CON OTRA MIRADA
Alfombras: ¿ofrenda o medio de expresión?
Este año, la conmemoración de la Semana Santa en Guatemala estuvo aderezada por factores y condiciones dignos de señalar. El más relevante, la presentación pública de Unesco de su inscripción en la Lista Representativa como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y la más delicada, el inicio del proceso electoral que culminará en junio, con la primera vuelta para elegir presidente y vicepresidente, diputados al Congreso y alcaldes, cuando la actual administración tiene copadas todas las instituciones y priva la discrecionalidad en la inscripción de candidatos, que permiten suponer garantía de continuidad.
En Sept2021, la municipalidad de La Antigua Guatemala cometió el desliz administrativo y grave error técnico de ceder su autoridad al grupo de inversionistas, empresarios y terratenientes afines, unidos en Adepanchoy, para revisar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) entregado en Feb2019, que se niega a aprobar por no ser del agrado de ese grupo.
Desde la década de los 80, asociaciones como Diego de Porres, Salvemos Antigua y Consejo Cívico han propuesto planes de acción, reformas a la ley protectora, proyectos y soluciones urbanas, vistas con indiferencia por la municipalidad y el consejo de protección, aunque adoptados por los vecinos de las aldeas circundantes en donde se construyen los más grotescos proyectos de vivienda en condominios cerrados, que ignoran la trama urbana existente y proliferan centros comerciales que no benefician a la población, pero estrangulan las vías de comunicación; de ahí la importancia del POT.
El pasado 30Mzo2023, Adepanchoy, mediante un video de 45 minutos, presentó el resultado de su análisis. En sesión extraordinaria de la municipalidad, con presencia de vecinos, en menos de dos minutos el alcalde obtuvo su aprobación. Decisión que la ciudadanía rechazó interponiendo recursos legales para su anulación.
' Una cosa es manifestar nuestro repudio al plan Muni-Adepanchoy y otra, transgredir una tradición religioso-cultural.
José María Magaña Juárez
Ante ese panorama general, durante la recién pasada Semana Santa, frente a la Catedral de Guatemala, los vecinos hicieron una alfombra de protesta político-circunstancial que decía: “Ya no basta rezar. No al fraude TSE Usac”. En San Pedro La Laguna: “MP No hizo Nada. OJ Los soltó. TSE Los inscribió. Voto Consciente”, y en La Antigua Guatemala, en una alfombra se leía: “Este territorio no se vende. Un POT para la gente”, junto a la efigie de dos judas colgados, dedicados a los concejales 1 y 5.
En su momento, al conocer en las redes sociales lo que sucedía, opiné: “Una cosa es manifestar nuestro repudio al plan Muni-Adepanchoy y otra, transgredir una tradición religioso-cultural, como las alfombras ante un cortejo procesional de Semana Santa. Y recordé que pocos años atrás muchos manifestamos repudio por alfombras con propaganda de Pepsi Cola y del bar de enfrente. ¿No fue acaso aquella una transgresión? ¿Qué la distingue de la presente? … que aquella fue comercial y ajena y esta “cívica”… pero “nuestra”. Hasta ahí mi digresión teórica sobre un hecho hasta cierto punto banal.
Dentro del cortejo franciscano, la crítica y la sátira disgustó a más de uno, entre funcionarios y empleados municipales integrantes del batallón de romanos, quienes, cumpliendo una orden ilegítima, que provocó el asombro de miembros de la Hermandad, cucuruchos y fieles que lo flanqueaban, destruyeron la alfombra y descolgaron los judas.
Semejante inmadurez resultó peor que haber convertido una alfombra de ofrenda en un medio de expresión. Hecho que, sin embargo, la validó, puso en entredicho a la Hermandad y en evidencia el lamentable actuar de los empleados públicos. Actitud, a mi parecer, insensata, que elevó la protesta a un estado de poder no previsto, que se agradece.