Derivado de eso, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), declaró alerta naranja institucional y se iniciaron las evacuaciones en comunidades cercanas. Poco más de 1 mil habitantes fueron llevadas al albergue ubicado en el polideportivo municipal de Santa Lucía Cotzumalguapa.
Las comunidades evacuadas están ubicadas en la parte suroeste. Se trata de Morelia, Santa Sofía, Yucales, Panimaché 1, Panimaché 2 y El Porvenir, todas pertenecientes al municipio de San Pedro Yepocapa, Chimaltenango.
De momento, se continúa con el cierre de la carretera RN-14 a partir del kilómetro 84 de San Juan Alotenango, Sacatepequez hasta el kilómetro 95, en jurisdicción de Escuintla, debido al descenso de material piroclástico por las barrancas de la zona. Adicional, al menos 12 comunidades registran caída de ceniza.
La reacción de las comunidades y los comités locales de Conred ha sido inmediata, pues según los expertos y las autoridades, después de la violenta erupción del volcán de Fuego el 3 de junio de 2018, que sepultó la comunidad San Miguel Los Lotes, dejando al menos 300 víctimas mortales y desaparecidas, hay mayor conciencia de la amenaza y los riesgos.
¿En qué se parecen las erupciones de hoy y del 2018?
“Lo primero que hay que decir, es que esta erupción es la más grande que hemos tenido desde el 2018. Ha sido una erupción principalmente de tipo vulcaniano, que se caracteriza por la abundante cantidad de ceniza que expulsa. Además, ha tenido flujos piroclásticos en dirección de las barrancas Las Cenizas, Las Lajas y Santa Teresa o Seca, es decir que el escenario fue casi el mismo del 2018, pero en menor magnitud“, dijo Gustavo Chigna, vulcanólogo del Insivumeh.
“Nosotros clasificamos los eventos eruptivos según el índice de explosividad, es decir, tomamos la altura de la columna, entonces, en comparación de 2018, cuando la ceniza llegó a 11 kilómetros de altitud, esta vez no superó los 7 kilómetros”, indicó Dulce González, analista del Área de Vulcanología del Servicio Sismológico de Guatemala (SSG), de la Universidad Mariano Gálvez (UMG).
Chigna agregó que además de que los flujos piroclásticos son más cortos (menos altitud), comparado con 2018, las personas que habitan en las áreas aledañas de volcán, está mayor organizada. “Esa es la gran diferencia, y que Conred ya ha trabajado bastante en las comunidades y la gente realmente está más capacitada para tomar decisiones de autoevacuación si es necesario”, agregó.
Disminución de actividad eruptiva
Según el vulcanólogo del Insivumeh, lo que se ha observado es que la erupción del volcán de Fuego este 4 de mayo llegó a un punto máximo y que en las próximas horas se espera que la tendencia sea a ir disminuyendo.
“Seguimos monitoreando, pero según la sismicidad, la actividad ha decaído mucho, pero tampoco podemos descartar la probabilidad de que se generen nuevos flujos piroclásticos, porque ya tenemos casi dos días consecutivos que ha presentado actividad, entonces, a pesar de que decayó la actividad, es probable que pueda volver a levantarse”, opinó González.
“En 2018, tuvimos varios días posteriores al evento principal que se presentaron flujos piroclásticos, pero ya en menor dimensión, porque fuero flujo piroclástico mucho más cortos. Lo más importante es que hoy tenemos más conciencia del riesgo”, enfatizó la analista de vulcanología del SSG.
De esa cuenta, Chigna consideró que, si la erupción terminara, por ejemplo, entre 19 horas y 20 horas, será necesario que los habitantes de las comunidades evacuadas esperen hasta el transcurso de mañana para volver a sus casas, ya que en caso de que lloviera esta noche, el mayor riesgo constituye la bajada de lahares, puesto que todo el material que ha sido expulsado, ceniza principalmente, puede ser lavado y arrastrar todo a su paso hacia las barrancas.
Según el Insivumeh, el Volcán de Fuego es uno de los más activos de Guatemala, con más de 60 erupciones desde 1524 hasta 1999. Si erupciones de tipo vulcaniano más violentas de este siglo ocurrieron en 1932, 1971, 1974 y, hasta antes de 2018, la más reciente, fue el 21 de mayo de 1999, cuando las columnas de ceniza se elevaron de 5 a 10 kilómetros.