“Tiene que ser una broma”, pensó, sin saber que era tan solo el inicio de una guerra que a la fecha ha dejado a más de siete mil civiles muertos, 5.4 millones de desplazados internos, cerca de ocho millones de refugiados en Europa y casi ocho millones de niños en riesgo.
Lidia nunca imaginó que podría haber una guerra real, es decir, “sabíamos que Rusia podía hacer algo así, pero nunca creímos que en el siglo XXI sería posible que hubiera una guerra tan grande en el centro de Europa”.
Ese hecho histórico cambió el rumbo de millones de vidas, y Lidia fue una de las afectadas. Con apenas 22 años y un futuro prometedor en su natal Mariúpol, una de las ciudades más devastadas por los ataques rusos, de pronto todo se desvanecía ante sus ojos.
“Estaba pensando en ir a mi trabajo y empecé a hacer las cosas de siempre, de pronto empecé a ver mensajes sobre que la guerra empezaba y entré en shock, dije ´oh Dios mío´, no sabía qué hacer, llamé a mi jefe y dijo ´por supuesto que no iremos a trabajar´”, comentó Lidia, quien ahora radica en Guatemala.
“Perdí mi trabajo en un día. Nosotros no elegimos la guerra”, añade la ucraniana.
Lidia sostenía una amistad en línea con un guatemalteco, quien ahora es su novio, quien le expresó su preocupación por la situación en Ucrania.
Los planes originales eran que él viajaría a Ucrania para conocerla en el verano, pero por la guerra todo cambió.
“Me dijo por favor, ven a mi país. tenemos una casa, puedo ayudarte aquí, puedo protegerte y apoyarte”, recuerda Lidia.
En ese momento ya era Lidia quien dejaría su país y a pesar de que la joven ucraniana tomó rápidamente esa decisión, para ella no fue fácil, pues eso implicaba dejar a su mamá, quien no ha querido irse de su nación a pesar de los bombardeos y las incursiones rusas.
Lidia recuerda que su madre dijo que “no quiero (irme), quiero permanecer junto a mi esposo, voy a morir aquí y no me quiero ir”.
“Tengo miedo y la llamo todos los días, le pregunto cómo está, le digo que por favor prepare su pasaporte y que la voy a ayudar, que debe huir de la ciudad porque no sabemos qué pasará mañana”, comentó Lidia.
Sin agua, sin comida y sin servicios básicos, así se encuentran los habitantes de Mariúpol, condiciones que habrían causado la muerte del abuelo de Lidia.
Además, uno de sus tíos se enlistó en el Ejército para defender a su país, decisión que también le costó la vida.
El 13 de marzo del año pasado Lidia llegó a Guatemala. “Estaba deprimida, me acostaba a leer las noticias todo el día, lloraba, no sabía qué hacer o cómo ayudarme a mí misma”, relata la ucraniana.
Fue en mayo de 2022 cuando finalmente consiguió un trabajo en un centro de llamadas, pero reconoce que las oportunidades laborales se limitan cuando no se tiene un Documento de Identificación Personal (DPI).
“Recibí un permiso de trabajo del Gobierno de Guatemala, tengo todos los documentos, excepto DPI y por esa razón muchas empresas no quieren contratarme, porque consideran que no es suficiente el permiso de trabajo”, relata Lidia.
Aunque Lidia ha sido bien recibida en Guatemala y le ha gustado el clima y la cultura del país, expresa que el cambio fue brusco y que todavía está en un proceso de adaptación.
“Extraño a mi familia, extraño a mis amigos. Al inicio extrañé mucho mi comida, la naturaleza de mi país”, señala.
A un año del inicio de esta guerra, Lidia guarda la esperanza de algún día volver a la ciudad que la vio crecer.
ONU denuncia “infierno” de los ucranianos
“La vida es un infierno para los ucranianos” desde hace un año, recordó este viernes 24 de febrero el secretario general de la ONU en el Consejo de Seguridad del organismo, que se reúne con motivo del primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, subrayando además que se provocó la “mayor crisis de desplazados” en décadas.
En torno a 17.6 millones de personas -cerca del 40% de la población de Ucrania- necesitan asistencia humanitaria y protección y además la crisis acabó con 30% de los empleos de antes de la guerra iniciada por Rusia, lamentó Antonio Guterres.
Se provocó el éxodo de ocho millones de personas para refugiarse en Europa, la “mayor crisis de desplazados” en décadas, acotó. A ellos, se suman 5.4 millones de desplazados internos.
Según el Programa de Alimentos Mundial (PAM), cerca el 40% de los ucranianos no tiene suficiente comida y más de la mitad de los niños debieron abandonar sus hogares. Muchos menores no acompañados se enfrentan a “graves riesgos de violencia, abuso y explotación”, recordó.
Lamentó asimismo la destrucción de “infraestructura esencial” en las “profundidades del helado invierno” boreal, como el suministro de agua, energía y calefacción y de más de tres mil colegios, perturbando “gravemente” la educación de millones de estudiantes.
Con información de AFP