PUNTO DE ENCUENTRO
Los pueblos de Guatemala no se rinden
La estrategia para desmantelar la frágil democracia guatemalteca se fue dando por etapas. No es que la nuestra haya sido una democracia fuerte y consolidada, no. Tuvo y tiene enormes deudas pendientes que es preciso saldar para dar respuesta a las necesidades de la población que mayoritariamente vive en condiciones de exclusión y pobreza.
Pero lejos de hacerlo, los grupos de poder político y económico se han dedicado a socavarla y a demoler cualquier esfuerzo que suponga una amenaza para el sistema de privilegios, desigualdades e impunidad que siguieron manteniendo/consolidando/ampliando a lo largo de casi cuatro décadas desde la apertura democrática.
Y así, cada esfuerzo en contra del statu quo o de sus intereses (que vienen siendo más o menos lo mismo) es bombardeado/asfixiado/contrarrestado para volver al punto de partida o un poco más atrás.
Regresión, nunca avance. Algunos ejemplos: la reforma constitucional del 93 (retroceso); el NO en la consulta popular del 99 para refrendar los cambios a la Constitución emanados de los Acuerdos de Paz (retroceso); la sentencia condenatoria contra Efraín Ríos Montt en el juicio por genocidio anulada por la CC en 2013 (retroceso) y la lucha contra la corrupción y la impunidad impulsada por la dupla MP-Cicig interrumpida por la expulsión de la comisión internacional y el nombramiento de María Consuelo Porras Argueta como Fiscal General en 2018 y su reelección en 2022 (retroceso). A cada avance, una contraofensiva.
Y aquí estamos en pleno 2023 en el contrataque que pretende anular el resultado de la elección presidencial para evitar que Bernardo Arévalo y Karin Herrera tomen posesión de sus cargos el próximo 14 de enero. Y es que a pesar de que tenían el sistema cooptado, habían sacado del juego a tres candidatos “antisistema” que según ellos suponían un peligro real para mantener el control del Ejecutivo, y desplegado una millonaria estrategia clientelar que incluyó la “compra” de alcaldes, el tiro les salió por la culata y la población les jugó la vuelta votando nulo y en blanco, lo que posibilitó que con un 11,8% el binomio del Movimiento Semilla se colocara en la segunda vuelta.
' Continuamos reclamando la renuncia de los golpistas.
Marielos Monzón
Ahora la historia se repite. Como el triunfo de Arévalo supone un peligro para el statu quo y abre la posibilidad de detener la regresión autoritaria que el Pacto de Corruptos estaba a punto de consolidar por la vía electoral, echaron de nuevo a andar la maquinaria de la regresión para bombardear/asfixiar/contrarrestar su asunción al poder.
La estrategia es disfrazar de investigación y “caso” penal un golpe de Estado y concretarlo por la vía judicial, aunque eso suponga sepultar nuestra agonizante democracia, desconocer la voluntad popular expresada en las urnas, violar la Constitución que mandata la alternancia en el poder y violentar los dos derechos que todavía les daban un barniz democrático: los de elegir y ser electo.
No necesitan dar un golpe clásico. Para qué, si tienen capturado el sistema de justicia, alineadas las altas cortes, cooptado el MP y desmantelado el sistema de pesos y contrapesos. Mantener en el cargo a Porras Argueta como fiscal general les garantiza que la estrategia golpista no va a parar, sin importar las consecuencias.
Pero ningún plan es perfecto. Se extralimitaron tanto —y lo siguen haciendo— al pretender desconocer el resultado de una elección y regresar al país a antes de 1985, que se fue gestando una respuesta popular que, por su amplitud y profundidad, se transformó en el principal factor para la salida de esta crisis.
El pueblo encontró los caminos guiado por la organización, la madurez y la dignidad de los 48 Cantones y otras autoridades indígenas y está empoderado reclamando la salida de los golpistas y abriendo la posibilidad a una nueva primavera democrática.