Por ejemplo, los niños, las embarazadas y las mujeres en periodo de lactancia deberían abstenerse de ingerirlo, a causa de que contiene alcohol, según advierte la Central de Consumidores de Meclemburgo-Pomerania Occidental en Alemania.
La kombucha se produce con la ayuda del hongo de té, también llamado hongo de kombucha. Sin embargo, no se trata de un hongo, sino de una combinación de diversas levaduras y bacterias, que convierten el azúcar en alcohol, entre otras cosas. Por ello, el té kombucha listo tiene un sabor agrio y contiene ácido carbónico.
Incluso cuando el contenido de alcohol en el té sea escaso, tanto los menores como las embarazadas y mujeres en periodo de lactancia deberían abstenerse de beber este tipo de té, recomiendan los expertos.
Esto se debe a que el contenido de alcohol puede ser superior al uno por ciento. En la kombucha comprada, esta cantidad suele ser inferior. Además, la kombucha generalmente se fabrica a partir de té verde o negro y contiene, por lo tanto, cafeína.
Kombucha, ¿el “elixir de la vida”?
En internet se le atribuyen frecuentemente a este té efectos beneficiosos para la salud. Entre otras cosas, se dice que refuerza el sistema inmunitario, regula el azúcar en sangre e incluso alivia y previene enfermedades cardiovasculares o la diabetes.
Sin embargo, nada de esto está hasta ahora científicamente comprobado. Por lo tanto, afirmaciones de este tipo no son válidas, puntualiza Sandra Reppe, de la central de consumidores germana.
De todas maneras, la kombucha presenta, con unas 20 kilocalorías y entre cuatro y seis gramos de azúcar cada 100 milímetros, un contenido relativamente bajo de calorías y de azúcar en comparación con otras infusiones.