NOTA BENE
¿Qué le ven los jóvenes al socialismo y comunismo?
¿Sabía que las ideas socialistas y comunistas persuaden a los jóvenes? Según Axios, en Estados Unidos un 64 por ciento de los integrantes de la generación Z, nacidos entre 1995-2000, estaría dispuesto a votar por un candidato socialista, y un 70 por ciento de la generación milenial haría lo mismo. Nos reportan que los votantes jóvenes contribuyeron a llevar a Gabriel Boric, de 35 años, a la presidencia en Chile. Las encuestas señalaron que un 52 por ciento de los votantes jóvenes prefirieron a Lula da Silva, condenado a prisión por corrupción, sobre Jair Bolsonaro en las elecciones en Brasil. Más de un tercio de los jóvenes colombianos entre 18 y 24 años se inclinó en favor del actual presidente, Gustavo Petro.
Espero que la juventud guatemalteca rechace las ofertas radicales de izquierda cuando acuda a las urnas en junio, porque los países que han puesto en marcha el marxismo-leninismo y otros socialismos se han empobrecido y son objeto de sistemáticas violaciones a los derechos ciudadanos. Durante los 64 años de dictadura en Cuba, los jóvenes fueron obligados a realizar trabajo forzoso y enviados a hacer la revolución alrededor del mundo; han sido censurados, encarcelados y condenados al hambre. Los índices de libertad económica, estado de Derecho, corrupción y más colocan a Cuba, Venezuela y, ahora, Nicaragua en los últimos puestos. ¿Por qué los jóvenes pasan por alto el fracaso histórico del socialismo en la región y se encantan con propuestas progresistas?
' Tres mitos sobre el socialismo.
Carroll Rios de Rodríguez
Identifico tres ideas erradas que han ido calando en las nuevas generaciones. El mito 1 es que, “si tengo compasión por quienes sufren, debo ser socialista”. El marxismo-leninismo divide a la sociedad en clases antagónicas: o nos alineamos con el oprimido o somos cómplices de la explotación. Aparentemente, solo los socialistas tienen un corazón por los marginados y los pobres. Sin embargo, los problemas socioeconómicos como la pobreza solamente se resuelven creando riqueza, y para ello se requiere de un conjunto de instituciones favorables a la libertad económica y política. Resulta contradictorio llamar caridad a la abolición de la propiedad privada y la centralización del poder en la élite gobernante para que ellos despojen a unos miembros de la sociedad de sus bienes y los repartan a otros. ¿Qué mérito tiene redistribuir lo ajeno?
El mito 2 es “¡Nosotros sí lo haremos funcionar!” Algunos jóvenes quizás ignoran las atrocidades cometidas por el comunismo en el pasado, pero otros piensan que pueden hacer la revolución de una forma novedosa, evitando replicar el horror de Stalin, Mao, Pol Pot, Kim Jong Un, el Ché Guevara y otros sanguinarios líderes que esclavizaron a sus gobernados en vez de cumplir la promesa de la liberación. Suponen que los líderes del siglo XXI serán más asertivos, más iluminados, más competentes… Pero, como nos aclararon Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, el modelo económico está equivocado de raíz, y por ello requiere del sometimiento represivo de la población. El socialismo empobrece y reprime, aquí y en Júpiter.
El mito 3 es “Ya ensayamos con el capitalismo y no nos gustó”. En realidad, los mercados latinoamericanos son mercantilistas: están altamente regulados y plagados de privilegios para quienes tienen acceso a los gobernantes de turno. Nos subimos a los barcos del Estado benefactor, del keynesianismo expansivo, y a la noción de la industrialización por sustitución de las importaciones… y recargamos al gobierno de funciones y poderes. Es cierto que debemos corregir muchas fallas, pero lo que procedería es ampliar la libertad económica y el estado de Derecho, y no entregar más poderes arbitrarios a quienes nos gobiernan.