., según la OIM. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
Una oficial muestra un brazalete hallado a orillas del río. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
En tramos, el río Grande parece un lago, lo que lo hace muy complicado de cruzar. (Foto Prensa Libre: Sergio Morales)
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