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“Si nos hubiera golpeado, todavía estaríamos recogiendo los pedazos”, afirma Daniel Baker, coautor del estudio publicado en la revista Clima Espacial. En su artículo Baker describía cómo una poderosa eyección de masa coronal atravesó la órbita de la Tierra el 23 de julio de 2012 pero, por suerte, la Tierra no se encontraba allí en ese momento.
Se denomina eyección de masa coronal o CME (por sus siglas en inglés: Coronal Mass Ejection) a una onda hecha de radiación y viento solar que se desprende del Sol en el periodo llamado Actividad Máxima Solar, que ocurre cada 11 años. Esta onda es muy peligrosa ya que, si llega a la Tierra y su campo magnético está orientado al sur, puede dañar los circuitos eléctricos, los transformadores y los sistemas de comunicación, además de reducir el campo magnético de la Tierra por un período. Cuando esto ocurre, se dice que hay una tormenta solar.
¿En qué consiste una tormenta solar? se originan con una explosión o llamarada solar en el lecho magnético de una mancha solar; los rayos X y la radiación ultravioleta que se generan llegan a la Tierra a la velocidad de la luz, ionizando las capas superiores de la atmósfera, provocando errores de navegación GPS y apagones de radio.
Tras esto, aparecen las partículas energéticas que pueden electrificar satélites y dañar sus componentes electrónicos. Luego, la eyección de masa coronal, con nubes de mil millones de toneladas de plasma magnetizado, podría provocar apagones generalizados, inhabilitando cualquier dispositivo que esté enchufado a la pared.
Según los cálculos de la Nasa, la probabilidad de que una tormenta solar extrema golpee nuestro planeta dentro de 10 años es del 12 por ciento. “Al principio, me sorprendió bastante que las probabilidades fueran tan altas, pero las estadísticas parecen correctas. Es una cifra preocupante”, aclara Pete Riley, físico de Predictive Science. Con información de: www.muyinteresante.es