CATALEJO

Esenciales diferencias causadas por la letra S

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En toda sociedad el lenguaje necesita significado compartido por sus habitantes y claridad. Al ser respetada, afianza al Estado, y cuando desaparece o se altera al extremo, lo arrastra. Este pensamiento lo mencionó hace 531 años Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática de nuestra lengua común. Hoy tiene actualidad en este continente, este istmo y este país, donde no se le respeta. La amplitud etérea de algunos conceptos causa interpretaciones contradictorias, opuestas, absurdas, de conceptos muy actuales —Libertad, Democracia, Derechos Humanos, Ley, Izquierda y Derecha (o viceversa)—, lo cual obliga a un análisis basado específicamente en el lenguaje. Esa claridad se logra o facilita al agregar una letra, la S, a dichos conceptos ideológico-políticos.

' Son fundamentales los acuerdos entre los desacuerdos y para lograrlo, destaca el significado común del lenguaje.

Mario Antonio Sandoval

En política hay tendencia a apoderarse de términos generales —Patriota, Unidad, Demócrata, Republicano, Semilla, Esperanza, Humanismo, Popular—, como truco para reducir su significado a la pertenencia a partidos. Inaceptable. Provoca falacias, conclusiones falsas. Hablar sin más de los sustantivos Derecha o Izquierda (en adelante D-I, o I-D) supone unidad de criterio en todos sus adeptos y cae en la falacia de confundir el todo con sus partes, como hacerlo con la mazorca respecto al grano. Se necesita entonces un adjetivo, cuyo efecto divide en partes ese significado. Al haber separaciones de moderado, extremista, fanático, falsamente le impone estos atributos a la totalidad de la idea y elimina posiciones intermedias o puntos de acuerdo dentro de los naturales desacuerdos.

En la religión, el término cristiano no es exclusivo ni sinónimo de una de sus muchas divisiones, llenas de interpretaciones distintas y hasta contradictorias del mensaje basado en parábolas. En geografía, usar el concepto de América, único continente con fronteras en ambos polos del planeta y 43 millones de km², para referirse a un país de 10 millones, es casi un abuso y resulta un mal chiste cuando lo hacen los habitantes de los 33 millones restantes. Usar la palabra rosas como sinónimo de flores, o de gatos para referirse a felinos, da risa. Estos ejemplos son necesarios porque estos errores lingüísticos no sólo abarcan a la política y una palabra mal entendida puede ser hasta mortal.

La dupla D-I o I-D necesita calificativos e incluye conceptos contrarios. Extrema, radical, total, se oponen a serena, culta, académica. Por aparte, hablar de República Popular es innecesario porque el primer concepto implica la existencia del pueblo. Monarquía, a secas, asusta por su negativa carga histórica. Al ser republicana o parlamentaria, se vuelve aceptable, aunque también puede ser discutible, como lo son todos los sistemas políticos. En el tema de Derechos Humanos, la suma de los propios de todo habitante de un país debe tener más peso al compararlo con una minoría exigente de imponer sus particulares puntos vista al resto de la sociedad. Por eso también necesita determinados límites en beneficio de la población, como es el conocido caso de la libertad.

Señalar esto no significa oponerse a la existencia de dichos conceptos, útiles y necesarios cuando no se abusa de ellos, actitud intrínseca del ser humano. La tarea básica para realizar todas las demás, de la cual derivan, es buscar y lograr un mínimo acuerdo entre significados, límites y aceptar la necesidad de buscar tratados, acuerdos, negociaciones (no contubernios). La segunda vuelta electoral se encuentra a apenas 19 días y su éxito depende de la actitud serena, la eliminación del abuso, interpretaciones malintencionadas de las leyes y de acciones vergonzosas de quienes deben encargarse de cumplirlas, así como de jugarretas legalistas de análisis exclusivamente jurídicos, al punto de estar fuera de la realidad de un país tan complicado como el nuestro.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.