Elecciones Generales Guatemala 2023

“Lo que más me gusta de Bernardo es su cerebro”: Lucrecia Peinado, esposa del presidente electo

La doctora Lucrecia Peinado conversó sobre su vida, su relación con Bernardo Arévalo y los proyectos que liderará desde la Secretaría de obras sociales de la esposa del presidente.

Lucrecia Peinado, esposa de Bernardo Arévalo, es médica y cirujana y ha enfocado su carrera en programas sociales. (Foto Prensa Libre: Esvin García)

Lucrecia Peinado, esposa de Bernardo Arévalo, es médica y cirujana y ha enfocado su carrera en programas sociales. (Foto Prensa Libre: Esvin García)

Lucrecia Eugenia Peinado Villanueva es médica y cirujana graduada de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es la esposa del presidente electo, Bernardo Arévalo. Tiene más de 20 años de liderar programas sociales vinculados con la salud, para organizaciones como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).

Peinado ofreció una entrevista a Prensa Libre y Guatevisión, en la cual abordó asuntos personales y profesionales, al tiempo que habló del papel que piensa asumir al frente de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (Sosep).

¿De dónde es originaria?

Yo soy capitalina y mis padres también. Mi madre nació en El Salvador, pero hace muchísimos años, desde muy pequeña, se trasladó a Guatemala y tiene la ciudadanía guatemalteca.

¿Cómo es un día normal de Lucrecia Peinado de Arévalo?

En la mañana, primero el café, porque sin café no me despierto, pero luego, usualmente, me gusta leer algo. Leo mucho digital, mucho documento técnico de las áreas que yo trabajo. También había pensado entrar en una especie de retiro de mi trabajo de consultoría y empezaba a jugar con la opción de hacer un pequeño emprendimiento, pero, bueno, con todo esto que se vino, pues ya no.

Luego, cuando están los nietos, es una dedicación completa a los nietos y a la familia. Me gusta ver muchos documentales informativos. No soy muy de televisión o de películas, pero básicamente, lo que sí me interesa es ver documentales de diferentes tipos.  No soy muy activa físicamente, pero sí he hecho yoga en casa.

Hablemos de su vida. ¿Por qué decidió enfocarse en las ciencias médicas?

Yo siempre, desde niña, sabía que quería ser médico. Nunca dudé que eso quería ser, incluso en mi último año de bachillerato empezaba a pensar que tal vez podía gustarme trabajo con la educación especial y otros temas, pero al revisar el contenido siempre volvía a caer en lo que me gustaba, Medicina.
No puedo decir que hubo específicamente una razón, tal vez un poco de idealismo que muchos tenemos, que es una carrera de servir y una carrera para atender a otras personas, y a la vez una carrera muy científica.

Pero luego optó por tomar una línea más social en el ámbito de la salud. ¿Por qué?

Yo me sensibilicé un poco cuando hice unas prácticas comunitarias. El choque de ver la realidad de las personas con enfermedades y faltas de tratamiento y cuestiones así, pero luego hago una especialidad clínica en Anestesiología y me traslado a vivir a San Pedro Sacatepéquez, San Marcos.

Ahí yo digo que eso fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida como capitalina, porque yo no conocía la verdadera Guatemala, y entonces fue ese choque social que me ayudó a abrir muchísimo los ojos sobre lo que era realmente el interior del país.

Muy diferente a la época actual, mi generación también comprende todas las limitaciones de accesos todavía de áreas lingüísticas que todavía no hablan el español, especialmente las mujeres; no había el mismo acceso a servicios, había mucho que hacer.

¿Cómo fue combinar su profesión con el trabajo social y luego la maternidad?

Tengo una historia real. Cuando yo terminé la carrera de Medicina, estaba en mi examen final, yo ya tenía unos meses de embarazo de mi primera hija. Entonces tenía que esperar a junio para aplicar a un posgrado.

Quería ser pediatra. Me fui al Hospital Roosevelt a participar en el examen de oposición. Entraron los demás y el jefe del departamento me detuvo. Me dijo que no entrara al examen porque estaba embarazada. Le respondí que eso no tenía nada que ver con mi cerebro, y él me dijo: “Aunque sea la primera, no la vamos a dejar. Es que, mire, doctorcita, las mujeres, con los embarazos, hay que darles prenatal, posnatal y luego hora de lactancia. Mejor váyase a su casa”.

Todo a lo largo de la vida de las mujeres, toda esta discriminación de género, para mí ese fue un clásico, pero no había forma de revertir eso, dónde poner una queja ni nada de eso.

Cuando ya me fui al interior empecé realmente a disfrutar el trabajo voluntario dentro de estas experiencias, porque hacía la parte clínica, pero me encantaba la parte de gerencia.

¿En qué momento de su vida y cómo conoció a Bernardo Arévalo?

En el año 99. Yo trabajaba para un proyecto de PNUD, financiado desde Nueva York, que era la red de desarrollo sostenible, que fue el programa que produjo en Guatemala el internet para distribuir información relacionada al desarrollo.

Me tenían hospedada en una oficina en el edificio antiguo del PNUD y a la vez Bernardo Arévalo y Edelberto Torres Rivas estaban dirigiendo otro proyecto y estaban también ubicados en el mismo edificio.

