CATALEJO

Riesgos mayores se deben a lluvias, no a terremotos

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En el imaginario nacional, los peores riesgos naturales son los terremotos, porque nuestra historia está llena de esos fenómenos imposibles de predecir con exactitud. Apenas se puede calcularlos en un espacio muy largo de tiempo. Todos los guatemaltecos vivirán en el transcurso de su vida al menos uno muy trágico, como el ocurrido el 4 de febrero de 1976. Al ser inevitables por realidad geológica y geográfica, desaparece el temor en el inconsciente colectivo. No se puede hacer nada para evitarlos, y sólo se pueden tomar medidas para mitigarlos. El riesgo real viene de las lluvias, porque sus efectos son el resultado directo de una cadena de acciones humanas corruptas, irresponsables, y producto de la mala educación, aunque esta última también contribuye en mucho.

La tragedia de las seis casas de lámina construidas a la orilla del río Naranjo y arrastradas por las inundaciones del aguacero de la madrugada del domingo anterior pasado, ha sido la más reciente. Nace la angustia y el tormento al saber de la pérdida de vidas de once niños de corta edad y ocho adultos, en la capital, y por esto ha aumentado la atención y la conciencia de las causas. Pero en la provincia, se han contado por docenas los derrumbes en laderas debido al exceso de lluvias. Se llevan aldeas, caseríos, interrumpen carreteras y angostos caminos de acceso. Es prueba local de la destrucción ecológica al matar bosques por tala inmoderada para leña, monocultivos o pastos y otras actividades económicas contribuyentes en todo el mundo al cambio climático del planeta.

' Los terremotos mortales ocurren dos o tres veces cada siglo, o algo así. Las lluvias caen miles de veces cada año.

Mario Antonio Sandoval

La mitigación y eventual resolución de estos problemas no puede realizarse sin una agresiva campaña de información acerca de las áreas del país, sobre todo capitalinas, donde no se deben construir viviendas, acompañada de un esfuerzo similar para convencer de estos mortales peligros a quienes se ven obligados a emigrar a la capital. Muchas municipalidades son cómplices, por corrupción o falta de planificación urbana bien hecha. En pocas semanas se ha podido ver, gracias a los drones, vistas desde arriba de casas de clase media abandonadas por el inminente derrumbe del subsuelo, en una colonia residencial con calles asfaltadas, hasta las humildes viviendas del asentamiento de la más reciente tragedia, en terrenos invadidos.

El descuido e irresponsabilidad de los vecinos también tiene presencia. El socavón de Villa Nueva fue resultado de drenajes insuficientes y además rellenos de basura de todas clases. Varias áreas están aisladas y el obligado cambio de vía de paso ha dejado atrapados en sus casas a quienes viven al lado de la carretera antigua. Por aparte, la mala construcción de las carreteras ya salió a luz prácticamente en todas las vías terrestres del país. Y en todo ello la mezcla de corruptela, mala planificación e irresponsabilidad tiene al país de rodillas: un viaje a Escuintla toma tres o cuatro horas; uno a Puerto Barrios, al menos siete. Del área de la carretera hacia El Salvador, hasta dos horas para llegar al centro histórico y a otras áreas capitalinas. Ir a La Antigua, cuatro o tres horas.

La tragedia nacional del irrespeto a la naturaleza ha sido forjada lenta pero seguramente desde hace docenas de años y ahora ha explotado en forma violenta a causa de la concatenación de los factores ya mencionados, a lo cual se agrega el crecimiento de la población en forma también descontrolada, a consecuencia de la falta de educación para reducir el porcentaje de ese fenómeno causante de la disminución de posibilidades del desarrollo general y del desarrollo humano para e competitivo mundo actual. Como todos los problemas nacionales, están relacionados. Un inicio del esfuerzo por lograrlo es informarles de ser las lluvias el fenómeno natural más mortífero, porque ocurren cientos de veces en un año, mientras los terremotos mortales pasan dos veces cada siglo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.