Guatemala es un país de contradicciones, situado a nivel mundial en un lugar privilegiado, en el centro de las Américas, con salida a dos océanos, cercano al mayor mercado mundial, pero con escasa infraestructura vial y de comercio que permita la movilidad de sus productos, en carreteras el índice es de 1 metro por habitante, una de las peores a nivel mundial, mientras la iniciativa 5431 Ley General de Infraestructura Vial continúa entrampada por intereses de personas que se benefician de la forma de contratación actual, con un solo aeropuerto internacional medio funcional —La Aurora— y tres puertos marítimos —Puerto Quetzal, Santo Tomás de Castilla y Puerto Barrios—. Un territorio con abundante riqueza natural: es uno de los 19 países megadiversos con abundancia de flora y fauna, con 10,317 especies de flora, 720 aves, 245 reptiles, 147 anfibios, 1,033 peces, 244 mamíferos, y aún existen especies por descubrir, pero sin un adecuado aprovechamiento de ella, en nuestro país tenemos ya tres especies registradas extinguidas: la salamandra jalapaneca (Pseudoeurycea exspectata), la rana de hojarasca de la Sierra de las Minas (Craugastor myllomyllon) y el pato poc (Podilymbus gigas). Con abundancia de recursos hídricos, pero con un inadecuado aprovechamiento, estando el recurso superficial contaminado casi al 100%, sin una ley que lo regule, con varias iniciativas para regular su uso engavetadas. País agrícola, de vocación forestal, que produce alimentos diversos, pero con altos niveles de desnutrición, el 46.5 por ciento de los niños y niñas sufren desnutrición crónica. Guatemala es el primer país en Latinoamérica y el sexto en el mundo en casos de desnutrición infantil.

Guatemala tiene una economía diversificada, con una macroeconomía estable y resiliente, la mayor de Centroamérica, con un PIB de 72,420 millones de dólares, ocupando el puesto 73 de 196 países, pero con una mala distribución de la riqueza, el PIB per cápita ocupa el puesto 108 de la tabla, con lo que podemos establecer un nivel de vida muy bajo, aunado a esto según datos del Banco Mundial la desigualdad aumentó de 0.483 a 0.541 entre el 2014 y el 2019, según el índice de Gini en el que 1 indica la máxima desigualdad. Además, se tiene un alto índice de pobreza, el más alto de Latinoamérica. El índice de Desarrollo Humano IDH que mide la ONU para medir el progreso de un país, indica que los guatemaltecos tenemos una mala calidad de vida. Con 0.633, es el más bajo de Latinoamérica, ocupamos la posición 127 de 189 países.

Con un premio Nobel de Literatura, pero arrastrando aun porcentajes considerables de analfabetismo, según Conalfa al 2020 se reportaba un analfabetismo de 18.07%, Con una premio Nobel de la Paz, pero con altos índices de inseguridad. Con ausencia de liderazgo político en pro del desarrollo, pero con fuertes liderazgos políticos basados en la corrupción que salpica a sus simpatizantes en las diferentes esferas gubernamentales. Estos contrastes nos demuestran que somos un país con “gran potencial”, con abundantes recursos, con gente honesta, trabajadora, decidida, lastimosamente manipulados por pequeños grupos detrás del poder, y con una clase política servil y servida. Esperamos que surjan líderes que decidan cambiar el rumbo del país, al privilegiar el bien común, por encima del particular y que esto permita el desarrollo del país, el que, con las tecnologías actuales podría realizarse en un tiempo relativamente corto. Los recursos, la posición geográfica, el bono demográfico, la economía diversa, las características del trabajador guatemalteco deben de orientarse en una sola dirección: el desarrollo del país. Podemos lograrlo, si hay voluntad política y el entendimiento que una mejor distribución del bienestar en general, a la larga nos beneficiará a todos.