Ahora se le busca allí. Pero ¿por qué quiso ser enterrado en el convento? El secretario de la RAE, Darío Villanueva, cuyo discurso de ingreso en la institución versó precisamente sobre El Quijote, responde: “Cervantes pidió ser enterrado allí probablemente por dos motivos: uno, por su gratitud a la orden Trinitaria, que fue la que lo rescató de Argel, y otro, porque su hija, Isabel de Saavedra, era profesa en ese convento”.
Pero el último deseo de Miguel de Cervantes (1547-1616) fue una excentricidad que le costó conseguir porque para ser enterrado en el convento necesitó un permiso específico de la fundadora, licencia que, por cierto, obtuvo por la estrecha relación que lo unía a la familia de esta.
Fue Juana Gaitán Romero, hija del maestre de campo Julián Romero, la que fundó en 1612, del convento de las Trinitarias, una tarea para la que recibió la ayuda del escritor.
“Cuando Cervantes se entera de que quiere hacer un convento dedicado a la orden, inmediatamente se pone a su servicio y, en lugar de darle dinero, se ofrece para hacer gestiones que agilicen la fundación”, explica el historiador Fernando de Prado.
Esa ayuda fue la que facilitó que, cuando Cervantes solicitó el permiso para ser enterrado en la iglesia conventual, la fundadora lo concediese tanto para él como para su esposa, Catalina de Salazar.
Ahora bien, una cosa es saber dónde está y otra que se puedan recuperar sus restos.