“Se trata a la vez de una oportunidad y de un desafío” , dijo a la AFP Juan Antonio Perez, director ejecutivo de la comisión oficial de población.
Mientras una población creciente significa una mayor fuerza laboral, también implica que hay más personas necesitadas de la ayuda del Estado en un país donde cerca del 25% vive en la pobreza.
“Nos gustaría bajar el nivel de fertilidad a dos hijos” por mujer, en vez de la media de tres actual, dijo Perez.
Estos esfuerzos chocan a menudo con la influencia sobre el 80% de la población filipina de la Iglesia Católica, que desaprueba cualquier forma de control sobre la natalidad.