Lecciones del futbol
Si el código de reglas para jugar futbol fuera del tamaño del código tributario, los partidos serían un caos total. Lo que necesitamos en nuestras sociedades es, igualmente, un sistema basado en reglas generales, abstractas y de aplicación general, en contraposición con la mayoría de los sistemas actuales llenos de legislación específica, privilegiante, absurda, a veces contradictoria y que nadie, ni los mismos abogados, jueces y legisladores, conoce a cabalidad.
Otra enseñanza es la necesidad de la imparcialidad de los árbitros, que los podríamos comparar en la sociedad con los jueces. Ellos son los responsables de velar porque las reglas se cumplan y se apliquen por igual para todos. Si un árbitro no es imparcial, influirá en el juego y probablemente en el resultado. Lo mismo sucede con los jueces.
También aprendo que los árbitros, al igual que los jueces, son humanos y, como tales, pueden cometer errores. En los partidos recientes del Mundial, por ejemplo, vimos la mano que metió un jugador croata, que hubiera merecido un penal para México, así como la mordida del uruguayo Suárez contra un jugador italiano. En ambos casos el árbitro no vio las faltas. ¿Habrían variado los resultados sin esos errores? Probablemente, pero nunca lo sabremos.
En el sistema de justicia, debido a la posibilidad tanto de un juez parcializado como de uno que sinceramente se equivoque, existen varias instancias adicionales en las cuales se pueden apelar los fallos. En el futbol todavía no existe esa posibilidad. Se ha hablado de añadir un árbitro más que esté en la cabina de televisión para que revise las jugadas conflictivas y le dé más información al árbitro central para la toma de decisiones —como se hace en otros deportes— pero todavía no se ha aprobado. Creo que el futbol sería más justo y correcto si se contara con ese árbitro adicional.
Y por último, también aprendo que las instituciones a cargo del futbol —equivalentes al Gobierno y los organismos internacionales— pueden ser tan burocráticas y corruptas como su contraparte en la sociedad. Tanto la Fifa como muchas de las federaciones nacionales han sido acusadas de corrupción y tráfico de influencias. No nos debe extrañar: son quienes manejan el dinero y el poder en el mundo futbolístico. Al igual que en la sociedad, corresponde a los jugadores, al público y a los tributarios presionar para que se limite el poder discrecional de los dirigentes deportivos. Y usted, ¿qué más puede aprender del futbol?
@jjliber