Un amigo en común me decía que tenía que conocerlos, a ambos, porque nos llevaríamos bien, por el tipo de conversación. Un día por fin nos invita —Arévalo— a cenar a su casa y desde ahí hubo mucha afinidad. Nos invitó a una segunda cena y otra vez. De ahí Bernardo me empezó a invitar a un cafecito, y a otro cafecito por allá, y entre cafecito y cafecito se llegó hasta el de hoy en la mañana —sonríe—.

¿Qué la hizo enamorarse de él?

Yo siempre le he dicho que lo que más me gusta de él es su cerebro. Yo le digo que es un hombre brillante, la verdad. Es un hombre de cultura. Entre todo, su manejo de una gran información y su capacidad de diálogo.

Solo lo resumo así: él es un hombre brillante, además sumamente competente; es muy galante, que es una combinación entre un hombre muy inteligente pero a la vez muy humano, muy romántico también.
Ya cuando estábamos juntos yo trabajaba como oficial de salud en Usaid —Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo—, había una cantidad grande de guatemaltecos ahí y había mucha seguridad para entrar cosas.

Yo, varias veces al mes, recibía unos grandes arreglos de rosas y empezaban a escanear las rosas; después ya se fueron acostumbrando. “Otra vez hay unas rosas en el lobby”, me decían de seguridad. Hasta el día de hoy me lleva flores.

Algo muy curioso, muy especial, es que los dos, cuando nos encontramos, nos sentimos como que siempre nos habíamos conocido. Entonces, hasta el día de hoy, siempre me dice Bernardo: “¿De cuántas vidas te habré conocido?”, y nos decimos: “Ojalá que en otras vidas nos sigamos encontrando”.

¿Cómo definiría su relación con el presidente electo?

Es una relación especial, de amor, de respeto, de admiración mutua.

Yo siempre he dicho que en una relación uno debe admirarse mutuamente, y si empiezas a sentir que pierdes esa admiración, busca activamente cosas que admirar en la otra persona, porque siempre va a haber algo.

De ahí ya tú sientes ese amor y ese compromiso, y uno hace compromisos verbales uno con el otro. Hasta el día de hoy nuestra relación sigue basada en los mismos principios.

¿Cómo tomó usted la decisión de Bernardo Arévalo de participar activamente en la política?

Cuando él toma una decisión, lo hablamos desde el punto de vista de pareja y de familia, pero nunca ni él me dice a mí “no hagas esto o no quiero que hagas lo otro”. Dejamos que cada uno decida qué es lo que desea hacer.

Cuando él lo decidió era un terreno totalmente nuevo para él como para mí, nunca habíamos estado ninguno de los dos involucrados en política partidaria, pero llegó un momento en el que comprendimos que si no participábamos dentro de estos tipos de organizaciones dentro del sistema nacional no íbamos a tener incidencia.

Fue acordado, sabíamos que iba a cambiar nuestra vida, pero siempre hubo un apoyo.

¿Cómo tomó la noticia cuando Arévalo le comentó que sería candidato presidencial?

Tenía que ser su decisión. Analizamos todos los cambios que podía haber. Yo le dije: “Bueno, pero la decisión es tuya y es lo que tú deseas hacer. Si sí deseas hacerlo, bueno, estoy contigo”.

Yo sí viví dentro de mí un proceso extraño y nuevo, que era que él ya no era solo para mí. De repente había otros compromisos y nuestro tiempo juntos se redujo muchísimo, pero ese es un proceso de adaptación al cambio.

Todo cambio genera cierto tipo de ansiedad. Entonces yo sí viví ese tipo de ansiedad, y se lo decía a Bernardo. Él me daba mucho refuerzo emocional. Yo pasé esa fase. Ya luego, cuando entras en una aceptación y comprendes todo lo que conlleva ese cambio, entra un período de paz.

La doctora Peinado afirmó que integrará la Sosep y que su experiencia en el campo de la gerencia de la salud la preparó para la institución. (Foto Prensa Libre: Esvin García)

¿De qué manera cambiaron sus rutinas con la política?

Vivimos en Carretera al Salvador por 20 años. Dejé de ver a Bernardo mucho, muchas horas y horas de cada día porque el tráfico no lo permitía. Estaba muy ocupado en las cuestiones de Congreso, y cuando por fin se liberaba, se acortaba mucho nuestro tiempo juntos.

Así estuvimos un tiempo, hasta que los hermanos de Arévalo nos invitaron a que viviéramos en la casa que está al lado de la madre de Bernardo, que es una casa que era de la mamá de Juan José Arévalo Bermejo, que está en zona 2, para que mejorara nuestra calidad de vida y más tiempo juntos. Nos pareció una idea fabulosa. Tenemos como unos dos años y medio de vivir ahí, lo cual, pues, favoreció muchísimo —la relación—.

Ahora, ya con todo el proceso de campaña, pues Bernardo la vivió antes de la primera vuelta muy intensamente, con todo el trabajo.

