IDEAS
Si así son las vísperas
Luego de dos semanas del #BloqueoNacional, la mayoría de los guatemaltecos ya tuvimos una probadota de lo que serán las fiestas del gobierno del Movimiento Semilla: la imposición de su visión del mundo sobre todos, sin importar si lo tienen que hacer a garrotazo limpio o con lo que sea. Y lo digo con la autoridad moral que me da haber defendido los resultados de la elección, a sabiendas de que podríamos encaminarnos a una debacle como la que ya estamos viendo —y eso que todavía no están en el poder—. Hasta la fecha sostengo que el proceso del día de las elecciones en Guatemala es casi imposible de manipular. Pero también he sostenido que el proceso electoral de este año fue manipulado a través del uso de la “justicia selectiva” —de lo cual son cómplices desde el registrador de Ciudadanos hasta Alejandro Giammattei, pasando por los magistrados del TSE, varios jueces, la CSJ, la CC y probablemente también algunas instrucciones en inglés—. Todos ellos le robaron la elección a Carlos Pineda, con lo que sentaron las bases para que Arévalo y el Movimiento Semilla se ganaran la lotería.
' Consideraba a Arévalo una persona moderada, pero ahora, lamentablemente, parece que con sus acciones me está refutando.
Jorge Jacobs
Consideraba a Arévalo una persona moderada —quizá la más dentro de su partido—, pero ahora, lamentablemente, parece que con sus acciones me está refutando. Entiendo que las presiones del MP lo puedan llevar al punto de la desesperación, pero ni eso justifica poner en riesgo a buena parte de la población, como lo hace con sus aliados.
Apenas al día siguiente del sorpresivo resultado de la primera vuelta, ya algunos de sus partidarios dejaban entrever a lo que estaban dispuestos a llegar con tal de imponer su voluntad y ejercer el poder de manera férrea. Amenazaba uno de sus compañeros diputados con que, si el próximo Congreso no les aprobaba sus propuestas, “sacarían ‘al pueblo’ a las calles”. Lejos estábamos de intuir qué tan rápido se materializarían sus amenazas.
Ahora llevamos dos semanas en las que sus grupitos de aliados se han impuesto por la fuerza sobre toda la ciudadanía —ese pueblo que dicen defender—, obligando a muchas personas a caminar, en algunos casos, decenas de km, para poder ganarse el pan de cada día. Le han violado sus derechos a la mayoría de “el pueblo”, con tal de imponer su voluntad. Dicen que lo defienden, pero lo hacen poniéndole el cuchillo en el cuello —aunque para muchos, quizá, en la espalda—. Repiten hasta el cansancio —quién sabe si para convencerse a sí mismos o siguiendo la receta de Goebbels— que son manifestaciones pacíficas, cuando el solo hecho de violar los derechos al resto de la ciudadanía es prueba suficiente para refutar semejante mentira.
El colmo es que ellos mismos interpusieron un amparo en la CC para que los “dejen manifestar”. Pues resulta que la Corte los amparó provisionalmente —como hizo con el partido para que pudiera competir en la segunda vuelta— pero, en el mismo amparo, les advirtió de que, al hacerlo, deben respetar los derechos “a la vida, salud, seguridad, paz, libertad de locomoción de personas y vehículos, libertad de industria, comercio, trabajo y propiedad”. También indicó que “se coordinen e implementen acciones tendientes a garantizar que los guatemaltecos realicen sus actividades diarias, sin que resulten afectados por el ejercicio del derecho de manifestación”.
Ellos piden que se respete el amparo provisional que la CC les dio para ganar las elecciones, pero no quieren reconocer este otro amparo que la misma corte les concedió. Por aquello de la “justicia selectiva”. Pero lo que más me preocupa y molesta es que sus aliados están implementando tácticas terroristas de asedio contra la población que dicen defender: cortando el suministro de agua e intentando dejarlos sin electricidad, como si estuviéramos en guerra, ¡Y no dicen nada! Quieren que los demás condenemos el actuar del MP —que yo lo he hecho en donde considero que se han propasado—, pero ellos se quedan callados ante los ataques nada pacíficos contra la población. ¡Qué decepción!