“Catorce civiles murieron, incluidas siete mujeres“, dijo por su parte Abdula Jairjwah, gobernador del distrito de Giro, donde se registró el atentado.
La acción no ha sido reivindicada pero los artefactos caseros son una de las armas preferidas de los talibanes, artífices de una mortífera insurrección en Afganistán desde que fueron expulsados del poder por la coalición internacional liderada por EEUU en la estela de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Las bombas caseras dejaron 962 muertos y 1.928 heridos civiles en el 2013 y constituyeron la primera causa de víctimas civiles del conflicto, según un informe de la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA).
Los talibanes lanzaron su última ofensiva el 12 de mayo, entre las dos vueltas de una elección presidencial para designar al sucesor de Hamid Karzai, a quien la Constitución impide optar a un tercer mandato.
No lograron perturbar de forma significativa la primera vuelta, celebrada el 5 de abril, pero podrían aumentar los ataques de cara a la segunda vuelta prevista el 14 de junio.
“Los enemigos de Afganistán han aumentado los ataques últimamente porque se acerca la segunda vuelta y quieren hacer descarrilar el proceso electoral (…) pero no lo conseguirán”, declaró el sábado el ministro de Defensa afgano, Bismila Mohamadi, ante el Parlamento.