Hace casi dos meses murió mi padre. Él vivía con nosotros. Entonces yo me dedicaba a atenderlo, a cuidarlo, con el apoyo de mis hermanos, pero básicamente yo no podía salir a la campaña. No tuve ese involucramiento activo, pero mi padre murió unas 36 horas después del 25 de junio. Luego empecé a ir a todas las giras con él, y fue muy emocionante para mí.

Empecé también yo a sentir toda esa necesidad. Uno va con las personas, conociendo un montón de cosas chocantes. Me sentía hasta ofendida del nivel de abandono del Estado en muchas cosas para la población, así que era una mezcla de sentimientos. Hay una necesidad de tener esperanza. Entonces, las personas empezaron a aferrarse a esa posibilidad, empezaron a ver que sí podía haber una esperanza.

¿Cómo se siente ante el triunfo presidencial de Bernardo Arévalo?

Me siento muy orgullosa de él, porque la madrugada del 26 que llegamos a casa, como a las 4.30, y lo he dicho en varias ocasiones, nos sentamos en la cama porque todavía no podíamos ni acostarnos.
Yo le dije: “Toda tu vida, incluso la cuna, la casa donde naciste, todo lo que has hecho en el trayecto de tu vida te ha preparado para este momento. Si alguien está preparado para este momento, para este cargo, eres tú”.

Él no será un supermán que va a poder hacer mil cosas y todo, pero definitivamente es un hombre honesto, es un hombre de principios y valores, respetuoso de la de la herencia y el nombre de su padre, y es sumamente comprometido con el país.

Ya sucedió. Ahora, en la transición, a empezar a prepararnos con la máxima calidad y seriedad para ese momento, para servir.

¿Hay algo que le cause temor de aquí al 14 de enero?

Yo fui educada en una familia en que se nos decía que no había que vivir o ver las cosas desde el temor o el miedo, sino buscar cómo entrar en paz con las situaciones. Habiendo dicho esto, es preocupante ver los ataques que ya se están dando con la judicialización y persecución.

Lo que hacemos también es tener los cuidados. Tienen sus equipos —de seguridad— muy preparados para enfrentarse a todo ese tipo de cuestiones y también es un momento de desesperación, en el que todas esas mafias corruptas no desean, no quieren, soltar el poder que se les va de las manos. Son capaces de cualquier cosa.

¿Precidirá la Sosep?

Existe ya un espacio dentro del Gobierno entre el Ejecutivo que se llama precisamente Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (Sosep), y, pues, bueno, ese es el espacio que existe. Me alegra a mí mucho que exista, porque tengo muy claro que yo no soy la persona que ha sido electa popularmente.

Yo tengo ese espacio, dentro del cual, bajo todo el plan de gobierno, bajo las estrategias y en colaboración con quien corresponda, vamos a desarrollar los programas que están bajo esta secretaría.

Podemos decir que también a mí la vida me ha preparado para ese trabajo, porque mi área de experiencia es precisamente con el trabajo para beneficio de esas poblaciones. Así que yo encantada de poder servir y poder entregarme con mucha seriedad, mucha humildad también, pero con mucha pasión, a trabajar desde ese espacio.

¿Qué planes tiene en mente para la Sosep?

Hay dos áreas que hemos hablado con Bernardo y que a mí me gustaría trabajar: primero, en el área como de abogacía y de visibilización, me gustaría escoger un par de causas, no solo esas que no están ahorita dentro de un programa evidente de la Sosep, dos causas que necesitan visibilizarse ante toda la población.

Porque son a veces un poquito de problemas huérfanos que, si no se les sube el perfil, pues no vamos a avanzar en el apoyo de toda la sociedad, de todos los sectores, para ir encontrando soluciones conjuntamente para este tipo de poblaciones afectadas.

Luego está básicamente la parte programática de la sociedad. Tiene programas que ya están siendo implementados, pero se interrumpieron.

Existen centros de cuidado infantil y otro tipo de apoyo solidario para mujeres y para el adulto mayor que no necesariamente están teniendo el impacto y el efecto deseado, por lo cual necesitan un reenfoque, una revisión y una readecuación.

Yo tengo mi proyecto estrella, mejorando lo que existe, y si es necesario alguna reestructuración o algún cambio y una mejora se va a hacer.

Desde el punto de vista de gerencia, uno no empieza cambiando de todo al principio, pero para eso tenemos el espacio de transición, para tomar ese tipo de decisiones y, además, la estructura debe servir y apoyar la estrategia de trabajo.

¿Cuál debería ser el papel como esposa del presidente en la administración pública?

El papel que está asignado es el apoyo en una secretaría, la Sosep, así que creo yo que no hay otro papel dentro del Gobierno.

Hay un espacio claro y yo pienso ejercer mi papel con mucho cuidado de no entrometerme en áreas que no me corresponden.

Yo no tendré un poder de decisión en otras cosas que no competen a la Sosep, pero a la vez estoy allí como una herramienta de apoyo a cualquier otra secretaría, a cualquier otro ministerio que me solicite apoyo.

ESCRITO POR:

Fátima Najarro

Periodista de Prensa Libre especializada en el Organismo Ejecutivo, fiscalización y política, con varios años de experiencia en medios escritos.