Lourdes López, Kerem Argueta, Josué Vásquez, Érick Carrera Montenegro y Carlos Velázquez con sus instrumentos, se lanzaron en esta aventura, y aquí te contamos lo que sucedió.
Lourdes López mostró su talento con el cello. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)
Con algo de nerviosismo los músicos se presentaron a un público desconocido, en un escenario improvisado. No tenían nada confirmado, solo el lugar y la hora, el Portal del Comercio, zona 1, al mediodía. Después de eso, ni los aplausos estaban garantizados. Al llegar al sitio, cada uno se fue colocando en diferentes lugares. La lluvia de ese día parecía ahuyentar al público, ya que pocas personas deambularon por aquellos pasillos.
COMENZÓ LA MAGIA
La resonancia, que parecía magnética, del violonchelo de Lourdes, que empezó con improvisaciones, poco a poco tomaban sonidos de temas conocidos como Luna de Xelajú, las personas se sintonizaron con la canción y se comenzaron a acercar.
Estudiantes se detuvieron para escuchar la Luna de Xelajú, en el violonchelo. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)
Jóvenes, adultos, ancianos y niños participaron en aquel encuentro al que se le unió el coro de Josué Vásquez. Los aplausos rompieron el silencio de la expectación. “Es una gran experiencia compartir así con el público”, dijo Lourdes.
En otra parte del edificio, el trío de guitarras, integrado por Kerem, Érick y Carlos se acomodaron para interpretar temas de Johann Sebastian Bach. El concierto tomó entonces un aire más refinado. Las personas se preguntaban si aquellos jóvenes eran artistas profesionales —estudian en el Conservatorio de Música—, se escuchó rumorar a alguien. Los aplausos llegaron sin demora al finalizar del recital. Eso fue lo que sucedió ese día en la capital, una pequeña celebración a la música.
