La crisis generalizada de Guatemala acaba de agregar un nuevo y gravísimo elemento: la virtual incomunicación de la ciudad capital, cuyo efecto más terrible es un problema esparcido a casi todo el país. Se trata de los riesgos de destrucción de las principales rutas de ingreso y salida al centro neurálgico nacional. En apenas pocas horas, en Villa Nueva el tránsito vehicular está interrumpido a causa del descubrimiento de una caverna creada por las corrientes subterráneas propias de la zona donde se asienta esa estratégica ruta. Además, los vecinos han filmado con sus celulares el peligro de derrumbe en la cuesta de Villalobos, y esto se une al constante desplome del pésimamente construido libramiento chimalteco.

Parece película de terror, pero no. Es el resultado de años de desidia, en el caso de la caverna, y de irresponsabilidad de miles de vecinos capitalinos y de otros municipios en el manejo de la basura. Hace algunos meses, tuve a la vista las fotos de una caverna similar en el cruce del Periférico y la ruta a occidente. Fue el tema de un Catalejo, porque correspondía a la municipalidad capitalina encargarse de arreglar el problema. Desde el punto de vista geológico la distancia de unos diez kilómetros en línea recta entre ambas cavernas resulta mínima. Las comunas respectivas han actuado, una con negación de la gravedad y la otra con desconocimiento técnico. Como sea, el problema se agravó.

La falta de comunicación afecta todo: tránsito de vehículos, transporte de carga pesada, comunicación terrestre, turismo (porque complica enormemente la llegada a tiempo al aeropuerto La Aurora), clases en todos los centros educativos, transporte necesario para llegar a las actividades laborales. Un efecto adicional será participación ciudadana en los centros para votar. Todos los males derivados de descuidos, irresponsabilidad y corrupción explotaron al unísono. Si a eso se agrega el siniestro plan giammateiesco de perpetuarse, el futuro inmediato y mediato de Guatemala es negro, negro. Parafraseando a Carlos Samayoa Chinchilla: “qué triste suerte la de la Guatemala sin suerte”.

Almagro y Zamora

Luis Almagro, secretario general de la OEA, en vista de la opinión de esa entidad acerca del caso del periodista Jose Rubén Zamora, ojalá haya tocado en su visita el tema del encierro por un año en bartolina de quien ha sido víctima de abusos contra sus derechos humanos en forma inhumana. El Ministerio Público ha impedido su defensa, encarcelado a personal de elPeriódico, muerto por asfixia económica. Una de las peores acciones es obligarlo a probar su inocencia, en vez de ser los acusadores quienes tienen esa tarea. Lo burdo de las maniobras ha logrado convertirlo en el centro de reportajes de varios de los periódicos más importantes del mundo y de entidades internacionales de prensa.

Todo ha caído en oídos sordos, y las condiciones de su encarcelamiento le están pasando la cuenta a su salud, pero también las amenazas y acciones desalmadas contra su familia obligó al exilio voluntario de su esposa e hijos. Todo esto comenzó a causa de una publicación crítica contra Miguel Martínez, como es del conocimiento de la sociedad guatemalteca, pero la gravedad de los acontecimientos político-electorales ha provocado un paulatino olvido. Otro de los ocultos fines es despertar el temor de quien se atreve a hacer críticas, en ejercicio de la ley constitucional de emisión del pensamiento. Hasta donde se encuentra, envío a Jose Rubén mis muestras más sentidas de solidaridad.