RINCÓN DE PETUL
El segundo corazón
Para un proyecto que no vio la luz, en 2015 elaboré un listado de todos los columnistas cuyas opiniones salían en periódicos de papel en Guatemala. Con cuatro medios que circulaban todos los días, la lista alcanzaba más de 230 semanales. Es decir, casi un cuarto de millar de voces que, por una u otra razón, reservaron un espacio en la hoja de opinión. Estos eran visitados por quienes hicieron de la lectura diaria de columnas una rutina. Taza de café en mano, se preguntaban ellos ¿con qué nos irá a salir hoy el Sordo Barnoya? O ¿qué posición empuja Fundesa sobre aquel asunto? ¿Qué cosa interesante nos regalarán hoy los de La Penúltima? O, puntualmente, obtenían enfoques informados sobre asuntos específicos, como, por ejemplo, en salud, con la doctora Slowing, en medioambiente, con Magalí Rey Rosa; aproximaciones periodísticas sobre la cotidianeidad del Estado, con Shetemul, o el destape de alguna marufia en las letras de Óscar Clemente.
Pero eso que llegó a ser ritual para muchos, languideció. Hoy, aquel cuarto de millar de autores impresos se redujo a apenas 34. La primera gran observación será la más evidente, y es que, de aquellos cuatro diarios que salían en 2015, solo Prensa Libre sobrevivió. Los 35 de Siglo 21 terminaron en 2017, con el tortuoso cierre de ese medio. Y, por su parte, los de La Hora, y luego los de elPeriódico, se quedaron únicamente en electrónico. Esa plataforma jamás causó la afiliación que en su tiempo tuvo el papel. Esto tendrá explicaciones profesionales, pero a esas sumo reprochar a los medios que ponen obstáculos para alcanzar la columna, imponiendo suscripciones, cuando esos mismos medios no compensan a los autores. Más bien, creo que lo menos que les deben es fácil acceso al público para leer un esfuerzo que no es recompensado de otra manera.
' Los periódicos tienen un valioso capital en sus columnas.
Pedro Pablo Solares
Ciertamente, el periodismo a nivel global ha sufrido en estos tiempos, donde la inmediatez del internet supera al lento medio impreso. Pero creo que las empresas periodísticas podrían hacer más para no quedarse atrás. Reflexiono sobre esto tras leer en El Faro la columna Los creyentes de Youtube pierden la fe en el periodismo, de Willian Carballo. Habla Carballo sobre el terreno que pierde el periodismo profesional por la proliferación de empíricos comunicadores en redes sociales. Pero más que dar por perdida la misión, sirven sus líneas para instar a los medios periodísticos a ponerse al día. A rejuvenecerse. A procurar “formatos atractivos que empaticen” con ese nuevo público. Insta también a la academia a formar públicos más críticos. El artículo se enfoca en la parte del periodismo relativa a la noticia, pero yo le sumo el vital valor de la opinión.
Junto con la noticia verificada y contrastada, las columnas de opinión forman el segundo corazón de un periódico. Más si el medio ofrece una honesta variedad de voces, de diversas visiones e intereses. Una ventana para el debate de ideas, y no una plataforma de propaganda, unísona y sin confrontación. Aquel proyecto que mencioné al principio y que nunca vio la luz pretendía eso. Poner las columnas en formatos de audio y video, pero para luego servir de tarima al invitar a debatir a columnistas que hubieran escrito ideas contrastantes sobre un mismo asunto. Buscaba ilustrar a los autores. También promover la cautela al escribir, para evitar opiniones infundadas que se dan con la falta de verificación. Y para el público, crear un espacio de educación que pudo ser entretenido. Los periódicos tienen un valioso capital en sus columnas. Su sobrevivencia depende de la innovación. El reto es combatir la desinformación. El país depende de ello.